El Papa canonizará a una misionera en Ecuador y Colombia

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CIUDAD DEL VATICANO, jueves 9 de octubre de 2008 (ZENIT.org).- Este domingo el Papa Benedicto XVI canonizará a la hermana María Bernarda Bütler, fundadora de la congregación de las hermanas franciscanas misioneras de María Auxiliadora.

El carisma de esta comunidad, a la que pertenecen cerca de 700 hermanas es el de la extensión del reino de Dios a través de las obras de misericordia, especialmente en parroquias y hospitales, con indígenas y desplazados.

Una vida de misión y sacrificio

Su nombre de pila era Verena. Nació en Auw, Suiza el 28 de mayo de 1848. A los 19 años entró a la congregación de las hermanas Clarisas Capuchinas en el monasterio de Altstätten. Dos años más tarde hizo su profesión religiosa. La hermana María Bernarda pasó a ser maestra de novicias y luego superiora del monasterio durante nueve años. “Velad para que el amor entre vosotros no se debilite…sed comprensivas, trataos con caridad. Hoy a ti; mañana a mí”, escribía la santa a sus hijas.

Años más tarde recibió una carta de monseñor Pedro Schumacher, obispo de Portoviejo (Ecuador), en la que el prelado le hablaba de la soledad en el que vivía la gente y le ofreció su diócesis como campo misionero. Inicialmente las autoridades eclesiales se resistieron a permitirle emprender esta misión. Por ello, la hermana luchó hasta que obtuvo también el permiso pontificio para dejar el monasterio. Así en 1888 partió para Ecuador junto con seis compañeras más.

María Bernarda abrió allí una filial del monasterio suizo. Luego la religiosa sintió el llamado a fundar un nuevo instituto: las hermanas Franciscanas Misioneras de María Auxiliadora, hoy presentes en varios países africanos así como en Austria, Suiza, Perú, Ecuador, Cuba, Venezuela, Colombia, Brasil y Bolivia.

Eran sólo siete religiosas que se dedicaban a la educación, el anuncio del Evangelio, la animación de la liturgia y la asistencia a los enfermos y los pobres.

El trabajo alimentado con la oración y la vida comunitaria sintetizaban la vida de la santa. “…Si amáis de veras a Dios, el servicio al amor se os hará ligero. (…) No os retiréis a descansar al final del día sin haber cancelado toda deuda concerniente a la caridad”, escribía en una de sus cartas a sus hijas.

Este el pilar que la fortaleció para afrontar varias cruces durante la etapa fundacional de su congregación: la pobreza, las dificultades climáticas, los problemas con las autoridades de la Iglesia y la separación de sus hermanas. También fueron víctimas de la persecución religiosa que se vivía en esos años en Ecuador, liderada por el presidente Eloy Alfaro.

Por ello se trasladaron a Cartagena, Colombia, donde fueron acogidas por su obispo Monseñor Eugenio Biffi. Allí comenzaron a trabajar en un hospital de mujeres llamado Obra Pía. “Ella no era una enfermera pero cuidó enfermos, no tenía una visión dividida del ser humano sino íntegra, de la misma iba mano iban la enseñanza humana y espiritual”, dijo a Zenit la hermana Teresita Giraldo, perteneciente a la congregación fundada por la santa y directora de la clínica en Cartagena que hoy lleva su nombre.

Misionera en la vida y la muerte

La hermana viajaba para visitar a sus hermanas y dirigió la congregación durante 32 años. Luego presentó su renuncia y el 19 de mayo de 1924 murió a los 75 años en el hospital en el que tanto tiempo trabajó en Cartagena.

El milagro para su canonización se hizo en el año 2002 con la curación de Mirna Jazmine de 33 años, quien estuvo a punto de morir víctima de una neumonía atípica. La curación que dejó sin palabras a los médicos que la atendían, ocurrió en Cartagena en la clínica María Bernarda.

Mirna ahora trabaja como médico en este centro de salud: “Siempre he sido creyente. Uno como científico a veces está reacio a creer en milagros pero con lo que pasó mi fe ha aumentado, le doy gracias a Dios por lo que me pasó. Esto me ha hecho más humana en la atención con os pacientes en la clínica”, dijo a ZENIT la doctora, que estará presente en la canonización este domingo.

“Vemos, pues, así que María Bernarda Bütler es una perla resplandeciente de la corona de gloria del Señor y de su Iglesia”, recalcó el papa Juan Pablo II en la homilía de su beatificación en 1995.

[Por Carmen Villa]

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ZENIT Staff

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