Atención a no instrumentalizar la Conferencia de Aparecida

Entrevista a monseñor Azevedo, arzobispo de Belo Horizonte, Brasil

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APARECIDA, lunes, 21 mayo 2007 (ZENIT.org).- Algunas interpretaciones erradas de la Conferencia de Medellín de 1968 llevaron al Papa Juan Pablo II a pedir, en la apertura de la Conferencia de Puebla en 1979, que los delegados vigilaran «la pureza de la doctrina».

Sobre la fidelidad de la Conferencia de Aparecida al Magisterio de la Iglesia, y la atención necesaria para no instrumentalizar esta reunión eclesial a favor de intereses particulares, ha hablado con Zenit monseñor Walmor Oliveira de Azevedo, arzobispo de Belo Horizonte, Brasil, delegado en el evento.

El arzobispo es presidente de la Comisión Episcopal Pastoral para la Doctrina de la Fe de la Conferencia Episcopal de Brasil (CNBB).

–La advertencia de Juan Pablo II de vigilar la pureza de la doctrina mantiene su actualidad, ¿no es verdad?

–Monseñor Walmor Oliveira de Azevedo: La fidelidad a la doctrina de la fe es un principio del que nunca se puede uno apartar, incluso cuando se abre un espacio, como es importante, para la discusión, la reflexión y la búsqueda de aclaraciones importantes sobre la realidad, los cambios y las nuevas respuestas que la Iglesia debe dar.

La fidelidad doctrinal es por tanto un principio del que no hay que apartarse. Cuando hablo de fidelidad doctrinal, me refiero a una riqueza inacabable que está en las verdades de fe, exigiendo de nosotros, tanto desde el punto de vista de un ejercicio racional e intelectual como espiritual, una búsqueda para que esta verdad, en su pureza, ilumine lo que estamos buscando, dado que no poseemos en nosotros mismos esta verdad, pero somos constantemente peregrinos en su búsqueda.

El Papa, los obispos y toda la Iglesia velan por tanto, en sus diversas competencias y responsabilidades, por la fidelidad a la fe, a su verdad y a sus principios

–En este sentido, ¿qué decir del discurso de Benedicto XVI?

–Monseñor Walmor Oliveira de Azevedo: El discurso inaugural del Santo Padre ha sido importante, redactado en modo muy inteligente, y al mismo tiempo sencillo, toca lo que es esencial, abriendo vías para nosotros, como Iglesia, en la aplicación y en el diálogo con otros segmentos de la sociedad.

Pregunta: «¿Quién puede conocer a Dios?», y prosigue mostrando la cuestión fundamental del riesgo que implica la visión de la realidad cuando aparta la cuestión de Dios de la comprensión de la misma realidad.

Por esto, afirma que prescindir de Dios a la hora de comprender la realidad quiere decir mutilar esta comprensión, porque Dios es la verdad, que para nosotros se revela como amor, y un amor que nos es revelado y dado en Cristo Jesús.

En este modo, la experiencia de fe en Dios, su búsqueda, nos permite la apropiación, la conquista de la verdad, en la medida en que revela para nosotros, ilumina para nosotros, el camino que debemos seguir: las opciones sociales, políticas, económicas, la defensa de la vida, y luego, especialmente, una experiencia de intimidad profunda con Dios, haciéndonos, en Cristo, comprometidos con la vida, que debemos promover.

–¿Qué hay que hacer para no instrumentalizar la V Conferencia o algunas de sus partes?

–Monseñor Walmor Oliveira de Azevedo: Pienso que nos encontraremos siempre frente al desafío de interpretaciones, muchas de ellas parciales, otras también inadecuadas, y muchas erradas. Nos encontramos en un contexto cultural plural, en un contexto en el que hay libertad de opinar, y en este conjunto nos desafían interpretaciones inadecuadas.

Para que esto no suceda, es necesario que haya honestidad intelectual y un conocimiento siempre profundo de los contextos, para que las personas puedan comprender adecuadamente lo que se dice, lo que la V Conferencia definirá y lo que es realmente importante para vivir la fe y para el compromiso de la Iglesia con la vida, con la persona humana y de manera muy especial con el anuncio del Evangelio.

Esto llevará a la fidelidad y no a la manipulación de lo que la V Conferencia dirá, es el entendimiento global y bien contextualizado de lo que nosotros, a la luz de la Palabra de Dios, a la luz de nuestra fe, comprendemos de la realidad, en la que queremos estar presentes dando nuestra respuesta como discípulos de Jesucristo.

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ZENIT Staff

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