PAMPLONA, martes, 9 enero 2007 (ZENIT.org).- Instrumento eficaz en la nueva evangelización, llamada de atención a los teólogos –para que se abran a la vida de los cristianos- y a los creyentes –para su formación permanente y su apertura también a la teología-: es la misión de la Teología pastoral, explica el sacerdote y profesor de esta materia Ramiro Pellitero.
Docente de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra (España), el profesor Pellitero ha publicado un nuevo volumen, esta vez bajo el título «Teología pastoral: panorámica y perspectivas» (editorial Grafite, Bilbao 2006).
–¿Qué importancia tiene la Teología pastoral en el currículo teológico?
–Prof. Pellitero: Es una asignatura que a partir del Concilio Vaticano II ha ido cobrando una importancia creciente, encaminada a promover la acción evangelizadora. También de hecho la mayoría de los documentos recientes del Magisterio, tanto universal como local, tienen «carácter pastoral», y es, por tanto, de gran utilidad poseer al menos una formación básica en estos temas, también para poder apreciar los contenidos de esos documentos con mayor hondura.
–Como disciplina académica, la Teología pastoral existe desde el siglo XVIII. ¿Cómo se entiende hoy?
–Prof. Pellitero: En muchos lugares, sigue concebida como la Teología de la praxis de los Pastores (ministros sagrados), como indica su nombre, en sentido estricto; lógicamente, después del Concilio la tarea de los Pastores se comprende desde una eclesiología de comunión. Por otra parte, la Iglesia la edifican todos los cristianos, y por tanto, es conveniente una materia que tenga por objetivo la acción de la Iglesia, y que se sitúe en diálogo con las modernas «ciencias humanas» (como son la pedagogía, la psicología, la sociología, etc.). Este segundo enfoque, más amplio, es el que, a mi entender, es más fecundo.
–¿Cómo se inserta, entonces, la Teología pastoral en el conjunto de la teología?
–Prof. Pellitero: El punto de partida es que la Teología es una y es ciencia de la fe. Ahora bien, la fe es plena cuando es vivida. La fe plasma tanto la vida del creyente como de la comunidad cristiana.
Por tanto, toda la teología posee una dimensión pastoral o práctica, una íntima relación con la vida. Hoy parece fundamental tomar conciencia de esta relación entre la teología y la vida cristiana o la praxis eclesial. Porque con frecuencia, o bien se cultiva una teología lejana o aislada de la praxis eclesial, o bien se cultiva una pastoral tendente al activismo, que prescinde de la contemplación y también de la teología.
–Si esto es cuestión de toda la teología, ¿para qué se necesita específicamente esta ciencia? ¿Es sólo para especialistas?
–Prof. Pellitero: Precisamente es misión de esta (relativamente) nueva disciplina: por un lado, llamar la atención de los teólogos para que se abran a la vida y la misión de los cristianos; por otro lado invitar a todos los creyentes, para que abran su vida y su acción a la teología. Cuando digo teología, no me refiero sólo a los que la cultivamos académicamente, sino al «hábito espontáneo» de teologizar (explicar «las razones de nuestra esperanza»), que conviene iniciar en todo cristiano desde el uso de razón. Esto es muy importante en las circunstancias actuales de «nueva evangelización». La Teología pastoral es, por eso, un instrumento muy adecuado para la formación permanente de todos los cristianos.
–Desde el punto de vista docente, ¿qué puede o debe proponerse el profesor de Teología pastoral?
–Prof. Pellitero: La Teología pastoral se dirige a fortalecer las convicciones y configurar las disposiciones y actitudes, en orden a la acción del cristiano. Se propone subrayar los fundamentos teológicos de la práctica pastoral y eclesial, y al mismo tiempo, invitar a pensar teológicamente esa práctica, extrayendo conclusiones, criterios y orientaciones con el fin de mejorarla.
No hay que pensar que porque se sepan los fundamentos teológicos, y estos sean correctos, automáticamente se van a «aplicar» en la práctica; hay que tener en cuenta que, ante todo, es preciso dejar actuar a Dios, contando también con las capacidades y las limitaciones humanas, y sin perder de vista la Cruz. Por eso conviene preguntarse los motivos de nuestra actuación, cómo mejorarla y evaluar esa mejora.
–¿Podría decir algún ejemplo concreto de cuestiones que se abordan en este libro?
–Prof. Pellitero: Además de valorar lo que, en esta materia, se ha estudiado después del Concilio en diversas áreas lingüísticas (germana, francófona, italiana, española, anglófona), he querido subrayar algunas cuestiones fundamentales.
Quizá la más importante es que, a partir de la Encarnación del Hijo de Dios, la acción eclesial (el apostolado de los cristianos) es signo e instrumento del actuar de Cristo y del Espíritu Santo: éste es el criterio fundamental para comprender, interpretar y mejorar la acción eclesial. Por eso la «eficacia» del apostolado depende sobre todo de la «calidad» de la vida cristiana (unión con Cristo), vivida en la comunión eclesial.
Asimismo es clave comprender la relación entre la fe, los sacramentos y el servicio de la caridad (que la encíclica «Deus caritas est» ha querido reforzar). Grandes temas «pastorales» o «prácticos» son también la santidad y la oración (principalmente a partir de la celebración litúrgica): ambas se sitúan en el núcleo mismo de la acción eclesial como impulso que lleva a colaborar con la salvación. Por otra parte, el seguimiento de Cristo (la santidad) y la oración (como expresión del diálogo con Dios en que consiste la vida cristiana) se deben traducir en un servicio concreto a todas las personas y al mundo.
–¿Y sobre los contenidos concretos de su propuesta docente?
–Prof. Pellitero: Una vez clarificados sus fundamentos, la teología pastoral se comprende bien como «eclesiología práctica» al alcance de todos. Se ocupa de la misión de la Iglesia en el mundo aquí y ahora, en relación siempre viva con la Trinidad; el discernimiento de la voluntad de Dios según los «signos de los tiempos» («alma» del método teológico-pastoral); la complementariedad de las estructuras eclesiales (universales y locales); los «responsables» (todos los cristianos) de la evangelización y sus diversas «tareas» (pastoral y ecuménica, misionera y de «nueva evangelización»).
En cuanto a las acciones eclesiales concretas, la trama se construye, como ya he dicho, sobre el trinomio Palabra-Culto-Servicio. Por tanto, a la Teología Pastoral le corresponde estudiar:
– En primer término, la transmisión de la fe por medio de la palabra (el primer anuncio de la fe, el testimonio y el diálogo, la predicación, la catequesis y la enseñanza de la Religión).
– En segundo lugar, la celebración litúrgica como centro de la acción eclesial (es decir, la pastoral de los sacramentos y las acciones que giran en torno a ellos: la iniciación cristiana, la formación de los jóvenes y los adultos; la pastoral familiar y vocacional; la pastoral de la penitencia, la atención a los ancianos y a los enfermos).
-En tercer lugar, la vida y acción de los cristianos como servicio de caridad (aquí encuentran su puesto temas como la evangelización en conexión con la promoción humana, el trabajo como medio de santificación y apostolado, el amor preferencial por los pobres y necesitados, la evangelización de la cultura y las culturas, y la actitud de los cristianos en un ambiente de pluralismo religioso).