CRACOVIA, domingo, 28 agosto 2005 (ZENIT.org).- 70 mil fieles, 800 sacerdotes, un centenar de obispos y una treintena de purpurados acompañaron en la mañana del sábado a monseñor Stanislaw Dziwisz en su toma de posesión de la archidiócesis polaca de Cracovia.
Monseñor Dziwisz emprende su misión animado por el deseo de ser testigo fiel de Juan Pablo II, de quien fue secretario particular durante todo su pontificado (1978-2005) y desde 1966 mientras era arzobispo de la misma sede (Zenit, 3 junio 2005).
«Testigo de excepción de Juan Pablo II», pero ante todo un «pastor, responsable por el futuro de la Iglesia en Cracovia» llamado por Benedicto XVI a escribir «un nuevo capítulo» de la historia milenaria de esta sede: así dio la bienvenida al prelado el nuncio apostólico en Polonia, el arzobispo Jozef Kowalczyk, según narró «Radio Vaticano».
La ceremonia de lectura de la bula con el nombramiento de monseñor Dziwisz tuvo lugar en la histórica catedral de Wawel, que custodia las reliquias del patrono, San Estanislao, y de muchos padres de la patria.
Tras la lectura, el representante papal dio las gracias al cardenal Franciszek Macharski, destacando su labor pastoral como encargado de la archidiócesis, así como por su labor en la Iglesia en Polonia, como miembro activo de la Conferencia Episcopal Polaca y en las Congregaciones vaticanas.
Particularmente conmovedor fue el momento en que el anciano purpurado polaco pasó el báculo, que también fue del arzobispo Wojtyla, a monseñor Dziwisz, quien se sentó en la sede.
Desde la catedral partió una larga procesión con las reliquias del Santo hacia la bellísima y monumental Plaza del Mercado, ocupada por el palco donde el nuevo arzobispo de Cracovia presidió la Eucaristía ante 70 mil fieles.
Un gran aplauso, subrayado por el tradicional sonido de la tromba de la ciudad, saludó la llegada de los dos arzobispos, el nuevo y el saliente.
Fue el cardenal Macharski quien, en sus palabras a monseñor Dziwisz, subrayó que podrá contar como patrono con San Estanislao, pero también con la protección de otro «patrono»: Juan Pablo II. Estas palabras fueron acogidas con un fortísimo aplauso de la gran multitud.
«Invito a rezar para que, bajo la protección de san Estanislao, mártir, Juan Pablo II sea, cuanto antes, ante Dios, el nuevo santo Patrono que nos proteja en el camino de la fe como centinelas del mundo ante las dificultades», dijo el purpurado polaco.
El arzobispo Dziwisz, tras recordar al inicio de su homilía los 27 años vividos en Roma al lado del «Pedro de nuestro tiempo», expresó gratitud a Benedicto XVI por la nueva responsabilidad pastoral y pidió oración a los fieles para que, como Juan Pablo II escribió de sí mismo, pueda de ahora en adelante ser «el eslabón fuerte» de la larga tradición episcopal de Cracovia, iniciada en el año 1000.
El obispo San Estanislao «dio orientación a todo el primer milenio del cristianismo en Polonia –reconoció monseñor Dziwisz–. Para el segundo milenio Dios eligió a Juan Pablo II, un Papa a caballo de milenios significativo para nuestros tiempos».
Y volvió a aludir al fallecido Papa recordando que tuvo el «valor de tomar al hombre como programa de su Pontificado» y contribuyó a la caída de los totalitarismos, mostrando a Europa «que los valores morales que provienen del Evangelio deben ser un fundamento de la construcción social del continente y del mundo».
A los políticos el nuevo arzobispo de Cracovia pidió que se empeñen en llevar a cabo políticas de defensa del hombre en general y de los pobres, de los débiles y de los que no tienen trabajo en particular.
A las familias monseñor Dziwisz recordó que éstas son, como subraya la Iglesia fiel a Dios y a la persona humana, comunidades entre hombres y mujeres, fundadas en el verdadero amor. «De este modo la familia humana –explicó– es un ambiente natural de la primera vida humana y no puede ser sustituida por ningún otro tipo de unión».
En cuanto a los jóvenes, les pidió que sigan fielmente el mensaje de Juan Pablo II, «exigente, pero orientado hacia los valores verdaderos e importantes».
Por último monseñor Dziwisz se dirigió a los trabajadores, a quienes recordó la labor realizada por todas aquellas personas que trabajaron por construir la Iglesia y mantener las tradiciones religiosas.
Recordó igualmente el 25º aniversario de la creación del sindicato «Solidarnosc» –cuyas celebraciones presidirá como enviado especial de Benedicto XVI–, a través de cuyo trabajo se «ha demostrado a todo el mundo que se puede luchar por la justicia sin derramar sangre. Se trata de una gran lección del espíritu polaco. No podemos perderlo».
Entre los treinta cardenales concelebrantes estuvo el arzobispo de Varsovia y primado de Polonia Józef Glemp. De la Curia Romana acudieron el vicario del Papa para la diócesis de Roma –el cardenal Camillo Ruini–, el cardenal Giovanni Battista Re –prefecto de la Congregación para los Obispos–, el cardenal Crescenzio Sepe –prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos– y el cardenal Darío Castrillón Hoyos –prefecto de la Congregación para el Clero–.
A la multitud de fieles que participaron en la Santa Misa se unieron el presidente polaco, Alexander Kwasniewski, y numerosas delegaciones políticas y religiosas de toda Europa.