CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 19 enero 2007 (ZENIT.org).- Publicamos el discurso que dirigió Benedicto XVI a una delegación ecuménica procedente de Finlandia con motivo de la fiesta de san Enrique, patrón de esa nación.
* * *
Queridos obispos Peura y Wróbel,
distinguidos amigos:
Con alegría os doy la bienvenida, miembros de la delegación ecuménica de Finlandia, que visitáis Roma con motivo de la fiesta de san Enrique, patrón de vuestra nación.
Vuestra presencia aquí coincide este año con la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. El tema de la semana, «Hace oír a los sordos y hablar a los mudos» (Marcos 7, 37), ilustra cómo Jesús nos libera a todos nosotros de la sordera espiritual, permitiéndonos escuchar su palabra de salvación y proclamarla a los demás. Esta tarea de común testimonio con las palabras y los hechos alimenta nuestro camino ecuménico. Al acercarnos a Cristo, convirtiéndonos a su verdad y a su amor, nos acercamos más los unos a los otros.
El desarrollo de las relaciones entre los cristianos en los últimos años en Finlandia ofrece muchas esperanzas para el futuro del ecumenismo. Hoy día rezan y trabajan juntos con entusiasmo, dando testimonio común de la palabra de Dios.
Todos los hombres y mujeres buscan o necesitan escuchar precisamente este convincente testimonio de las verdades del Evangelio que constituyen nuestra guía y salvación. Por parte de los cristianos esto exige valentía. De hecho, como sugerí en las vísperas ecuménicas durante mi visita a Baviera, todo «debilitamiento del tema de la justificación y del perdón de los pecados, en último término, es resultado de un debilitamiento de nuestra relación con Dios. Por eso, nuestra primera tarea consistirá tal vez en redescubrir al Dios vivo en nuestra vida, en nuestro tiempo y en nuestra sociedad».
En la Declaración Conjunta sobre la Justificación, luteranos y católicos han cubierto una considerable distancia desde el punto de vista teológico. Todavía queda mucho trabajo y es alentador que el diálogo luterano-católico nórdico en Finlandia y Suecia esté examinando el tema «La Justificación en la vida de la Iglesia».
Espero y rezo para que esas conversaciones contribuyan realmente a la búsqueda de la unidad plena y visible de la Iglesia, mientras ofrecen al mismo tiempo una respuesta cada vez más clara a las cuestiones fundamentales que afectan a la vida y a la sociedad.
Con la confianza de que el Espíritu Santo es el auténtico protagonista del movimiento ecuménico (Cf. «Unitatis Redintegratio» 1, 4), sigamos rezando y trabajando por la edificación de lazos más cercanos de amor y cooperación entre luteranos y católicos en Finlandia. Invoco sobre todos los queridos finlandeses las abundantes bendiciones de paz y de alegría.
[Original text: English
© Copyright 2007 – Libreria Editrice Vaticana]