CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 12 de octubre de 2008 (ZENIT.org).- Benedicto XVI presentó la santidad como camino para todo bautizado de seguimiento de Jesús al canonizar este domingo a cuatro santos.
Los nuevos santos son el italiano Gaetano Errico (1791-1860), la suiza misionera en Ecuador y Colombia, María Bernarda Bütler (1848-1924), la india Alfonsa de la Inmaculada Concepción (1910-1946) y la ecuatoriana Narcisa de Jesús Martillo Moran (1832-1869).
«Jesús nos invita a cada uno de nosotros a seguirle, como estos santos, en el camino de la cruz para tener después en herencia la vida eterna, que nos ha entregado como don al morir», afirmó el Papa.
Más de 40.000 peregrinos se encontraban abrazados por la columnata de Bernini en la plaza de San Pedro del Vaticano, unos 10.000 ecuatorianos.
«Que su ejemplo nos dé valentía, que sus enseñanzas nos orienten y conforten, que su intercesión nos sostenga en las fatigas cotidianas porque también nosotros podamos llegar un día a compartir con ellos y con todos los santos la gloria del banquete eterno en la Jerusalén celeste» dijo el Papa al concluir la homilía.
La canonización de los cuatro santos fue pedida al Papa por el arzobispo Angelo Amato, prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos.
En la homilía el Papa repasó el testimonio de cada uno de los canonizados.
San Gaetano Errico, apóstol de la Reconciliación
Hablando de san Gaetano Errico, fundador de la congregación de los Misioneros de los Sagrados Corazones de Jesús y de María, destacó su entrega a administrar el sacramento de la Reconciliación:
«Se inscribe así entre las figuras extraordinarias de presbíteros que incansablemente han hecho del confesionario el lugar para dispensar la misericordia de Dios, ayudando a los hombres a reencontrarse a sí mismos, a luchar contra el pecado y a seguir adelante en el camino de la vida espiritual».
«¡A cuántas personas habrá llevado a reconciliarse con Dios mediante el sacramento del perdón!», exclamó.
María Bernarda, misionera del amor en Colombia y Ecuador
El Papa recordó en español y alemán el testimonio de Santa María Bernarda quien nació en Suiza y murió en Colombia, destacando su amor a la Eucaristía.
«Ésta –dijo– es la fuente y el pilar de la espiritualidad de esta nueva santa, así como de su impulso misionero que la llevó a dejar su patria natal, Suiza, para abrirse a otros horizontes evangelizadores en Ecuador y Colombia».
Y dijo que como los criados del evangelio «fue por doquier proclamando que el Señor invita a todos a su fiesta. Así hacía partícipes a los demás del amor de Dios al que ella dedicó con fidelidad y gozo toda su vida».
Primera india canonizada
El obispo de Roma habló en ingles a los fieles venidos de la India y destacó la fortaleza con que santa Alfonsa de la Inmaculada Concepción, cuyo nombre de pila era Anna Muttathupadathu, afrontó todos los sufrimientos de su vida uniéndolos a la Cruz del Señor.
«Esta mujer excepcional quien hoy es ofrecida a las personas de la India como su primer santa canonizada, estaba convencida de que su cruz fue el medio para llegar al banquete celestial preparado por el Padre», subrayó.
En particular, citó uno de sus escritos en el que dice: «Considero un día sin sufrimiento como un día perdido».
El Santo Padre exhortó a los fieles a imitar y asumir sus propias cruces para un día reunirse con ella en el paraíso.
Narcisita, santidad en la costura y la catequesis
Citando el ejemplo de Santa Narcisa de Jesús Martillo Morán el Papa se refirió a ella en español.
«Para secundar con docilidad la acción del Espíritu Santo en su alma, buscó siempre el consejo y la guía de buenos y expertos sacerdotes, considerando la dirección espiritual como uno de los medios más eficaces para llegar a la santificación», aclaró.
De este modo, reconoció, «santa Narcisa de Jesús nos muestra un camino de perfección cristiana asequible a todos los fieles».
En particular, destacó la sencillez en la que transcurrió su vida, en la que se dedicó a la costura y al apostolado como catequista.
«En su amor apasionado a Jesús, que la llevó a emprender un camino de intensa oración y mortificación, y a identificarse cada vez más con el misterio de la Cruz, nos ofrece un testimonio atrayente y un ejemplo acabado de una vida totalmente dedicada a Dios y a los hermanos», concluyó.
Tras la fórmula de canonización, los presentes rompieron en un largo aplauso, mientras ondeaban decenas de banderas ecuatorianas, indias e italianas.