Dios camina junto a los cubanos, creyentes o no creyentes, asegura el Papa

Mensaje en el vigésimo aniversario del Encuentro Nacional Eclesial Cubano

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CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 15 febrero 2006 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha tomado papel y pluma para asegurar a todos los cubanos, creyentes o no creyentes, que Dios camina a su lado.

Así lo escribe en un mensaje enviado al cardenal Jaime Lucas Ortega y Alamino, arzobispo de San Cristóbal de La Habana con motivo del vigésimo aniversario del Encuentro Nacional Eclesial Cubano.

Celebrada en febrero de 1986, aquella asamblea actualizó las conclusiones del Concilio Vaticano II en el contexto del país, dando un fuerte impulso evangelizador a esa comunidad eclesial que vive en un contexto comunista.

En su misiva al cardenal Ortega, quien es además presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de la isla, el pontífice invita a analizar estos veinte años de historia de la Iglesia en Cuba, que han tenido como momento más simbólico la visita de Juan Pablo II en enero de 1998.

«Cuando ustedes en este aniversario reflexionen sobre lo vivido, tendrán que acercarse a esta realidad como camino de promesas y salvación, que han de recorrer con paso cuidadoso y compasivo, para descubrir en la experiencia los signos y las señales del Dios vivo que camina con ustedes», les dice el pontífice.

«Sí –añade–, que camina con todos los que viven en esa tierra, creyentes y no creyentes, los cercanos y los lejanos, los que siembran y los que desparraman, porque todos están invitados a la fiesta de la vida que el Padre nos regala».

El obispo de Roma recuerda las palabras que el Papa Karol Wojtyla pronunció al visitar la perla caribeña: ««Que Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba».

«Una apertura –afirma Benedicto XVI– que exige examinar primero cómo abrir el corazón y el entendimiento a las cosas de Dios; cómo abrirse mutuamente quienes conviven, creyendo y confiando unos en otros, aunque haya diferencias de modos de pensar o creencias; y en fin, cómo abrirse al ámbito mundial, con los retos de sus posibilidades y sus dificultades al mismo tiempo».

«Sólo haciéndolo desde la mirada de Dios, una mirada amorosa, se podrá llegar a la verdad de cada persona, de cada grupo y de cuantos viven en una misma tierra», subraya la misiva pontificia.

Según aclara, «mucho ha de ayudar en este camino emprendido la experiencia de oración de cada cristiano, en el silencio y la humildad del trabajo cotidiano, en la fidelidad a la fe profesada, en el anuncio implícito o explícito del Evangelio».

«Y mucho ayudará también el amor entrañable de la mayoría de los cubanos a la Madre de la Caridad del Cobre, Patrona de esa tierra desde hace tanto tiempo, que acompaña a sus moradores con ternura de madre», concluye.

Juan Pablo II siguió de cerca el Encuentro Nacional Eclesial Cubano y dirigió un mensaje especial que fue llevado por el fallecido cardenal argentino Eduardo Pironio, en aquel entonces presidente del Pontificio Consejo para los Laicos, hoy en camino de beatificación.

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ZENIT Staff

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