El Vaticano en la ONU: No hay defensa de los niños sin defensa de la familia

El cardenal López Trujillo critica políticas demográficas contra la vida

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NUEVA YORK, 10 mayo 2002 (ZENIT.org).- La Santa Sede tomó la palabra en la Cumbre mundial sobre la infancia para afirmar que la mejor manera de defender a los niños es apoyar a la familia, por lo que criticó las políticas demográficas que violan sus derechos fundamentales.

En nombre de Juan Pablo II, tomó la palabra ante la sesión especial asamblea general sobre los Niños, convocada por las Naciones Unidas, el cardenal Alfonso López Trujillo, presidente del Consejo Pontificio para la Familia, quien basó buena parte de su intervención en la Convención internacional sobre los derechos del niño (1989).

En ese documento, señaló, «el criterio central» es «el bien superior del niño», que «hunde sus raíces en su dignidad personal».

«El niño es fin, no instrumento, medio, objeto; es sujeto de derechos, comenzando por el derecho fundamental a la vida, desde su concepción, que nada ni nadie puede negar», tal y como lo afirma el párrafo 9 del preámbulo de la Convención, recordó.

«El proceso del desarrollo humano en todos sus aspectos, físico, emocional, espiritual, intelectual y social es el resultado de una sinergia entre la familia y la sociedad», siguió constatando.

Por eso, señaló que «el bien superior del niño» exige «su adecuada relación con la familia, fundada sobre el matrimonio, cuna y santuario de la vida, lugar del crecimiento personal, de afectos, de solidariedad, lugar del derecho y de la transmisión intergeneracional de la cultura».

Si quiere servir al niño, la comunidad internacional debe «defender el valor de la familia y el respeto a la vida humana, desde el momento de la concepción. Se trata de valores que pertenecen a la ´gramática´ fundamental del diálogo y de la convivencia humana entre los pueblos», afirmó.

Al pedir que sean como «articulados los Derechos del Niño con los Derechos de la Familia», el cardenal afrontó uno de los debates más calientes de esta asamblea, el concepto de familia, que algunas delegaciones querrían abrir a otros tipos de convivencia.

La familia –aclaró López Trujillo– está «fundada sobre el matrimonio», y debe ser «entendida como pacto por el cual el hombre y la mujer constituyen entre sí un consorcio de toda la vida, ordenado por su misma índole al bien de los cónyuges y a la generación y educación de la prole».

«Debe hacerse todo lo posible porque los niños sean concebidos, nazcan, crezcan y sean formados en una familia, capaz de brindar, de forma positiva y permanente, protección y ejemplo como elementos irreemplazables de su educación», propuso.

Al mismo tiempo pidió «una legislación de protección de la niñez que preserve los niños de todas las formas de explotación y abuso, como por ejemplo el incesto y la pedofilia, ya sea en el trabajo, en la esclavitud, en los delitos abominables de la prostitución y la pornografía, en los secuestros o su utilización como soldados o guerrilleros, ya sea como víctimas de conflictos armados o de las sanciones internacionales o unilaterales impuestas a algunos países».

Por último, denunció que, según la Santa Sede, «no se reconoce el bien superior del niño cuando, condicionados por el mito de la sobrepoblación –mito que los datos y tendencias demográficas recientemente reconocidos muestran como infundado– se imponen políticas de población contra los derechos de la familia y de los niños».

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ZENIT Staff

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