El silencio, ambiente en el que se puede escuchar a Dios, asegura el Papa

Al rezar el Ángelus en la localidad en la que transcurre sus vacaciones

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LES COMBES (INTROD), domingo, 11 julio 2004 (ZENIT.org).- Desde el espectacular paisaje de los bosques y cumbres de los Alpes, Juan Pablo II subrayó este domingo la necesidad del silencio como ambiente para encontrarse con Dios.

Fu el mensaje que el pontífice, con el rostro algo bronceado, dejó a los cinco mil peregrinos con los que se encontró en Les Combes (Introd), localidad del Valle de Aosta, en la que transcurre doce días de vacaciones.

«En este oasis de tranquilidad, ante el maravilloso espectáculo de la naturaleza, se experimenta fácilmente lo provechoso que es el silencio, un bien que hoy es cada vez más raro», comenzó constatando.

«Las numerosas oportunidades de relación y de información que ofrece la sociedad moderna corren el riesgo en ocasiones de quitar espacio al recogimiento, hasta hacer que las personas sean incapaces de reflexionar y rezar», añadió.

«En realidad –reconoció–, sólo en el silencio el hombre logra escuchar en lo íntimo de la conciencia la voz de Dios, que verdaderamente le hace libre».

«Y las vacaciones pueden ayudar a redescubrir y cultivar esta indispensable dimensión interior de la existencia humana», aseguró desde la localidad montañera situada a unos 1.500 metros de altura.

El Papa habló con voz más clara que de costumbre, demostrando que el aire de la montaña y el descanso están ejerciendo un efecto benéfico.

En su mensaje, se dirigió con «especial afecto» a «los enfermos» y a «quienes experimentan mayores dificultades y problemas» para transmitirles su cercanía espiritual.

Los peregrinos habían participado antes en una celebración eucarística al aire libre, presidida por el obispo de Aosta, monseñor Giuseppe Anfossi.

Desde que llegó a estas alturas, el Papa ha salido todos los días de excursión en coche por los bosques de los Alpes, con la excepción de una ocasión en la que se lo impidió la lluvia y el peligro de tormentas.

Cuando regresa al chalet en el que reside, suele encontrarse con los residentes de la zona y turistas que les esperan para saludarle. El pontífice suele abrazar a los niños e intercambiar algunas palabras.

Si bien el Papa dedica casi todo el tiempo a la oración, la lectura, y la conversación con amigos y colaboradores en estos días, según ha informado «Radio Vaticano», en las mañanas, pide que le hagan una revista de prensa sobre lo que está sucediendo en el mundo, en particular sobre Oriente Medio e Irak.

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ZENIT Staff

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