'Cristo: no es solo una idea sino una persona viva'

Entrevista al cardenal Oscar Rodríguez Maradiaga

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ROMA, domingo 3 junio 2012 (ZENIT.org).- Marie-Pauline Meyer para el programa “Dios llora en la tierra”, en cooperación con la fundación pontificia internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada, conversó con el cardenal Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga SDB, arzobispo de Tegucigalpa en Honduras.

Honduras es un país vibrante lleno de aguas claras color turquesa, playas, selvas, montañas impresionantes y fascinantes ruinas antiguas de los mayas. ¿Existe una característica propia de la gente de Honduras?

–Cardenal Maradiaga: Somos un pueblo sencillo. No fuimos muchos y durante el siglo octavo, la mayoría de nuestro pueblo emigró de Copán a Guatemala y luego a Yucatán en México. La razón de la migración es desconocida. Algunos dicen que fue debido a una guerra civil, otros dicen que por una epidemia, o tal vez fue debido al fenómeno de El Niño, que agotó los recursos, y la tierra y la agricultura se pararon. Cuando los españoles llegaron en 1502, la población era de aproximadamente 200.000 personas. Cuando terminé la escuela secundaria, en 1959, éramos un millón y medio de personas. Me acuerdo de las cifras, por que era una pregunta del examen. Ahora somos ocho millones debido a que la guerra civil terminó, el cuidado de la salud ha mejorado y la esperanza de vida ha aumentado.

El país cuenta con muchas riquezas naturales, ¿cómo es que todavía hay tanta pobreza?

–Cardenal Maradiaga: Esto tiene que ver con razones históricas y políticas. La fuente de vida en Honduras es la minería; la minería durante la época colonial, que se prolongó durante tres siglos, era la única industria en todo el país y como tal fue explotada. Después de la independencia la mayoría de las minas desaparecieron y entramos a un siglo de guerras civiles que mantuvieron a la población en extrema pobreza. Al inicio del siglo XX una nueva industria fue introducida por empresarios americanos: extensas plantaciones de banano a gran escala. Esto inició un cierto desarrollo. Honduras tuvo su primer camino pavimentado en 1954…

Honduras fue etiquetada como una república bananera, ¿pero no solo como consecuencia de la industria?

–Cardenal Maradiaga: Sí, de hecho ahora somos una exrepública bananera ya que la mayoría de estas plantaciones se han trasladado a otros países a causa de los sindicatos y las huelgas. Pero en el sentido más amplio del término, existía la percepción de que a los políticos se les puede pagar y comprar, con el fin de mantener el status quo, por ejemplo, en el interés de las grandes empresas o corporaciones. Esto ya no es el caso de Honduras.

¿Ya no hay más corrupción en la política?

–Cardenal Maradiaga: Todavía hay corrupción como en la mayoría de las naciones de América Latina, que se acercan a la política como una industria. Los políticos participan en este campo amasando una fortuna durante su mandato de gobierno, y después de su periodo ya no tienen que trabajar para el resto de sus vidas. Este es el gran error.

¿Es esto lo que denuncian?

–Cardenal Maradiaga: Es necesario denunciar un sistema que está mal y que genera mayor pobreza.

A la iglesia católica en Honduras se le reconoce como una «instancia moral». ¿Qué significa esto?

–Cardenal Maradiaga: En muchas ocasiones en que nos encontramos en una situación de No Way Out, tenemos que encontrar una salida. Esta es la instancia moral. La instancia moral recuerda a la gente que somos hijos del mismo Dios y que hemos sido creados iguales. Tenemos que respetarnos unos a otros y a la dignidad de la persona. Cuando estos elementos existen, entonces hay la posibilidad de un diálogo. Estoy convencido de que el diálogo es un gran don que la Iglesia puede ofrecer a la sociedad.

¿Diálogo con quién?

–Cardenal Maradiaga: El diálogo con los partidos políticos y sindicatos. Me acuerdo mediando en una serie de casos. Una vez me hicieron jefe de la policía, como miembro de una comisión especial para establecer una fuerza de policía civil. Es una vocación que la Iglesia ha asumido para traer paz en el mundo.

¿Cómo es la voz de la Iglesia en Honduras? ¿Es fuerte y severa?

–Cardenal Maradiaga: Depende. A veces tiene que ser severa. Por lo general, tratamos de sembrar la comprensión y el respeto a sí mismo para todo el mundo. Sigo la máxima de san Francisco de Sales: ‘Se atrapan más moscas con una cucharada de miel que con un barril de vinagre’. Esto es cierto.

¿Cuál es la cucharada de miel?

–Cardenal Maradiaga: Es cuando se habla de la persona de Cristo –no solo una idea, una parte de la historia, o de una pieza en un museo–, sino de un Cristo vivo que está entre nosotros, que intercede por nosotros y que necesitamos un encuentro personal con él.

¿Cómo se hace esto cuando –si estoy en lo correcto–, la educación de la fe en Honduras no es un valor añadido?

–Cardenal Maradiaga: Si leemos la exhortación apostólica Verbum Domini, vemos que tenemos que implementar la Lectio Divina –la lectura orante de la Escritura–, con el fin de tener una presencia de Cristo, que es el Maestro y nosotros los discípulos que lo escuchaban como María, la hermana de Marta que estaba a los pies de Cristo escuchando. Debemos poner en práctica esta actitud entre los fieles hacia la Palabra de Dios, sobre una base diaria.

¿Cómo ayudar a sus sacerdotes con esto?

–Cardenal Maradiaga: No sólo a los sacerdotes, sino también a los laicos. Empezamos un programa muy interesante con las Sociedades Bíblicas Americanas llamado ‘Notas Lectio’ que te permite acceder a la Lectio Divina en Internet. Empezamos con un grupo de 80 animadores de ocho países de América Latina. Los niños acceden a las ‘Notas Lectio’ en línea y discuten sobre esto en pequeños grupos. Hay incluso un caso de una parroquia muy pobre en la parte norte de Nicaragua, donde la parroquia no tiene acceso a Internet. Los niños usan un teléfono celular y la mensajería instantánea, para tener acceso y compartir la Lectio Divina. Después de dos años, hemos tenido una evaluación y debería usted escuchar a los niños: son jóvenes explicando la Palabra de Dios a tres cardenales, ocho obispos y al menos 20 sacerdotes. Ellos eran los maestros. Yo calculo que tal vez hay 380.000 jóvenes en América Latina que acceden a la Lectio Divina cada fin de semana.

Esta entrevista fue realizada por Marie-Pauline Meyer para «Dios llora en la tierra», un programa semanal de radio y televisión producido por la Catholic Radio & Television Network en colaboración con la fundación pontificia internacional “Ayuda a la Iglesia necesitada”.

Para más información: www.WhereGodWeeps.org y www.acn-intl.org/

Traducido del inglés por José Antonio Varela V.

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ZENIT Staff

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