ROMA, 21 mayo 2002 (ZENIT.org).- Los atentados del 11 de septiembre han desencadenado una revalorización de la propia identidad, que debe ser inclusiva (no excluyente), y que interpela a los cristianos, afirma el presidente del episcopado italiano.
El cardenal Camillo Ruini, quien es además vicario del Papa para la diócesis de Roma, abrió este lunes las sesiones de la 49 Asamblea General de los obispos italianos con un discurso en el que pone de relieve un panorama internacional «turbado y cambiado» en profundidad.
Echando una mirada al panorama internacional, el presidente de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI) se detuvo a analizar las enseñanzas de los sucesos que se desencadenaron con los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono.
Indicó que la atención sobre el fenómeno islámico ha suscitado también en los países occidentales una reacción profunda que contiene un impulso «a redescubrir y valorar por nuestra parte aquella identidad que históricamente y culturalmente nos pertenece y que en gran medida es una identidad cristiana».
Indicó que, ahora, se trata «de orientar este redescubrimiento en sentido auténticamente cristiano, liberándola de pulsiones contradictorias y peligrosas, pero sin dejar que se pierda la voluntad positiva que encierra este reclamo».
Al afrontar la situación interna de Italia, el cardenal Ruini llamó la atención ante las estériles tensiones entre los partidos e hizo un llamamiento a la clase política para que trabaje «sobre los problemas concretos del país».
Tras la huelga general del pasado 16 de abril, indicó que, para salir del periodo de agudas tensiones y promover el desarrollo económico es necesario conjugar una mayor conciencia de la necesidad de la innovación con un fuerte sentido de justicia y solidaridad social.
Sobre el fenómeno de la inmigración, señaló que es necesario tutelar la legalidad y una eficaz regulación de los ingresos, junto un acercamiento solidario y respetuoso de los inmigrantes.
Se detuvo en la grave crisis demográfica que atraviesa Italia a causa de la escasez de nacimientos y envejecimiento. En este sentido, expresó «la urgencia de imprimir una nueva tendencia, con una política orgánicamente dirigida a la familia en cuanto tal, que facilite la formación de las familias y las apoye en sus fundamentales tareas generativas y educativas, pues representan un interés general de la entera sociedad».
Por ultimo se refirió al debate que se ha suscitado en Europa en los últimos meses en torno a la eutanasia, cuya aprobación «infligiría una ulterior gravísima herida a los fundamentos de nuestra convivencia civil».
Para el cardenal Ruini la solución para los enfermos incurables no es la eutanasia sino «la cercanía humana y cristiana, además de los cuidados médicos, incluidos los paliativos sin ceder al ensañamiento terapéutico».