Dos visiones de la familia: la cristiana y la secularista

Según monseñor Petrini, perito en la Conferencia de Aparecida

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ROMA, jueves, 17 mayo 2007 (ZENIT.org).-Nombrado por Benedicto XVI perito en la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, monseñor João Carlos Petrini, obispo auxiliar de Salvador, Bahía, Brasil, ha afrontado con Zenit sobre la presencia del tema de la familia en la cumbre eclesial.

–¿En qué consiste el trabajo del perito en la Conferencia General?

–Monseñor João Carlos Petrini: Ofrecer materiales relativos a los temas que se debaten, por ejemplo, yo soy especialista en familia, director de la sección brasileña del Instituto Pontificio Juan Pablo II para estudios sobre matrimonio y familia. Es posible que al menos los presidentes y las personas que están trabajando puedan necesitar algún dato, algún elemento más preciso respecto a ciertas cuestiones que se debaten. Pero no es que, estando aquí, me voy a limitar a hablar de la familia, pues los peritos pueden ofrecer aportaciones sobre los diversos temas.

–¿Cómo entra el tema de la familia en la V Conferencia?

–Monseñor João Carlos Petrini: El tema de la familia es central. Especialmente a partir del pontificado de Juan Pablo II, la familia adquirió una importancia extraordinaria, como una dimensión que atraviesa transversalmente todas las diversas pastorales.

La familia es un punto en el que se concentra el mayor debate, una mayor polémica incluso, entre una visión cristiana del hombre, de la mujer, de la maternidad, de la paternidad, de la sexualidad, y una visión anticristiana.

Por eso, la familia es el lugar en el que están convergiendo especialmente en los últimos años todos los cuestionamientos. Hablar de familia como la Iglesia sabe hablar de familia, principalmente después de las aportaciones de Juan Pablo II, significa hablar del hombre, de la mujer y de una relación estable que es motivo de satisfacción y realización humana, de vivencia de una comunión con Cristo, que es el punto más elevado de expresión de humanidad.

Pero las demás propuestas que aparecen en los medios de comunicación en los últimos tiempos, son exactamente lo contrario. Lo que está en debate actualmente no son ya cuestiones puntuales de moral cristiana. Antes se discutía, por ejemplo, si se podía usar la píldora o no, si se podía divorciarse o no. En aquella época se discutían esos puntos de moral cristiana, pero se aceptaba la arquitectura cristiana de la vida. Que hombre y mujer se casaran, generaran hijos, era un camino aceptado por todos.

Hoy nadie discute puntos específicos de la moral cristiana. Se discute sobre lo que es el hombre, la mujer, y cómo el hombre y la mujer encuentran el camino de realización y de felicidad en este mundo.

Para decirlo de una manera más técnica, se confrontan visiones antropológicas alternativas y globales. No sólo algunos retoques de una visión que es cristiana y que se quiere mejorar según una visión laica. Es otra visión totalmente alternativa.

–¿Qué intereses están detrás del ataque y del esfuerzo por desfigurar la familia plasmada en los moldes cristianos y naturales?

–Monseñor João Carlos Petrini: Entiendo que hay dos razones fundamentales. Una más ideológica, en el sentido de que desde los tiempos del Iluminismo hasta los días actuales, se afirmó una manera de entender la razón iluminista, que ya fue criticada por Benedicto XVI en Ratisbona, como una razón que es capaz de plasmar el mundo a su gusto.

El hombre no es un dato de la naturaleza, un regalo divino, sino algo que nosotros podemos construir según nuestros intereses y nuestros gustos. Toda esta tendencia a elegir el sexo del hijo, a escoger el color de los ojos…, indica una mentalidad en la que es el hombre el que construye el mundo y no el que lo recibe como dado por Dios. Se trata de una razón ideológica, en el fondo.

Pero hay otra razón, que es mucho más perspicaz, una razón de mercado. Quiere decir, poder comprar y vender células madre, poder comercializar los embriones, etc. Se abren así las puertas al mercado de la tecnología médica sofisticada, de las intervenciones médicas de alta tecnología, de la fecundación asistida, de la manipulación todos estos aspectos.

Por un lado se da, por tanto, una razón ideológica, para afirmar este poder del hombre de manipulación, de la misma manera que, donde estaba una montaña, hoy hay un valle. Digamos una visión como la de Prometeo de la realidad. Por otro lado, se da una razón que corresponde a las exigencias del mercado para vender más, para sacar más beneficios.

–La Iglesia, en este contexto, ¿debería de dejar a un lado aspectos específicos “legalistas” para subrayar la cuestión antropológica? ¿Es ese el desafío?

–Mons. João Carlos Petrini: Sí. Tanto es verdad que ya se percibe en los discursos de Benedicto XVI. Ya no se da una repetición de la doctrina y de las reglas para orientar el comportamiento, de los deberes, de la moralidad, sino que se indica un camino que dice cómo, encontrando a Jesucristo, la persona encuentra la felicidad. Se muestra cómo, encontrando a Jesucristo, la persona encuentra su realización humana, algo que no podría encontrar en ningún otro lado.

Por ejemplo, Benedicto XVI hablando a los obispos de Suiza, recordaba las visitas que hacía a Alemania, en las que siempre tenía muchos periodistas preguntando sobre cuestiones de matrimonios de homosexuales, aborto, uso de células madre, y él decía: pero si nosotros entramos en esa lógica, acabamos hablando de pormenores que son polémicos y nos hacemos pasar por retrógrados. Debemos reconquistar y ofrecer los puntos más importantes de la vida cristiana, los que corresponden al deseo del corazón del hombre para que el cristianismo aparezca en toda su grandeza, en toda su belleza, como camino de realización humana y de felicidad.

En España, en el Encuentro Mundial de las Familias, le preguntó un periodista alemán: “todo el mundo estaba esperando que usted hablara contra las posiciones del gobierno español…”. Y él dijo: la Iglesia ya ha dicho muchos «noes», y ha llegado el momento de explicitar más los aspectos positivos de la propuesta de vida cristiana.

De hecho, en España, él mostró la belleza del amor humano, la grandeza de este amor, cuando es vivido en la presencia de Cristo, como el sacramento del matrimonio. Me parece que esta es una tendencia de la Iglesia, que se muestra atenta a la realidad.

Es decir, no basta repetir la doctrina y repetir las reglas de la moral. Es necesario mostrar que Jesucristo es una presencia real, victoriosa sobre la muerte, que podemos encontrarnos con él en nuestras vidas, que abraza nuestra humanidad herida, y en él tenemos la posibilidad de encontrar respuestas y caminos de realización, felicidad y paz, que no podríamos encontrar en ningún otro lugar.

–Uno de los desafíos de la V Conferencia es que la Iglesia consiga promover mejor ese encuentro con Cristo ¿no?

–Monseñor João Carlos Petrini: Si usted se limita simplemente a presentar una prohibición, nadie comprende. Ese camino no va a ninguna parte. En los tiempos actuales, debemos recorrer otro camino. Por tanto, dejar un poco de lado los aspectos secundarios y centrarse en la persona de Jesús.

El mundo moderno está herido y sufre por heridas tremendas porque no sabe pensar y no sabe amar. Y la Iglesia puede ayudar y contribuir a la renovación de este mundo nuestro moderno, haciendo su parte para que precisamente las nuevas generaciones de jóvenes puedan aprender a amar, aprender a donarse para el bien y la felicidad de otras personas, a imitación de Jesús, que se dona en la cruz y en la Eucaristía.

Y también aprender a pensar, a no usar la razón solamente como instrumento de poder y de lucro, sino a desarrollar una razón que sea capaz de observar la realidad y reconocer el misterio present
e, la presencia de Cristo, porque ésa es la verdadera razón que puede reconstruir el mundo de paz, de respeto, de convivencia fraterna, un mundo más humano, que estamos perdiendo.

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ZENIT Staff

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