Líderes religiosos de Jerusalén: el miedo obstaculiza la paz

Afirman en el Mensaje de Pascua

Share this Entry

JERUSALÉN, martes, 18 marzo 2008 (ZENIT.org).- El miedo es el mayor obstáculo para la paz por este motivo los líderes cristianos de Tierra Santa han lanzado una invitación a rezar para que éste desaparezca, dejando espacio a un futuro de alegría y serenidad en Tierra Santa.

Este es el núcleo central del Mensaje de Pascua de los patriarcas y cabezas de las Iglesias de Jerusalén, en el que se afirma que Cristo sustituye el miedo con la felicidad.

Firman el texto el patriarca latino Michel Sabbah, el greco-ortodoxo Theophilos III, el ortodoxo armenio Torkom I Manoogian, el custodio de Tierra Santa Pierbattista Pizzaballa, ofm, el arzobispo copto ortodoxo Anba Abraham, el sirio-ortodoxo Swerios Malki Murad, el ortodoxo etíope Abouna Matthias, el maronita Paul Sayyah, el obispo anglicano Suhail Dawani, el obispo luterano Mounib Younan, el sirio-católico Pierre Malki, el archimandrita greco-católico Joseph Saghbini y Fr. Rafael Minassian, armenio católico.

Recordando las palabras que el Señor resucitado dijo manifestándose por primera vez a sus discípulos, «Paz a vosotros», los líderes religiosos de Jerusalén observan cómo «parece obvio que los discípulos estuvieran llenos de temor mezclado sin duda con perplejidad. Habían sucedido muchas cosas que les volvían inseguros sobre el futuro y por tanto estaban asustados».

Al saludar a los discípulos, «Jesús trata de calmar su corazón». «Les muestra las manos y el costado para convencerles de su identidad», y por tanto «su miedo y su duda son sustituidos por la alegría».

«Aunque vivimos en el temor y la perplejidad», afirman los religiosos, reconociendo «el peso que tantos de nuestros fieles hoy soportan debido a la continua violencia y a los actos de terrorismo que les rodean, y de los cuales somos todos víctimas, en la Franja Occidental, en Gaza y en la sociedad israelí».

«Necesitamos ver al Señor resucitado, para alejar las dudas y el temor de todo lo que está sucediendo en torno a nosotros y en nosotros, sustituyendo así el miedo y el ansia por la paz y la alegría».

La nueva alegría, observan, «es una misión que los apóstoles deben llevar al mundo». La Iglesia debe por tanto ser el instrumento a través del cual el poder salvífico de Cristo se da a conocer al mundo entero.

Los firmantes del Mensaje explican que pretenden llevar al mismo mandato a su tierra, aliviando al mismo tiempo «los muchos pesos sobre la vida de las personas causados por la ocupación, derramamiento de sangre, violencias, homicidios y odio recíproco, además de los modos equivocados seguidos hasta ahora para lograr la seguridad».

«En todas estas situaciones de muerte, demostramos que somos los apóstoles de la resurrección, con su alegría y su esperanza –observan–. Debemos decir a la gente que la situación actual en la que vivimos es parte del pecado del mundo, pero debe también ser parte del nuevo poder que nos ha dado el Señor resucitado».

Por esto, los cabezas de las Iglesias de Jerusalén invitan a los fieles «a hacer penitencia, a admitir su participación en el pecado del mundo, a ser perdonados y a hacerse capaces de ver las justas vías que llevan a paz y seguridad».

«Los modos usados hasta hoy para lograr la seguridad deben cambiarse –declaran–. En caso contrario, permaneceremos en las mismas posiciones en un ciclo permanente de violencia».

Los líderes religiosos piden por tanto a Dios que ilumine a los políticos dándoles la fuerza de desterrar de la región la muerte y el miedo para restaurar en ella «la paz con seguridad».

«Exhortamos a todas las personas implicadas a demostrar su fe en términos más positivos, y no en último lugar mostrando su credo personal en Jesús resucitado y glorificado», proponen.

«Nuestro Jesús no es una figura histórica sino Aquél que nos enseña y nos guía a lo largo de la vía de la paz y de la nueva vida».

Los religiosos dan las gracias «a los amigos del mundo» por su apoyo y sus oraciones y piden recordar que la fe en Cristo tienen origen precisamente en Tierra Santa.

«Debéis asumir vuestras responsabilidades aquí –les exhortan–. También vosotros sois responsables con nosotros de la restauración de la alegría de la Resurrección para aliviar el peso de la muerte, del odio, de la ocupación, de los muros de separación y el miedo de asumir el riesgo de la paz».

«Haced todo lo que podáis y por favor implicad también a vuestros Gobiernos para que asuman sus responsabilidades por la paz en esta Tierra».

«Orad también por nosotros por una paz justa y total», piden; «pedid que el miedo, el mayor obstáculo para la paz, desaparezca. Pedid que la gente se reconozca y se acepte recíprocamente», «de manera que esta Tierra de la Resurrección pueda gozar la nueva vida a la que Dios la ha llamado».

Por Roberta Sciamplicotti, traducido por Nieves San Martín

Share this Entry

ZENIT Staff

Apoye a ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación

@media only screen and (max-width: 600px) { .printfriendly { display: none !important; } }