Sor Teresa, junto a otras religiosa fallecida hace dos años transcurrió 38 años dentro del coro de la Iglesia de San Francisco.
Durante los años de la persecución comunista el convento estaba cerrado y las dos religiosas se habían refugiado en el coro.
A ellas se refiere también en sus memorias el cardenal Agostino Casaroli, que había podido encontrarlas durante una visita a Bulgaria en los años setenta.
«Le he dicho al Papa –declara la religiosa a Vidimus Dominum— que nos hemos sacrificado por la Iglesia y que hemos sido siempre fieles a la Iglesia. Además, he querido agradecerle este gesto de venir a visitarnos».
La religiosa conoció personalmente a los tres sacerdotes asuncionistas martirizados en 1952 en Plovdiv y beatificados por el Papa el domingo.
Actualmente el convento carmelita cuenta con ocho religiosas, entre las cuales se encuentran tres novicias eslovacas.
El sábado, al visitar la comunidad de rito bizantino-eslavo, Juan Pablo II rigió un saludo de «particular afecto a las monjas carmelitas y a las Religiosas Eucaristinas» que han sabido mantener «vivo el ideal de su consagración, sosteniendo con la oración y la penitencia la fidelidad de los cristianos a su Señor».
