SYDNEY, jueves, 17 mayo 2007 (ZENIT.org).-Más que la logística, el verdadero desafío de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ’08) es integrarla en la vida de la Iglesia, afirma el nuncio apostólico en Australia.
Los preparativos que vive Sydney a poco más de un año de la gran convocatoria dieron oportunidad al arzobispo Ambrose De Paoli a abordar la cuestión en su intervención, ante el episcopado australiano, en su reciente Asamblea Plenaria.
El representante pontificio constató la buena marcha de la organización del evento.
«Nadie alberga duda alguna de la calidad de la bienvenida australiana, que se extenderá al Santo Padre, a otras dignidades de la Iglesia y a los jóvenes y a cuantos vengan», recalcó.
«Pero la naturaleza del evento, que es un acontecimiento religioso, un encuentro especial de la juventud a través de la Iglesia con Jesús, Quien vino a darnos vida, y vida en abundancia, requiere algo más», apuntó.
Es lo que el prelado señala –ante los obispos australianos- como la parte más importante, probablemente, de cualquier JMJ: el trabajo de integrar la experiencia en la vida de la Iglesia.
Los obispos australianos, como líderes eclesiales, deben vivir en esta estela, y ello –apunta el nuncio en el país- representará una «oportunidad de oro» para que sean espejo del catolicismo del que son los principales guardas.
El versículo de Hechos de los Apóstoles (1,8) «Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que descenderá sobre vosotros, y seréis mis testigos» es el eje de la gran peregrinación de cientos de miles de jóvenes en torno al Papa a la ciudad australiana de Sydney.
La JMJ, del 15 al 20 de julio de 2008, está igualmente abierta a fieles de cualquier credo o de ninguno.
Más información en la web plurilingüe de la JMJ: www.wyd2008.org.
