CIUDAD DEL VATICANO, 7 mayo 2002 (ZENIT.org).- La Santa Sede aseguró este martes que no ha tenido ningún tipo de contacto con las autoridades italianas para que este país acogiera a algunos de los palestinos refugiados en la Basílica de la Natividad de Belén.
«Puedo afirmar que no ha habido contactos oficiales al respecto», afirmó el portavoz vaticano, Joaquín Navarro-Valls, en un comunicado de prensa.
La declaración desmiente las noticias de prensa que atribuían al Vaticano, y en particular al enviado especial de Juan Pablo II a Tierra Santa, el cardenal Roger Etchegaray, presiones ante el Gobierno de Roma para que Italia acogiera a trece palestinos, acusados por los servicios de seguridad israelíes de terrorismo.
Un acuerdo alcanzado entre los funcionarios de la CIA y los servicios secretos israelíes (Shin Bet), con la aquiescencia del presidente palestino, Yaser Arafat, establecía que trece activistas palestinos serían trasladados a Italia y otros 23 a la franja de Gaza.
Sin embargo, las autoridades italianas no escondieron este martes su descontento al no haber sido consultadas durante la negociación por lo que el levantamiento del asedio tuvo que ser aplazado, según fuentes del Ejército israelí.
«Por el momento, Italia no ha recibido ninguna petición oficial por los canales diplomáticos», anunció el subsecretario de Asuntos Exteriores, Alfreto Mantica.
El ministro de la Defensa, Antonio Martino, fue más explícito, al declararse en contra de «iniciativas unilaterales tomadas sin haber informado al gobierno italiano».
El gobierno italiano espera una petición oficial para ofrecer hospitalidad a los palestinos que deberían ser expulsados, y después «se reserva su decisión, que debe ser discutida con los socios europeos, los aliados estadounidenses y, naturalmente, las autoridades israelíes».
Últimas informaciones de carácter diplomático recogidas por Zenit señalaban que los trece palestinos podrían ser llevados a Egipto para después ver cuál podría ser su paradero definitivo.
Esta cuestión era el último problema que quedaba por resolver para levantar el asedio a la Basílica, en cuyos edificios se encontraban encerrados 18 frailes franciscanos, cuatro religiosas de esa misma orden, dos monjes armenios y otros dos greco-ortodoxos.
Fuentes de la orden franciscana han explicado que después del retiro los religiosos permanecerán en el convento «porque es su casa».
El Custodio de Tierra Santa, Giovanni Battistelli, y los patriarcas armenio y griego estaban preparados para acudir a Belén en cuanto el Ejército israelí los llamara.
La orden de los frailes franciscanos ha pedido como primera medida que las armas que hay en el interior de la Basílica sean sacadas inmediatamente del santuario porque ««no queremos ni verlas».
