El cardenal Ratzinger reza por la beatificación de Juan Pablo I

Recuerda el impacto que le produjeron la «bondad y humildad» de Albino Luciani

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BELLUNO, miércoles, 20 octubre 2004 (ZENIT.org).- Para el prefecto de la Congregación vaticana para la Doctrina de la Fe, el cardenal Joseph Ratzinger, el Papa Luciani –Juan Pablo I– es «un ejemplo para todos» y reza por su beatificación.

A punto de cumplirse un año de la apertura del proceso de beatificación de Albino Luciani, el purpurado alemán viajó a la provincia de Belluno –noroeste de Italia– de donde era originario quien fue patriarca de Venecia.

El cardenal Ratzinger eligió este entorno a los pies de los Dolomitas para presentar su libro «Fe, verdad, tolerancia. El cristianismo y las religiones del mundo». Lo hizo el sábado en el Centro Papa Luciani de Col Cumano.

«Rezo cada día por esta beatificación. El Papa Luciani es un ejemplo para todos», admitió el cardenal Raztinger hablando del hombre que gobernó la Iglesia durante 33 días con el nombre de Juan Pablo I y añadió: «Es una figura que he amado mucho», cita «Avvenire».

«De Luciani me impresionaron la bondad y la gran humildad. Recuerdo cuando era jovencísimo arzobispo de Munich y Luciani vino a verme, con mucha sencillez, a Bressanone, donde pasaba un breve período de vacaciones. Su bondad de corazón me causó una enorme impresión», admitió el cardenal Ratzinger.

Era «una bondad y humildad» «que no querían decir debilidad», puntualizó.

Asimismo describió a Luciani como un «hombre de gran fe» y «de gran cultura»: «Su libro “Ilustrissimi” –dice el cardenal Ratzinger– demuestra cuánto leyó, cuánto reflexionó». [Publicado en español bajo el título «Ilustrísimos señores», el volumen recoge una serie de cartas, 40 en total, del cardenal Luciani dirigidas a los personajes más variados de la historia y la ficción literaria. Ndr]

«Luciani tuvo también una buena cultura teológica»; «hablando con él se percibía que era un hombre esencial. Que iba a lo sencillo, pero no era en absoluto un simplista. Tenia una fuerte cultura y firmeza doctrinal», concluyó.

Albino Luciani nació el 17 de octubre de 1912 en Canale d’Agordo, pueblecito del valle de Cordevole, en la provincia italiana de Belluno. Hijo de padre emigrante y madre trabajadora, cursó los estudios eclesiásticos en el seminario de esa diócesis. Fue ordenado sacerdote el 7 de julio de 1935.

Desarrolló su labor como coadjutor en una parroquia y como profesor en el Instituto técnico minero. En 1947, con una tesis sobre Rosmini, obtuvo el doctorado en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma.

Durante más de dos décadas enseñó Teología Dogmática, Escritura y Derecho Canónico, al tiempo que ejercía cargos de responsabilidad en la diócesis como vicario general y director del Secretariado de Catequesis.

El 15 de diciembre de 1958 fue nombrado obispo de Vittorio Veneto, cerca de Venecia. Juan XXIII quiso consagrarle personalmente en la Basílica de San Pedro. Once años después –el 15 de diciembre de 1969–, Pablo VI nombró a monseñor Luciani arzobispo patriarca de Venecia. En 1973 fue creado cardenal.

Elegido Papa –Juan Pablo I– el 26 de agosto de 1978, falleció inesperadamente el 28 de septiembre del mismo año.

El domingo 23 de noviembre de 2003, solemnidad de Cristo Rey, se abrió en la catedral de Belluno la fase diocesana de la causa de beatificación de Juan Pablo I en presencia del prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el cardenal José Saraiva Martins.

Recordándole con ocasión del XXV aniversario de su elección a la sede de Pedro, Juan Pablo II describió a su predecesor como un «maestro de fe limpia, sin cesiones a modas pasajeras y mundanas», que «trataba de adaptar sus enseñanzas a la sensibilidad de la gente, pero conservando siempre la claridad de la doctrina y la coherencia de su aplicación a la vida».

«Humildad y optimismo fueron la característica de su existencia», sintetizó entonces; «precisamente gracias a estas cualidades, dejó en su fugaz paso entre nosotros un mensaje de esperanza que encontró acogida en muchos corazones».

El obispo de Belluno-Feltre, monseñor Vincenzo Savio –fallecido el pasado 31 de marzo–, en el momento de la apertura del proceso de beatificación, recordó el «sentimiento difundido del pueblo de Dios, que pide que [Albino Luciani] sea propuesto como testimonio de santidad».

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ZENIT Staff

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