El Sínodo y las expectativas de la mujer africana

Habla sor Elisa Kidanè, una de los Expertos llamados a consulta para el Sínodo

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ROMA, martes 6 de octubre de 2009 (ZENIT.org).- “Haciendo una radiografía de África, es inevitable encontrar a las mujeres como corazón latiente en esa olla en ebullición que es el Continente Negro. Las mujeres representan el punto de mayo brillantez de la ‘perla negra’ descubierta y valorada proféticamente hace siglos por Daniel Comboni”.

A esta frase del africanista congoleño y diputado del Parlamento italiano, Jean Léonard Touadi, se remite sor Elisa Kidanè, consejera general de las misioneras combonianas, para explicar qué esperan en realidad las mujeres africanas de la II Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos, que tiene lugar en el Vaticano entre el 4 y el 25 de octubre.

En una intervención en él Palazzo Valentini de Roma, el pasado 1 de octubre, durante un congreso sobre la importancia del Sínodo, Kidanè – que en el Sínodo participa como experta – parte de la consideración, la misma que Comboni, de que “muchos de los fracasos al principio de la obra misionera del siglo XIX tenían que ver con la falta de consideración del elemento femenino”.

La religiosa, de origen eritrea, pidió que se de a las mujeres “la posibilidad de ejercer el papel de educadoras, de promotoras, de protagonistas de la vida”.

El suyo, en otras palabras, es un encarecido llamamiento en favor de todas aquellas mujeres que, como reconoce el propio Instrumentum laboris (el instrumento de trabajo que recoge los desiderata de las Iglesias locales africana), “siguen estando sometidas a muchas formas de injusticia”, mujeres a las que “se atribuye a menudo un papel inferior”(nn. 59-61, cfr. n. 117).

“No estoy en grado ni pretendo ser la portavoz de la mujer de África”, explicó ola religiosa, “pero desde mi pequeña experiencia estoy segura de lo que nos gustaría”.

Ante todo, “que la Iglesia nos mire con los ojos de Jesús”, que “supo reconocer en la mujer una leal co-protagonista de su Proyecto de Salvación porque fue a Ella a quien entregó el ministerio del anuncio de la Buena Noticia, ese ‘Ve y diles que he resucitado’”.

Por tanto, pide “un claro reconocimiento del papel de la mujer dentro de la Iglesia misma”, un “efectivo cambio de mentalidad por parte de esta última hacia ella, en particular reconociendo la contribución que las mujeres dan a la teología”.

Por otra parte, añade, “quisiéramos que los obispos no tuvieran miedo de tener como consejeras a las madres, a las mujeres sabias. Lo hacían los Padres de la Iglesia, y sabemos los beneficios que tuvieron ellos y de rebote la misma Iglesia”.

En el elenco de reivindicaciones, sor Kidanè añadió también el de “un espacio en los lugares donde se ‘cocinan’ proyectos para el desarrollo y leyes de todo tipo y a todos los niveles”. En otros términos, lamentó, “las sacristías empiezan a ser un poco estrechas”.

Entre los cambios augurados, también igualdad de oportunidades de formación profesional para las religiosas y las mujeres laicas: Y, “para que se amplíe la visión de la mujer, vista no sólo como madre y hermana”, también “una participación en la formación integral de la persona dentro de los seminarios”.

Todo esto se pide, precisa la religiosa, “no por una mera reivindicación feminista, sino porque como madres del continente, sentimos la urgencia de alzar nuestra voz”.

Las reivindicaciones son más duras cuando la religiosa acusa con el dedo a aquellos que han depredado África, y que siguen aún ofendiendo la dignidad de una entera población: “Ya no aguantamos más – afirmó – viendo a nuestros hijos e hijas tratados como el hazmerreír de los países que hasta ayer saqueaban nuestras materias primas, y que ahora nos tiran al mar, como mercancía caducada o de segunda mano”.

“Estamos hartas de congresos mundiales, de cumbres donde se habla y habla y habla, pero en realidad poco o nada llega a nuestras casas”.

La religiosa no esconde los abusos de los poderosos: “Quisiéramos que nuestros países lanzaran una advertencia también a aquellos que trafican bajo mano armas, diamantes, petróleo con nuestros gobernantes, dejando en la ruina a nuestros pueblos”.

En cuanto a la posibilidad de exportar a África el modelo democrático de los países occidentales, la respuesta es firme: “No, gracias. Los pueblos de África pueden inventar nuevas formas de hacer democracia, solo con que se les permitiera”.

La última petición de la misionera comboniana toca las fibras del alma: “Quisiéramos que de este Sínodo saliera un documento que tuviera entre sus páginas un capítulo que empezase así: Amadísimas hermanas y madres de África, nos dirigimos sobre todo a vosotras, porque sois las que lleváis a vuestras espaldas y en vuestro corazón nuestro Continente. Deberíamos haber incluido mucho antes en nuestros Planes pastorales vuestro peculiar genio femenino. Mucho antes, lo hacemos ahora y tenemos prisa en recuperar el tiempo perdido”.

[Por Mariaelena Finessi, traducción del italiano por Inma Álvarez]

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ZENIT Staff

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