Conclusiones del foro internacional de jóvenes

Los 300 representantes del mundo responden al llamamiento a la santidad

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CIUDAD DEL VATICANO, 16 agosto (ZENIT.org).- Concluyeron ayer las sesiones del Foro Internacional de Jóvenes, organizado por el Consejo Pontificio para los Laicos, en el que han participado 300 chicos y chicas de todos los países del mundo, en representación de sus conferencias episcopales, así como de movimientos y comunidades eclesiales.

En un comunicado final, que será leído ante Juan Pablo II en la noche de la vigilia final de las Jornadas Mundiales de la Juventud, en la explanada de Tor Vergata, el próximo 19 de agosto, los jóvenes han querido manifestar su propia adhesión a la invitación del Papa a convertirse en los santos del nuevo milenio, como elemento esencial para ofrecer un testimonio eficaz entre sus coetáneos. Alguno podría pensar que no es más que un bonito sueño, pero estos jóvenes han reivindicado su derecho a soñar en este mundo asfixiado por el materialismo.

El responsable de la sección juvenil del Consejo Pontificio para los Laicos, monseñor Renato Boccardo, explica así las conclusiones que han surgido en el Foro: «Yo diría que en ellos queda una nostalgia de la santidad. De hecho, éste ha sido el hilo conductor en estos días de encuentro. Me parece que los chicos y chicas han recibido muy bien las palabras del Papa contenidas en el mensaje de esta Jornada Mundial: «No tengáis miedo de ser los santos del tercer milenio». Son conscientes también de la urgencia de responder con generosidad a lo que la Iglesia y el mundo esperan de ellos».

«Ha sido algo estupendo el poder escuchar en estos días la diversidad y la primavera de testimonio de los jóvenes –añade el encargado de esta Oficina para los jóvenes del organismo vaticano–: de los que proceden de las grandes Iglesias –o más bien, las más antiguas u organizadas– y de los que pertenecen
a Iglesias que están renaciendo en estos últimos años, tras las persecuciones y la caída de los muros. Pienso, por ejemplo, en Nepal, en Mongolia, en Sudán –donde la Iglesia sufre la persecución y las dificultades que todos conocemos… Estos días del Foro han sido como dar la vuelta al mundo, o mejor aún, la vuelta al mundo de la Iglesia. Hemos podido ver cómo en todas las regiones de la tierra la Iglesia está presente y los jóvenes están comprometidos generosamente en la Iglesia».

Por lo que se refiere a la vida cristiana de estos muchachos y muchachas, representantes de todos sus coetáneos del mundo, monseñor Boccardo considera que «por todas las partes se da una búsqueda de puntos de referencia. Las ideologías que han querido darles algo, les han dejado con mal sabor de boca. Estos muchachos se dan cuenta de que hace falta un lugar en el que encontrarse, en el que cada uno pueda calentar su corazón, encontrar razones para vivir y para esperar. Esto es lo que están buscando en la Iglesia. Y cuando una Iglesia, hecha de testigos, con sus glorias y miserias, sabe presentarles el rostro luminoso del Señor, ellos responden. Nosotros lo hemos visto y lo hemos podido constatar en el mensaje final del Foro que será leído el sábado».

En síntesis, según monseñor Boccardo, en este documento, los jóvenes participantes en el Fondo afirman: «entramos en el tercer milenio, convirtiéndonos en testigos de la fe. ¿Cómo? Han hablado de reconciliación, de perdón y de esperanza, es decir, de los elementos fundamentales de la presencia cristiana en el nuevo milenio».

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ZENIT Staff

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