ROMA, 21 sep (ZENIT.org).- La discriminación de la mujer tiene incluso repercusiones económicas: ralentiza el desarrollo. Esta es una de las conclusiones del informe anual «Estado de la población en el mundo», presentado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Población ayer en Roma. Por tanto, concluye el documento, la promoción de la mujer es clave para el desarrollo de los países pobres.
Según el informe, «garantizar a mujeres y hombres los mismos derechos e igual acceso a la educación, ocupación, propiedad y crédito, favorece la participación de las mujeres en la vida pública, mejora la salud de la población, ralentiza el crecimiento demográfico y refuerza el crecimiento económico en su conjunto».
El documento ofrece cifras dramáticas sobre abortos que prueban cómo la solución del problema no es la supresión del niño sino resolver los problemas de la mujer: «Cada año, las mujeres sufren 50 millones de abortos, de los que 20 millones son practicados en condiciones de inseguridad que provocan la muerte de 78.000 mujeres». Y «al menos una cuarta parte de los abortos arriesgados afecta a jóvenes de entre 15 y 19 años».
Respecto a la contracción del virus del sida, el género femenino está alcanzando al masculino rápidamente y sobrepasándolo en el número de infecciones: «En Africa, el número de mujeres seropositivas ha superado ya en dos millones el de los hombres».
La tragedia de las mutilaciones genitales femeninas «afecta a más de 100 millones de mujeres y jóvenes sobre todo en Africa y Asia occidental». Practicadas sin anestesia y en condiciones higiénicas precarias, a menudo provocan «graves infecciones, shock hemorrágico e incluso la muerte», incrementando «el riesgo de partos difíciles y de muerte de parto».
Si al menos una mujer sobre tres ha sido golpeada u obligada a tener relaciones sexuales, además «dos millones de niñas de entre 5 y 15 años son introducidas cada año en el mercado del sexo. Y son quizá cinco mil las mujeres asesinadas anualmente por miembros de su familia, víctimas de los
llamados delitos de honor». En India, cada hora una mujer es violada y cada día son asesinadas 14 por la familia del marido. Cada año en Jordania entre 25 y 50 son víctimas de los delitos de honor. En Pakistán los delitos de honor serían de cerca de mil al año.
El informe indica que «la actividad económica de las mujeres es subestimada porque a menudo se desarrolla en el sector informal, mientras que una mejor contabilización podría dar impulso a inversiones y a mayor productividad».
En Kenia, dar a las mujeres las mismas ayudas que a los hombres «puede incrementar el rendimiento agrícola en más de un 20%». En América Latina, eliminar la desigualdad en el mercado laboral «llevaría a un aumento del 50% de los salarios de las mujeres y a un incremento del 5% de la producción nacional».
El producto interior bruto de los países donde las estudiantes son como máximo 3 por cada 4 hombres puede ser inferior incluso en un 25% al de los países en los que hay paridad de la instrucción. El ejemplo de los «tigres asiáticos» es evidente: entre los años 60 y 80 esos países han experimentado tasas de crecimiento económico de hasta un 8% anual, un resultado en el que han contribuido, según la ONU, en un 30% las inversiones en salud e instrucción para las mujeres. «El aumento de la escolarización secundaria femenina en un 1%, incrementa el crecimiento económico en un 0,3%», según el informe.