Hungría celebra los mil años de su fundación con Juan Pablo II

El presidente Màdl agradece al Papa su apoyo para alcanzar la libertad

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CIUDAD DEL VATICANO, 25 sep (ZENIT.org).- Hungría ha celebrado en este fin de semana el milenio de su fundación en Roma. Los actos celebrativos comenzaron el viernes por la mañana, cuando Juan Pablo II recibió en audiencia privada, en el Vaticano, al presidente de la República de Hungría, Ferenc Màdl.

Junto al presidente Màdl y su esposa, vino a la Ciudad Eterna una delegación gubernamental en la que participaba el primer ministro, Viktor Orbàn, y varios miembros del gobierno magiar. Elegido por el Parlamento de Budapest el 6 de junio pasado y en el cargo desde el 4 de agosto, Màdl realizó así su segunda visita al extranjero, después de haber participado en días pasados en Nueva York en la Cumbre del Milenio organizada por la ONU.

Precisamente en este Jubileo del año 2000, 15 millones de húngaros en su patria y en el mundo festejan el primer milenio del nacimiento del Estado húngaro. «Hungría recuerda solemnemente la fundación del Estado a través de una serie de eventos organizados en el extranjero para dar a conocer mejor los valores de la civilización húngara que han contribuido a enriquecer la cultura europea», explica un comunicado oficial emitido por la embajada húngara en Roma.

En este contexto, el pasado 20 de agosto, el cardenal secretario de Estado, Angelo Sodano, presidió en Budapest una concelebración eucarística con motivo del milenio de la coronación de San Esteban, primer rey de Hungría, quien recibió la corona que le envió el Papa Silvestre II.

En la audiencia general del 5 de julio pasado, Juan Pablo II bendijo una copia de la corona de San Esteban, traída por un grupo de jóvenes húngaros que peregrinaron a continuación a pie más de 1.200 kilómetros, hasta llegar a la ciudad de Esztergom, en donde san Esteban tenía su sede real.

Los jóvenes peregrinos entregaron la corona al cardenal primado, Làszlò Paskai, durante una misa en la que había participado el jefe de Estado húngaro. El presidente Màdl, en el discurso de toma de poderes dirigido al Parlamento, anunció la decisión del patriarcado ecuménico de Constantinopla de reconocer también como santo de la Iglesia ortodoxa a San Esteban de Hungría.

A la Basílica de Esztergom, donde fue coronado el rey, está dedicada la «Missa solemnis» de Ferenc Liszt, que fue interpretada el sábado por la tarde en el aula de las audiencias generales del Vaticano en honor de Juan Pablo II. El concierto, para cuatro voces solistas, coro y orquesta, estuvo dirigido por el joven maestro Héja Domokos, y fue ofrecido por la República de Hungría como agradecimiento a lo que han hecho los Papas y la Santa Sede a favor de la nación y de la Iglesia magiar. En particular, el presidente Màdl, quien también asistió al concierto, quiso agradecer de este modo los dos viajes pastorales que realizó Juan Pablo II a Hungría, en 1991, tras la caída de la dictadura comunista, y en 1996, cuando la joven democracia magiar había comenzado a dar sus primeros pasos.

El domingo por la mañana, el presidente Màdl asistió con la delegación húngara a la misa de Juan Pablo II en la Plaza de San Pedro, con la que concluyó el Congreso Internacional dedicado a María. En la tarde de ese día regresó a su país.

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ZENIT Staff

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