KAMPALA, 6 junio 2003 (ZENIT.org–Fides).- El cardenal Crescenzio Sepe presentó el martes, ante miles de peregrinos, las figuras de los Mártires de Uganda como una llamada de atención al país sobre la única vía posible para alcanzar una paz duradera: el perdón, la justicia y la verdad.
En el marco de su visita pastoral a Uganda, el prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos presidió una concelebración eucarística en el Santuario de los Mártires Ugandeses de Namugongo, en la periferia de Kampala, el día de su fiesta litúrgica.
«En Carlos Lwanga y Matia Mulumba y sus compañeros mártires, así como en el caso de Daudi Okelo y Jildo Irwa –jóvenes catequistas mártires en Paimol, beatificados el pasado 20 de octubre– se actualiza aquello que Tertuliano escribió en los primeros años de la Iglesia perseguida: la sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos», recordó el cardenal Sepe.
«De hecho –reconoció el purpurado–, después de la persecución, Uganda ha conocido un florecimiento del cristianismo como quizá ningún otro país de África».
Subrayando ante los peregrinos presentes que recordar a los mártires significa «aprender de ellos a vivir como auténticos cristianos y verdaderos africanos», el purpurado sintetizó el ejemplo de los Mártires de Uganda.
Son ejemplo de fe y de coherencia porque «aún siendo muy jóvenes comprendieron la vocación cristiana hasta el fondo y vivieron los valores de la fe con determinación».
«Estos hijos de África –añadió– son un ejemplo y un desafío para cuantos hoy no tienen la fuerza y el coraje de permanecer fieles y se alejan de la comunidad cristiana dejándose llevar por nuevas doctrinas, traicionan la fe, abandonan la Iglesia y viven como si fueran enemigos del pueblo cristiano».
El cardenal Sepe señaló asimismo el celo apostólico de los mártires de Uganda, quienes comprendieron que «no basta recibir el gran don de la fe, sino que es necesario transmitirlo con una vida coherente y con la palabra convincente».
«Con su ejemplo heroico de sufrir la violencia en vez de cometerla, llaman la atención de Uganda, sufriente y devastada por las divisiones étnicas y políticas, hacia la única vía que se debe recorrer para alcanzar una sólida unidad y una paz duradera: ejercitar el perdón, la reconciliación, buscar la justicia y la verdad», concluyó.
La violencia convulsiona el norte de Uganda
Dirigiéndose también a la intercesión de los Mártires de Uganda, el arzobispo de Gulu, monseñor John Baptist Odama, constató el aislamiento que padecen los centros habitados de los distritos «Acholi» de Gulu, Kitgum y Prader, que está provocando numerosas víctimas por hambre y enfermedades, una situación que puede desembocar en una «catástrofe humanitaria» si no se detiene la guerra.
En efecto, la gran región «Acholi» padece a diario las masacres y vejaciones cometidas por los rebeldes del LRA («Ejército de Resistencia del Señor») contra la indefensa población civil.
«La nuestra no puede ser definida como una guerra de religión», afirmó monseñor Odama, presidente del ARLPI –«Iniciativa para la Paz de los Líderes Religiosos de la región Acholi»–, una organización que promueve la paz en los distritos del norte de Uganda poblados por la etnia Acholi y desde hace más de una década atormentados por la guerrilla del visionario rebelde Joseph Kony.
Dirigido por Kony, el «Ejército de Resistencia del Señor» (LRA) lucha contra el gobierno por la creación de un Estado basado en la observancia de pretendidos conceptos «bíblicos». Sin embargo, el líder no reivindica ninguna pertenencia a cualquiera de las tres grandes religiones monoteístas: cristianismo, judaísmo e islamismo.
En cualquier caso, de acuerdo con el prelado, la situación es insostenible en todo el territorio de su archidiócesis. «No podemos seguir adelante aceptando con fatalismo un inexorable destino que parece querer borrar de la faz de la tierra a toda una etnia», recoge la agencia misionera Misna .
Para monseñor Odama, es necesario que «toda la nación ugandesa tome conciencia del drama que vive el pueblo Acholi».
El arzobispo pide también «mayor interés de la comunidad internacional» hacia la tragedia que vive Uganda. «La ONU tiene las personas, los medios y las competencias para ayudarnos a encontrar una salida: ¡es cuestión de vida o muerte para nuestra gente!», advierte.