Alegría en California por la canonización de fray Junípero Serra

Francisco anunció durante el vuelo a Filipinas que canonizará al franciscano español en Estados Unidos en septiembre de 2015

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Dos obispos de California han expresado su alegría y gratitud por la canonización del franciscano español Junípero Serra, anunciada por el santo padre Francisco en el vuelo de este jueves, que le llevaba de Sri Lanka a Filipinas en su séptimo viaje internacional.

«Estamos muy agradecidos a nuestro Santo Padre Francisco por este regalo a California y a América», dijo el arzobispo de Los Ángeles, José Gomez. «Creo que la canonización del padre Serra ayudará a la nueva evangelización de la Iglesia. Nos recordará que nuestro Estado,  nuestro país y todo el continente americano, se basan en fundamentos cristianos». También el arzobispo Salvatore Cordileone de San Francisco expresó gratitud y alegría por el anuncio de la canonización. «Todos estamos eufóricos por la noticia de la canonización del beato Junípero Serra», haciendo referencia a futuro santo como «el gran apóstol aquí en California».

Será una canonización equivalente. Tal y como explicó el Santo Padre, este tipo de canonización «se usa cuando desde hace mucho timepo un hombre o una mujer es beato, beata, y tiene la veneración del pueblo de Dios, de hecho es venerado como santo, y no se hace el proceso del milagro».  Junto con otros ejemplos que dio en el avión — José de Anchieta, José Vaz– Francisco ha señalado que han jhecho una fuerte evangelización y están en sintonía con la espiritualidad y la teología de la Evangelii gaudium.

En este franciscano, encontramos “un fúlgido ejemplo de unidad cristiana y espíritu misionero” dijo san Juan Pablo II el 25 de septiembre en la plaza de San Pedro el día de la beatificación de este Siervo de Dios. Asimismo explicó que su gran objetivo era llevar el Evangelio a la población autóctona de América, para que también ellos pudieran ser “consagrados en la verdad”. Tal y como explicó el Pontífice polaco, durante muchos años se dedicó a esta tarea en México, en la Sierra Gorda y en California. “Esparció las semillas de la fe cristianas en medio a tumultuosos cambios provocados por la llegada de los colonos europeos al Nuevo Mundo”, indicó. “Era un campo de compromiso misionero que requería paciencia, perseverancia y humildad, además de amplitud de miras y valentía”, explicó san Juan Pablo II. Y añadió que “contando con el poder divino del mensaje anunciado, el padre Serra guió a Cristo a los pueblos autóctonos”. Además, el Papa dijo en la homilía que el padre Serra era muy consciente de las virtudes heroicas de estos pueblos “y trataba de promover su auténtico desarrollo humano sobre la base de su nueva del pueblo creado y redimido por Dios”. Finalmente, definió al padre Junípero Serra como “modelo ejemplar de evangelizador lleno de abnegación”.

BIOGRAFÍA

El 24 de noviembre de 1713 nació en Petra (Mallorca), del matrimonio formado por Antonio Serra y Margarita Ferrer, un niño a quien se le impuso en el bautismo el nombre de Miguel José. Vino al mundo en el humilde hogar de una familia sencilla, de modestos labradores, honrados, devotos y de ejemplares costumbres.

A la edad de 15 años empieza a asistir a las clases de filosofía en el convento de San Francisco de Palma y, sintiéndose llamado por la vocación religiosa, al año siguiente viste el hábito franciscano en el convento de Jesús, extramuros de la ciudad. El 15 de Septiembre de 1731 emite los votos religiosos, cambiando el nombre de Miguel José por el de Junípero.

Fue docente en el convento de San Francisco y cuando se había hecho acreedor de los mayores honores y aplausos, decidió dejarlo todo para seguir la vocación misionera.

Tras una larga y peligrosa travesía de 99 días, llegó a Veracruz en las costas mexicanas. Con otro compañero hizo a pie la caminata de cien leguas, hasta el Colegio de Misioneros de San Fernando en la Capital de México.

A los seis meses de su llegada lo vemos ya enrolado, como Presidente, en un grupo de voluntarios camino hacia el corazón de la Sierra Gorda, en donde inicia su brillante carrera misionera. Ocho años estuvo en aquellas inhóspitas tierras, donde tantos otros habían fracasado. Su historial fue muy diferente. Siempre infatigable y emprendedor, aprende la lengua nativa. Enseña a cultivar la tierra. Monta granjas y talleres. Inicia a los indios en los más elementales rudimentos de las ciencias y las artes. Les adiestra igualmente en el comercio. Les instruye particularmente en los principios doctrinales de la fe católica. Los misioneros emulan las iniciativas y logros de Serra.

Por aquel tiempo se suprimieron los Jesuitas en todos los territorios españoles y, en consecuencia, quedaron abandonadas las misiones de la Baja California. El Gobierno del Virreinato encargó a los franciscanos llenar ese vacío, y de nuevo tenemos al P. Serra, también como Presidente y voluntario, al frente de una expedición de dieciséis religiosos.

Más adelante emprendió una misión junto con el Visitador General y el primero de julio de 1769 llegan al puerto de San Diego y, mientras las tropas izan la bandera de España y levantan el campamento, el P. Serra enarbola la cruz y funda la primera misión en la Alta California.

Se reanuda la marcha siguiendo el rumbo prefijado, y tan pronto como llegan a Monterrey, Fray Junípero se instala junto al Río Carmelo, donde funda la segunda misión, misión que se convirtió en su residencia habitual, de la que partiría tantísimas veces para ensanchar las fronteras de la conquista espiritual.

Fundaron las misiones de San Diego, San Carlos en Carmelo, San Antonio, San Gabriel y San Luis Obispo; ahora se establecerán las de San Francisco, San Juan de Capistrano, Santa Clara y San Buenaventura. Además, se inicia la fundación de Santa Bárbara, que el P. Serra no llegará a ver porque falleció antes.

Su celo por las almas y su dinamismo por levantar más obras, lo espoleaban continuamente para trasladarse de cerro en cerro, entre valles y montañas, y así poder congregar al indio disperso y desprovisto de todo, dándole cobijo y sustento junto a la acogedora misión.

Miles y miles de kilómetros pisó en su fecunda vida. Cojeando y valiéndose de un bastón, cruza repetidas veces los floridos campos californianos para visitar las misiones y estar con sus hermanos los misioneros. A todos escucha y atiende. Se hace cargo de cada situación concreta. Busca y presenta acertadas soluciones. Da nuevas orientaciones y consejos acertados. Predica, bautiza, confirma, confiesa y aún le queda tiempo, para él el más precioso, en el que se ocupa de los problemas y necesidades de sus queridos indios.

El padre Serra murió el  28 de Agosto de 1784.

Leer biografía completa http://www.franciscanos.org/santoral/junipero02.html

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ZENIT Staff

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