VENECIA, 11 junio 2002 (ZENIT.org).- La fe en Dios da pleno sentido a la salvaguarda del ambiente, aseguró el patriarca de Venecia, Angelo Scola, al concluir un simposio ecológico organizado por el patriarcado de Constantinopla.
Monseñor Scola, en su intervención ante el Simposio «Religión, Ciencia y Medio Ambiente» — celebrado del 5 al 10 de junio en un crucero por el Mar Adriático en el que participaron importantes líderes cristianos y científicos –, pidió superar la «óptica miope» de la «cultura dominante».
«Por una parte reduce todo lo que se puede conocer a lo empíricamente mensurable y por otra tiende a hacerlo coincidir con lo «técnicamente» posible», afirmó el patriarca al intervenir en el Palacio Ducal.
En la misma sesión, tuvo lugar la firma de Juan Pablo II y del patriarca de Constantinopla Bartolomé I –«primus inter pares» de las Iglesias ortodoxas– de una declaración conjunta sobre el medio ambiente. El Papa se unió a los presentes en la ciudad de las góndolas a través de la conexión por satélite.
Los credos –subrayó el patriarca de Venecia– pueden desempeñar un papel decisivo para contradecir esta tendencia cuya «miopía» no lleva a considerar el medio ambiente como «morada del hombre», sino «simplemente como el objeto de toda manipulación posible».
El patriarca consideró que la amenaza que hoy se cierne sobre el ambiente es «la arrogancia humana y la falta de habilidad para organizar una defensa coherente de los ecosistemas».
Subrayó, entre los méritos de este simposio, el afrontar en clave ético-antropológica problemas medioambientales como el de las aguas, un argumento que para Venecia es de dramática actualidad.
El hombre «está destinado a interactuar con el cosmos», que equivocadamente está considerado como «contenedor extrínseco de la vida», de la persona, y de los pueblos.
«Por el contrario –dijo Scola–, es espacio habitado y tiempo vivido porque, en cuanto prolongación de cuerpo personal y social, se hace expresión de toda la sociedad. En el medio ambiente toma rostro la historia edificada por el entrelazamiento de las vivencias personales y comunitarias de hombres y pueblos, sujetos generadores de civilización, arte y cultura».
En este contexto, subrayó el papel de las religiones como constructoras de civilización, aunque después del 11 de septiembre han sido a veces sospechosas de ser «piedras de tropiezo».
«Tras los terribles atentados del 11 de septiembre de 2001 –reconoció el patriarca de Venecia–, muchos han invitado a los hombres de las religiones a poner entre paréntesis su fe, bajo sospecha de ser una de las causas principales de este choque entre civilizaciones que parece amenazar el alba del tercer milenio».
El simposio organizado por el patriarcado de Constantinopla, concluyó, «muestra, por el contrario, que las religiones, en la medida en que saben evitar toda desviación ideológica, lejos de ser piedra de tropiezo son recursos precisos para la construcción de civilizaciones en recíproco diálogo».