Benedicto XVI ante la tumba de san Agustín

Entrevista con el prior general de la Orden inspirada por el obispo de Hipona

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PAVÍA, domingo, 22 abril 2007 (ZENIT.org).- Con motivo de la visita de Benedicto XVI a Pavía, Zenit ha dirigido algunas preguntas al padre Robert Prevost, prior general de la Orden de San Agustín.

–¿Cómo nació esta visita de Benedicto XVI tras las huellas de san Agustín?

–Padre Prevost: En octubre de 2005, junto al obispo de Pavía, monseñor Giovanni Giudici, invitamos al Papa a esta ciudad para celebrar los 750 años de la «gran unión», último acto de la fundación de la Orden de San Agustín.

En noviembre de aquel año, a través de la Secretaría de Estado, recibimos la respuesta afirmativa del Papa, para una fecha que posteriormente debería establecerse.

Este acontecimiento se ha concretado con la visita pastoral a las diócesis de Vigevano y Pavía, que ha culminado en la Basílica de San Pedro en el Cielo de Oro, lugar donde se encentran las reliquias de san Agustín, aproximadamente desde el año 725, cuando el rey de los longobardos, Liutprando, las trasladó de Cerdeña a Pavía.

–Benedicto XVI ha tenido así un momento privilegiado para rezar ante los restos del santo que tanto ha inspirado su vida y pensamiento.

–Padre Prevost: Así es, San Pedro en el Cielo de Oro, ha tenido un encuentro con el clero y los miembros de la vida consagrada, y celebro las vísperas.

El Papa está sumamente ligado a la figura de san Agustín. En 1953 escribió su tesis de doctorado sobre el santo doctor con el título: «Pueblo y casa de Dios en la doctrina de la Iglesia de san Agustín».

En la visita al seminario romano mayor, el 17 de febrero de 2007, dijo él mismo que le fascinaba la gran humanidad de san Agustín, quien desde el inicio tuvo que luchar espiritualmente para aceptar, poco a poco, la Palabra de Dios, la vida con Dios, hasta pronunciar el gran «sí» a su Iglesia. Le conquistó su teología muy personal, desarrollada sobre todo en la predicación.

El Papa ha hecho muchas referencias directas a la figura de san Agustín, como por ejemplo, durante el Ángelus del 27 de agosto de 2006, vigilia de la fiesta de san Agustín. Le presentó como el «gran párroco» en el encuentro con los párrocos y el clero de la diócesis de Roma, el 22 de febrero de 2007.

Le recuerda en la última exhortación apostólica postsinodal «Sacramentum Caritatis» al hablar de la Eucaristía como comida de la verdad, don gratuito de la Santísima Trinidad, el «Christus totus», es decir, el Cristo indivisible, al imaginar el cuerpo con su cabeza y sus miembros.

En las reflexiones de Benedicto XVI podemos ver la cumbre de esta reevaluación de los padres de la Iglesia, y en particular de san Agustín, que ya había comenzado con el Concilio Vaticano II y que puede constatarse en los principales documentos de la Iglesia.

–¿Qué les quedará a los agustinos de esta visita del Papa?

–Padre Prevost: Ante todo el gran honor y el privilegio de haberle recibido como huésped. Además, en su visita, ha bendecido la primera piedra del futuro Centro Cultural dedicado precisamente a Benedicto XVI, que relanzará iniciativas como la «Semana Agustina de Pavía», creando un nuevo polo cultural que tiene como carácter específico precisamente la figura de san Agustín.

Por último, una lámpara, que el Papa encendió antes de la celebración de las vísperas, quedará siempre encendida ante los restos mortales del santo. Esta luz quiere indicar que Agustín sigue vivo hoy en sus obras y en quien vive su espiritualidad, como por ejemplo nosotros, los agustinos.

De hecho, ante sus restos arden cincuenta velas, es decir, el número de naciones en las que nosotros, los frailes y las monjas, estamos presentes.

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ZENIT Staff

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