Audiencia general en la plaza de San Pedro

Audiencia general en la plaza de San Pedro

El Papa: La lógica de la misericordia no entiende de premios o castigos

En la catequesis de la audiencia general, el Santo Padre, reflexionando sobre el Hijo Pródigo, asegura que la alegría del Padre está en ver a los hijos como hermanos. Y reza también por Brasil ‘en situación de dificultad’

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(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha celebrado una semana más la audiencia general en la plaza de San Pedro, en presencia de miles de personas procedentes de todas las partes del mundo. Este miércoles, tal y como ha indicado el Santo Padre, los enfermos han seguido la audiencia desde el Aula Pablo VI, debido a la previsión de lluvia. Por eso, al iniciar la catequesis, el Papa ha pedido a los presentes en la plaza enviar un saludo a los enfermos. Como es habitual, antes de empezar la catequesis, a su llegada a la plaza en el papamóvil, ha recorrido los pasillo para saludar y bendecir de cerca a los fieles allí reunidos.
Después de escuchar la lectura del Evangelio del Hijo Pródigo y tomándola como referencia, el Pontífice ha reflexionado sobre la misericordia de Dios. De este modo, en el resumen que el Papa hace en español ha precisado que esta parábola “nos muestra la lógica de la misericordia de Dios”. Esta marca su modo de actuar con los hombres, “abre nuestros corazones a la esperanza y nos devuelve la dignidad de hijos de Dios”, ha indicado el Papa. La lógica de la misericordia usada por el padre –ha precisado– es muy distinta a la lógica usada por los dos hijos de la parábola, pues el hijo menor, sumido en la tristeza, pensaba merecer un castigo por los pecados cometidos, mientras que el hijo mayor, presumiendo de estar siempre con el padre, esperaba una recompensa por los servicios prestados.
El Pontífice ha recordado que tanto el uno como el otro necesitaban experimentar la misericordia, por eso “el padre invita a ambos a hacer fiesta”, pues la lógica de la misericordia “no entiende de premios o castigos, sino de acoger a todo el que  necesita de misericordia y perdón, y de que todos vuelvan a ser hermanos. Precisamente –ha concluido– en ver a los hijos juntos y reconociéndose como hermanos consiste la alegría del padre.
A continuación ha saludado cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Acojamos con gozo –ha exhortado– la invitación de Jesús a participar en la fiesta de la misericordia y de la fraternidad, y abramos nuestro corazón para ser misericordiosos como el Padre.
Después de los saludos en las distintas lenguas, como es habitual, el Santo Padre ha dedicado unas palabras a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. Así, ha deseado para los jóvenes que cada uno sepa conocer, entre las muchas voces del mundo, la del Espíritu Santo, que continúa hablando al corazón de quien sabe ponerse a la escucha. El Papa ha pedido a los enfermos que se encomienden al Espíritu que no dejará que les falte nunca la luz consoladora de su esperanza. Finalmente, a los recién casados les ha deseado que sean en el mundo, transparencia del amor de Dios con la fidelidad de su amor y la unión de su fe.
El Papa saludó también a los peregrinos brasileños, a quienes indicó que «cuando nos preparamos para la fiesta de Pentecostés, pido al Señor que derrame con abundancia los dones de su Espíritu para que el país, en este momento de dificultad, siga por los caminos de armonía y paz, con la ayuda de la oración y el diálogo. Pueda Nuestra Señora Aparecida -que como una buena madre nunca abandona a sus hijos- ser defensa y guía en el camino».

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Rocío Lancho García

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