BRUSELAS, 13 junio 2003 (ZENIT.org).- Después de 16 meses de sesiones de trabajo, la plenaria de la Convención Europea aprobó este viernes por consenso –no por unanimidad– el borrador final de la Constitución Europea.
Se ha mantenido el segundo párrafo del «Preámbulo» que inspira la Constitución en «las herencias culturales, religiosas y humanistas de Europa, que siguen presentes en su patrimonio y han hecho arraigar en la vida de la sociedad su visión del valor primordial de la persona y de sus derechos inviolables e inalienables, así como del respeto al derecho».
Se trata de una solución de compromiso, pues para no citar el cristianismo, los miembros de la Convención decidieron eliminar del primer borrador la referencia a las civilizaciones griega y romana, así como a la Ilustración, como inspiradoras de los valores europeos.
Monseñor Aldo Giordano, secretario general del Consejo de las Conferencias Episcopales Europeas (CCEE), considera positiva la mención a la «religión», pero ha hecho pública su decepción por la ausencia de «una referencia clara a las raíces judeo-cristanas», configuradoras del continente.
Los jefes de Estado o de Gobierno de la Unión Europea se pronunciarán la próxima semana en el Consejo Europeo de Salónica (Grecia) sobre este texto, y la Conferencia Intergubernamental que se abrirá el próximo otoño lo tomará como base para la reforma de los Tratados.
El presidente de la Convención europea, Valery Giscard D’Estaing, al presentar oficialmente la propuesta de Constitución para la Unión Europea reconoció que el resultado «no es perfecto pero es inesperado», y creará una «Europa soberana en el mundo».
La entrada en vigor de la Constitución está prevista para el año 2009.