Información médica: Cuando la realidad supera la ficción

Los medios de comunicación lanzan falsas alarmas sobre riesgos para la salud

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LONDRES, 27 julio 2002 (ZENIT.org).- Todas las semanas aparece una noticia en los medios de comunicación sobre los innumerables peligros que corre nuestra salud. Sin embargo, muchas de estas historias de miedo son superficiales o profundamente equívocas.

Basta pensar en el anuncio hecho por científicos suecos, quienes han descubierto que la acrilamida, sustancia química presente en las frituras de patatas, causa cáncer. “Las pruebas que confirman la existencia de un posible producto químico cancerígeno en gran cantidad de la comida que comemos están causando preocupación en todo el mundo”, advertía el británico The Guardian el 18 de mayo. El diario explicaba a los lectores que científicos británicos habían detectado también “el potencial cancerígeno en las patatas cocidas, fritas, en los cereales de desayuno y en las galletas de centeno”.

En los Estados Unidos, el San Francisco Chronicle informaba el 28 de junio de la reunión de la Organización Mundial de la Salud, reunida en Génova para discutir el problema. “A la conclusión tajante que llegó el comité es que, dado que sabemos que la acrilamida es cancerígena en los animales y probablemente en los humanos, resulta intolerable que esté en la comida en los niveles que encontrados, por tanto tenemos que hallar un remedio”, decía Gregory Hartl, portavoz de la OMS.

Steven Milloy no compartía estos miedos. Milloy, autor del libro “Junk Science Judo”, publicó un artículo el 3 de julio en el Washington Times que pone en duda el llamamiento lanzado por la OMS. Milloy observaba que algunos científicos parecen haber inducido el cáncer en las ratas de laboratorio alimentándolas con niveles astronómicos de acrilamida. Y las ratas utilizadas en los experimentos son criadas para estar genéticamente dispuestas a tener cáncer, añadía.

Por otro lado, la Agencia de Protección Ambiental norteamericana (EPA) ha estudiado ya la acrilamida, para regular sus niveles en el agua potable. La investigación de la EPA encontró que, para que un ser humano de 70 kilos de peso aumentara significativamente su riesgo de contraer cáncer (igual al de las ratas), debería comer 486 raciones de patatas fritas de un peso de 82 kilos, cada día, durante toda su vida.

Trucos con los números
Luego llegó la advertencia sobre los peligros de la terapia hormonal para mujeres. “Con una decisión que puede afectar a millones de mujeres, científicos del gobierno de Estados Unidos detuvieron un programa de terapia hormonal sobre los riesgos y beneficios de combinar estrógenos y progestina en el momento de la menopausia en las mujeres, al advertir un creciente riesgo de cáncer de mama”, informó la CNN el 9 de julio.

Sin embargo, el corresponsal científico del London Daily Telegraph, Robert Matthews, precisaba el 14 de julio que se trataba más bien de “un escándalo científico que implica trucos con los números que harían ruborizarse a los contables de Enron”.

Matthews informó de los comentarios hechos en un programa de radio de la BBC por el profesor David Purdie de la Universidad de Hull. Lo que importa es tener presente, explicaba Purdie, que, aunque el tratamiento en Estados Unidos se ha detenido debido a un aumento del 26% de riesgo de cáncer de mama entre las mujeres sometidas a la terapia, el riesgo total de cáncer de mama en estos casos es bajísimo. “Las mujeres que toman estas hormonas tienen un 26% más de riesgo de contraer cáncer, pero con respecto a una cifra mínima –lo que supone una cifra más mínima todavía–”, afirmaba.

De hecho, el estudio demostró que había 8 muertes más al año por cada 10.000 mujeres que tomaban este tratamiento hormonal, en comparación con el mismo número de mujeres que no lo tomaban.

La interpretación que hacen los medios de las estadísticas resultó también defectuosa en los reportajes aparecidos hace meses sobre el consumo de alcohol entre los adolescentes en Estados Unidos. En febrero, el National Center on Addiction and Substance Abuse publicó un estudio que establecía que una cuarta parte de todo el alcohol vendido en los Estados Unidos es consumido por adolescentes.

Pero, como precisaba Michael Kinsley el 1 de marzo en el Washington Post, tras aparecer los primeros informes el New York Times indicaba que el estudio era erróneo puesto que “no había aplicado las técnicas estándares de estadística al traspasar estos números”.

El error se debía al hecho de que el 40% de los entrevistados en la encuesta eran adolescentes, aunque sólo sean menos del 20% de la población. Al corregir este error, se da un 11% de consumo de alcohol entre los adolescentes. Sin embargo, Associated Press, la CNN y otros se dejaron colar la cifra del 25%, sin que sus reporteros se percataran de cómo estaba estructurada la encuesta, comentaba Kinsley.

Grandes mentiras
Otro tópico en las noticias son los peligros para la salud provocados por la obesidad. No hay duda de que existen problemas reales debidos al sobrepeso, pero con frecuencia se exagera. El Washington Times hacía notar el 20 de junio que muchos reportajes alegan que la obesidad mata a 300.000 estadounidenses alaño, convirtiéndola en la segunda causa de muerte prematura de la nación.

Una búsqueda en las bases de datos revela que este “hecho” se ha repetido en más de 1.000 nuevos artículos sólo en los pasados tres años, observaba el periódico. Sin embargo, la supuesta fuente para esta afirmación ha sido un estudio médico de 1993 que, de hecho, atribuía las muertes prematuras al estilo de vida sedentario y a hábitos dietéticos pobres –no al sobrepeso–. Así lo afirma el profesor de la Universidad de Virginia, Glen Gaesser, en su próxima edición revisada de su libro “Big Fat Lies”, decía el Washington Times.

De hecho, los autores del estudio de 1993, Michael McGinnis y William Foege, se sintieron tan frustrados por la mala interpretación crónica de sus datos que, en 1998, publicaron una carta en el New England Journal of Medicine que se oponía al uso erróneo de su estudio.

Han surgido nuevas preocupaciones sobre el uso de la información médica tras un programa transmitido por la BBC sobre los productos genéticamente modificados. Mak Tester, biólogo de la Universidad de Cambridge, según informaba el Times de Londres el 31 de mayo, lo calificó como “un conjunto de mentiras absurdas e infames”.

El programa, “Campos de Oro”, es un thriller en dos partes que –según Tester– se basa en “ridículos errores de hecho” que envenenan el debate sobre los alimentos genéticamente modificados. El telefilme cuenta la historia de un súper insecto genéticamente modificado que mata a las personas mayores y a la fauna.

Lord May of Oxford, el presidente de la Sociedad Real, lo calificó de “obra alarmista de ciencia ficción”, que retrata a la tecnología de manera inexacta, informaba el Times.

El programa asume no solamente el hecho de que los genes puedan saltar indistintamente de una especie a otra, sino que además presenta a un científico creando genéticamente productos en su batidora de cocina; a continuación obtenía raros genes antibióticos de los depósitos ordinarios de basura de un hospital.

“La importancia que puede asumir un telefilme sobre productos genéticamente modificados y la controversia que provoca es tal que es un signo de nuestros miedosos tiempos”, observaba el 3 de junio el Times. “Actualmente nos resulta más difícil saber dónde está la línea entre los horrores de la fantasía y los riesgos de la vida real”.

El asunto es incluso peor en Internet. Los consumidores que buscan información sobre salud en la web pueden encontrarse con sitios de venta de productos o anuncios realizados sin base alguna, informaba Reuters el 16 de julio.

Un equipo de investigadores ha hecho un estudio en Internet usando cinco portales: Yahoo, America Onlin
e, Microsoft Network, Lycos y Go. Buscaron ocho términos relacionados con enfermedades de corazón, ocho relacionados con el cáncer y ocho relacionados con la pérdida de peso. El análisis incluía las diez primeras páginas enlistadas por los cinco portales para los diferentes términos, con un total de 1.200 sitios web. Informaron sobre sus resultados en una carta publicada el 17 de julio en el Journal of the American Medical Association.

Sólo el 35% de los sitios no eran publicitarios y se basaban en información científica. Cerca del 11% eran sitios basados en evidencia médica aunque vendían productos, y el 22% de los sitos no se basaban en investigaciones científicas pero vendían productos. En torno a una tercera parte de los sitios eran páginas personales, sitios con catálogos de libros o sitios inasequibles.

“Los números no mienten”, dice el adagio, Pero, podría parafrasearse con otro: “no todos los números son iguales”. Algo que los lectores harían bien en recordar al leer reportajes de ciencia y medicina.

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ZENIT Staff

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