CIUDAD DEL VATICANO, 30 junio 2003 (ZENIT.org).- Según el secretario vaticano para las Relaciones con los Estados, el borrador de la Constitución Europea demuestra que Europa ya no es un proyecto, sino una construcción orgánica –levantada gracias al consenso de los miembros de la Convención– que recoge numerosas opiniones y valores comunes gracias al diálogo con diferentes sectores de la sociedad civil.
La reciente cumbre de Salónica (Grecia), concluida el 21 de junio, se dedicó en primer término al borrador de Constitución de la UE, presentada por el presidente de la Convención, Valéry Giscard d’Estaing, a los jefes de Estado y de gobierno.
Reflexionando sobre el texto presentado, el arzobispo Jean-Louis Tauran subrayó la importancia del artículo 2, relativo al respeto de la dignidad humana, si bien constató ante los micrófonos de Radio Vaticana que persisten las lagunas de la Carta de los derechos fundamentales de Niza relativas, por ejemplo, a la clonación, el matrimonio y la familia.
«En cualquier caso –añadió– es positivo que por primera vez en la historia de los tratados europeos se haya introducido un artículo propuesto por todos los cristianos europeos en virtud del principio de subsidiariedad».
«La Unión, de hecho, se compromete a respetar el Estatuto del que gozan las confesiones religiosas según las legislaciones nacionales de los Estados miembros», mencionó monseñor Tauran.
Igualmente, se recoge el compromiso de mantener un diálogo constante con las confesiones religiosas, «reconociendo así –continuó el prelado– su identidad y su contribución específica al diálogo público de la sociedad europea».
Por lo tanto, «aún manteniendo ciertas preocupaciones respecto, por ejemplo, al patrimonio cristiano, se trata de una construcción positiva que ciertamente marca un nuevo capítulo en la historia de Europa», concluyó el arzobispo Jean-Louis Tauran.
