CIUDAD DEL VATICANO, 29 octubre 2002 (ZENIT.org).- El mundo globalizado, marcado por la «crisis de identidad», necesita hoy misioneros contemplativos; afirma Juan Pablo II en un mensaje enviado a los Misioneros de Marianhill con motivo de su capítulo general. <br>
En la misiva, hecha pública este martes por la Sala de Prensa de la Santa Sede, el Papa comenta el tema de este encuentro, «Analizar nuestra identidad y espiritualidad al alba de una nueva era», y afirma que en el nuevo contexto el auténtico reto del misionero es la santidad.
Los misioneros de Marianhill, constata el Papa, deben proclamar hoy el Evangelio «en un mundo cada vez más globalizado, turbado por una «crisis de identidad» y por «una forma de pensar ambigua»».
«En la nueva era que se abre ante vosotros debéis ser verdaderos misioneros y verdaderos santos, porque la santidad es el núcleo de vuestra vocación», afirma recordando el mensaje dejado por el fundador de esta familia misionera, el abad Franz Pfanner.
«Fieles a la tradición benedictino-trapense en la que se basa vuestra vida consagrada, vuestro apostolado misionero florecerá y dará frutos siguiendo cuanto está profundamente enraizado en el principio «ora et labora»», asegura.
Este principio, aclara, garantiza «el equilibrio del misionero contemplativo, el testigo que permanece inmerso en la oración incluso cuando se dedica arduamente a su apremiante compromiso activo».
«En un mundo donde el drama humano está caracterizado demasiado a menudo por la pobreza, la separación y la violencia, el seguir a Cristo exige que las personas consagradas respondan con valor a la llamada del Espíritu a una conversión constante, para poder dar renovado vigor a la dimensión profética de su vocación», concluye el mensaje pontificio.
Los Misioneros de Mariannhill fueron fundados en 1882 como congregación religiosa por el Monasterio Trapense de Mariannhill en Kwa Zulu Natal (Sudáfrica). Hoy los misioneros son 384 sacerdotes y hermanos, con comunidades en América, África, Oceanía y Europa.