CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 24 agosto 2005 (ZENIT.org).- Una oficial de la Santa Sede ha revelado el espíritu de la relación que mantuvo con la Iglesia católica el hermano Roger Schutz, fundador de la Comunidad de Taizé, nacido en Suiza en la familia de un pastor reformado.
Paola Fabrizi, oficial del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, para ilustrar esta relación comenzó citando la frase conclusiva de la encíclica de Juan Pablo II sobre el ecumenismo, «Ut unum sint» (25 de mayo de 1995), en la que pedía a todos el «sacrificio de la unidad».
«Creo que ésta es la clave interpretativa del hermano Roger Schutz. Deseaba mucho ser católico, pero vivió su situación de no pertenencia a la Iglesia católica como un auténtico sacrificio para mostrar a los demás cómo era doloroso también el no poder compartir plenamente la llamada de Cristo», afirmó Fabrizi en una entrevista emitida por «Radio Vaticano».
«Por tanto, hacía un llamamiento, a los jóvenes que se encontraban en Taizé, a que se dieran cuenta de lo dulce e importante que era vivir juntos el testimonio de Cristo», añade la oficial, quien mantuvo muchos contactos con el hermano Roger.
«Ésta es la lección que hay que aprender del testimonio del hermano Roger Schutz: esos miles de jóvenes reunidos juntos que, en todos los idiomas, dirigen espontáneamente al Padre la oración por la unidad», concluye.