La victoria sobre la muerte, auténtica esperanza; explica el Papa

Al comentar en el Ángelus la resurrección de Lázaro

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 9 marzo 2008, (ZENIT.org).- La auténtica esperanza del ser humano es la confianza en que Dios es más grande que la muerte, considera Benedicto XVI.

Profundizó en esta realidad, central para el cristianismo, al comentar con motivo de la oración mariana del Ángelus el pasaje evangélico de la resurrección de Lázaro (Juan 11, 1-45), «prueba viviente de la divinidad de Cristo, Señor de la vida y de la muerte».

Dirigiéndose a los miles de peregrinos presentes en la plaza de San Pedro del Vaticano, el Papa constató cómo «esta página del Evangelio muestra a Jesús como verdadero Hombre y verdadero Dios».

Por una parte muestra su humanidad, pues «el evangelista insiste en su amistad con Lázaro y con las hermanas Marta y María. Subraya que Jesús les amaba, y por este motivo quiso realizar el gran prodigio».

Por otra parte, manifiesta su divinidad, «expresando con la metáfora del sueño el punto de vista de Dios sobre la muerte física: Dios la ve como un sueño, del que se puede despertar».

«Jesús demostró un poder absoluto ante esta muerte», dijo el Papa desde la ventana de su estudio, recordando otros pasajes evangélicos, como el del joven hijo de la viuda de Naím (Cf. Lucas 7, 11-17) y a la niña de doce años (Cf. Marcos 5, 35-43).

«Este señorío sobre la muerte no impidió a Jesús experimentar sincera «com-pasión» por el dolor de la lejanía. Viendo llorar a Marta y María y a cuantos habían venido a consolarle, también Jesús «se conmovió interiormente, se turbó» y «se echó a llorar»».

«El corazón de Cristo es divino-humano –aclaró el Papa–: en él Dios y Hombre se han encontrado perfectamente, sin separación y sin confusión. Él es la imagen, más aún, la encarnación del Dios que es amor, misericordia, ternura paterna y maternal, del Dios que es Vida».

Ante esta realidad, centro de la fe cristiana, Benedicto XVI invitó a todos los creyentes a una profesión de fe: «Sí, ¡Señor! Nosotros también creemos, a pesar de nuestras dudas y de nuestras oscuridades; creemos en Ti, porque Tú tienes palabras de vida eterna; queremos creer en Ti, que nos das una esperanza confiable de vida más allá de la vida, de vida auténtica y llena en tu Reino de luz y de paz».

Esta fe y esta esperanza, concluyó, es particularmente necesaria «en los momentos de mayor prueba y dificultad».

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ZENIT Staff

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