«Cumvivium» llama a la cooperación para una distribución equitativa de los fármacos

ONG fundada por la Federación Internacional de Farmacéuticos Católicos

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 10 mayo 2004 (ZENIT.org).- Desde el Vaticano «Cumvivium» lanzó el viernes pasado un llamamiento a la cooperación entre el mundo rico y los países en vías de desarrollo a fin de poner a disposición de todos, especialmente de las poblaciones pobres, fármacos de calidad a bajo precio.

La ONG fue fundada el pasado diciembre por la «Federación Internacional de Farmacéuticos Católicos» –en colaboración con representantes de organismos vaticanos y de unas 80 compañías farmacéuticas– para llevar a cabo iniciativas humanitarias, científicas y pedagógicas a favor de las poblaciones más necesitadas (Cf. Zenit, 4 de diciembre de 2003).

«El objetivo es facilitar el acceso a medicinas de calidad para todos en todo lugar, sin distinción alguna, especialmente las medicinas esenciales como vacunas, o las dirigidas a combatir epidemias, el Sida, la malaria y la tuberculosis», explicó a ZENIT Alain Lejeune, presidente de «Cumvivium».

La idea de «Cumvivium» es utilizar la red de la Iglesia católica, que cuenta con 128 mil instituciones sanitarias en el mundo, para asegurar medicinas a millones de personas que no pueden acceder a ellas por razones económicas o por dificultades de distribución.

La organización, que ha celebrado un congreso de dos días en el Vaticano –7 y 8 de mayo–, presentó su proyecto el pasado viernes, durante una rueda de prensa en los locales de «Radio Vaticano».

Para garantizar los fármacos y bajar sus precios sin comprometer su calidad, «Cumvivium» busca crear un «círculo virtuoso» formado por casas farmacéuticas dispuestas a producir fármacos a bajo precio, dando respuesta así a numerosos llamamientos de Juan Pablo II y al del cardenal Javier Lozano Barragán –presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud— en favor de derribar los muros de las patentes.

Y es que «el derecho de propiedad intelectual, aunque sea justo, puede alimentar en algunos casos conflictos con numerosos pacientes que no logran tener acceso a los tratamientos», comentó a ZENIT monseñor José Luis Redrado Marchite, secretario del dicasterio.

Subrayó además que «el 80% de los fármacos son consumidos por el 15% de la población» y que «en el mundo rico existe también el problema del consumo excesivo de fármacos».

Se da igualmente el problema de la experimentación de nuevos fármacos realizada sobre las poblaciones de los países pobres, con el riesgo de poner en peligro su vida y su salud.

Junto a la petición de una ética de comportamiento más riguroso, monseñor Redrado solicitó «compartir los beneficios de los nuevos fármacos con los países donde las experimentaciones se llevan a cabo, en formas que hay que convenir, pero que tengan en cuenta las necesidades de estos países en el campo de la salud».

En lo relativo al Sida, volvió a hacer un llamamiento para que las personas afectadas por el virus del HIV tengan pleno acceso a los fármacos antirretrovirales.

De hecho, David Langdon –director general de la sociedad farmacéutica americana «Cipla», que distribuye fármacos a 140 países del mundo–, destacó cómo es posible reducir los precios de los antirretrovirales de más de 10 mil dólares por paciente al año a 350.

Monseñor Redrado recordó que, con 25 millones de enfermos y 2,2 millones de muertos al año por Sida, África tiene la población más pobre y con menos posibilidad de acceso a los tratamientos.

Remitiéndose al Mensaje del Papa para la Cuaresma 2004, concluyó renovando la obligación a la colaboración entre el mundo rico y los países en vías de desarrollo para hacer del derecho a la salud un beneficio para todos.

Se puede obtener más información sobre «Cumvivium» escribiendo a
pharmaworld.scrl@gate71.be

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ZENIT Staff

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