Carta de obispos mexicanos al presidente Fox sobre el asesinato del cardenal Posadas

CIUDAD DE MÉXICO, 19 mayo 2003 (ZENIT.org).- Publicamos la carta que el Consejo de la Presidencia de la Conferencia Episcopal Mexicana ha enviado al presidente de México, Vicente Fox, con motivo de las investigaciones sobre el asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, arzobispo de Guadalajara, cuyo décimo aniversario se cumplirá el 24 de mayo.

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México, D. F. Mayo 13 de 2003

SR. LIC. D. VICENTE FOX QUESADA,
Presidente Constitucional de los
Estados Unidos Mexicanos,
Residencia Oficial de Los Pinos,
México, D. F.

Señor Presidente Fox:
Los Obispos mexicanos celebramos en Monterrey nuestra LXXV Asamblea Plenaria del 28 de abril al 2 del presente. En esta Asamblea hemos abordado nuevamente el delicado caso del asesinato, hasta ahora no plenamente esclarecido, del Sr. Cardenal D. Juan Jesús Posadas Ocampo y de seis personas más, entre ellas el chofer del mismo Cardenal, Sr. Pedro Pérez Hernández. El próximo día 24 se cumplirán diez años de este penosísimo acontecimiento. A lo largo de este tiempo las Procuradurías de los dos Gobiernos anteriores y desafortunadamente también del actual, a su digno cargo, no han querido o no han podido investigar a fondo y de manera consistente, para llegar a la definición de sus autores materiales e intelectuales.

Los miembros del Episcopado han preguntado a esta Presidencia de la CEM acerca de las gestiones realizadas para solicitar y exigir la resolución de este penoso asunto y con no poca mortificación les hemos informado: en primer lugar, de las numerosas y continuas actuaciones de los abogados de la coadyuvancia, los Licenciados José Antonio Ortega y Diputado Fernando Guzmán, a quienes, lejos de facilitar su trabajo atendiendo a su condición de coadyuvantes, cada día se les ha obstaculizado en mayor medida, habiendo ocurrido lo mismo con la Subprocuradora, la Dra. Ma. de la Luz Lima Malvido, formal y teóricamente a cargo del asunto, aún cuando en los últimos meses, prácticamente durante todo un año, ni siquiera ha tenido acceso al expediente; habiéndose llegado al extremo de mantener una presión constante sobre todos ellos, hostilizándolos, y amenazándolos continuamente.

También les hemos informado que ante esa absurda situación, reveladora de fuertes intereses encaminados a ocultar la verdad, contrarios a la procuración de justicia, cuyos móviles hasta ahora nos son totalmente desconocidos e incomprensibles, hemos interpuesto nuestra solicitud de gestión para remover esos obstáculos, ante su respetable persona, a cargo de la primera magistratura del país, mediante audiencias en las cuales hemos entregado personalmente sendas cartas: la primera del 7 de julio de 2002 y la segunda del 1° de abril de 2003.

Hemos dado cuenta de la decepcionante respuesta a la primera de ellas, por parte del Procurador General de la República, Licenciado Rafael Macedo de la Concha, mes y medio después de su recepción, es decir el 19 de agosto de 2002; así como de la falta de respuesta a la segunda, hasta la fecha de la celebración de nuestra mencionada Asamblea, en la cual nos hubiera gustado dar alguna información satisfactoria, si no de la resolución de la investigación después de diez años, cuando menos de una actitud diligente, efectiva y transparente de las autoridades a cargo del desahogo de las actuaciones, con avances reales y tangibles.

Señor Presidente Fox, nos preguntamos: ¿qué pueden esperar nuestros compatriotas, la mayoría de los cuales no tienen ni abogados, ni la posibilidad de acceso a las más altas autoridades del país, para recibir justicia; cuando quienes representamos a un gran número de los mexicanos en su calidad de feligreses católicos, haciéndonos eco del reclamo no solamente suyo sino también de católicos y eclesiásticos de los Estados Unidos de Norteamérica, de Latinoamérica y también de Europa, pedimos justicia y no recibimos sino evasivas que no sabemos si adjudicar a falta de capacidad o de voluntad política?.

Nosotros no somos especialistas en la materia, pero como muchos otros, nos preguntamos:

– ¿Por qué no se investiga la razón por la cual los agentes de la Procuraduría, enviados desde México a investigar el homicidio, salieron antes de que el homicidio fuera cometido?

– ¿Por qué no se investiga a los altos funcionarios de la Procuraduría General de la República que llegaron al Aeropuerto de Guadalajara una hora antes de perpetrarse el homicidio?

– ¿Por qué no se investigan las presiones a las que fue sometido el Cardenal Posadas Ocampo en las oficinas de Los Pinos, los días previos a su muerte?

– ¿Por qué no se investiga el vuelo militar que sacó de Guadalajara al Chapo Guzmán después del homicidio del Cardenal?.

– ¿Por qué no se investigan las intervenciones telefónicas a varios representantes de la Iglesia Católica y especialmente las del Señor Cardenal Posadas Ocampo?

– ¿Por qué no se investiga el seguimiento y vigilancia a la casa y oficina del Cardenal Posadas Ocampo los días previos a su muerte?

Señor Presidente Fox: la justicia es uno de los compromisos más trascendentes de su gobierno. Sigue siendo asignatura pendiente y un anhelo vehemente de todos los mexicanos que desean verla como uno de los frutos de los cambios indispensables en el país. No puede seguir habiendo tanta impunidad afectando a millones de mexicanos en sus bienes, en su honra y en su integridad personal y en la misma pérdida de su vida, por eso nosotros en representación de innumerables católicos y de muchas otras personas de buena voluntad, no deseamos dejar de hacer nada que pueda conducirnos a la resolución de este doloroso caso del proditorio asesinato del Cardenal Posadas Ocampo; como una muestra de la voluntad de su gobierno de combatir esa impunidad; como una reivindicación que nutra la esperanza de los mexicanos de ir evolucionando hacia un verdadero Estado de Derecho, en el cual puedan obtener la justicia por tantos años negada, especialmente a los millones de pobres y marginados.

Rechazamos las torpes y absurdas acusaciones de algunos en el sentido de tener cualquier otro tipo de interés que no sea la satisfacción del derecho innegable que tenemos de conocer la verdad, como lo expresó en el sepelio del Cardenal Posadas, el representante especial de Su Santidad Juan Pablo II para este acto, el Cardenal Pironio, incluso para saber a quienes debemos perdonar por tan execrable homicidio. El pueblo mexicano necesita conocer la verdad en este caso y en todos los sucesos sociales, económicos y políticos que le afectan, no podemos permitir más la simulación y la mentira porque éstas impedirían cualquier esfuerzo serio por democratizar la vida del país. Sabemos de su coincidencia personal con estas exigencias y por ello de su propuesta legal, ya afortunadamente aprobada por el Legislativo, para instalar la Comisión Nacional de Transparencia. Pues si este derecho se aplica para todas las acciones públicas, con mayor razón debe buscarse con eficacia la revelación de la verdad en los procesos judiciales, porque sin ella es imposible su satisfacción.

Pareciera que algunos desearían dejar pasar el tiempo con las investigaciones empantanadas, para pretender que nos vayamos olvidando de nuestra pena e indignación, o para alcanzar la prescripción legal de los delitos. No vamos a dejar de exigir la aplicación de la justicia y nos reservamos el derecho de denunciar las actitudes dolosas o irresponsables de quienes estando obligados a procurar la investigación y la consignación de los responsables de estos delitos, no lo hagan.

Por todo lo anterior y como consecuencia del acuerdo unánime de los miembros de la Conferencia Episcopal Mexicana, reunida en su LXXV Asamblea, en la que participaron más de 80 obispos mexicanos, nuevamente le solicitamos se atienda con diligencia nuestra petición para desahogar y cumplir la investigación del asesinato del Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, dando las facilidades que la ley otorga a los abogados de la coadyuvancia, así como los recursos humanos y materiales a la Subprocuradora Lima Malvido, encargada del caso.

En espera de su oportuna respuesta, nos despedimos ofreciendo nuestra oración para que el Señor lo ilumine y fortalezca en su
delicado servicio en bien de todo el pueblo de México.
Por los Obispos de México, Consejo de Presidencia de la CEM

+ Luis Morales Reyes
Arzobispo de San Luis
Presidente de la CEM

+ J. Guadalupe Martín Rábago
Obispo de León
Vicepresidente de la CEM

+ Abelardo Alvarado A
Obispo Auxiliar de México
Secretario General de la CEM

+ J. Guadalupe Galván Galindo
Obispo de Torreón
Tesorero de la CEM

+ Javier Navarro Rodríguez
Obispo de San Juan de los Lagos
Vocal de la CEM

+ Ricardo Watty Urquidi
Obispo de Nuevo Laredo

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ZENIT Staff

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