Intereses contrapuestos pueden perpetuar el hambre, denuncia el Papa

En su mensaje por el 25º aniversario del IFAD

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CIUDAD DEL VATICANO, 19 febrero 2003 (ZENIT.org).- Juan Pablo II ha alentado al Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (IFAD) a continuar la lucha contra la pobreza y el hambre en el mundo, superando los obstáculos que surjan de intereses particulares y de egoísmos de todo tipo.

Fue el mensaje que leyó el cardenal Angelo Sodano –Secretario de Estado vaticano– a Lennart Bage –presidente del IFAD– durante la reunión celebrada en Roma con motivo del 25º aniversario de la institución del Fondo.

Entre los participantes en el acto estuvieron presentes el presidente italiano Carlo Azeglio Ciampi, el secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan y representantes de diversos gobiernos y organismos internacionales.

En sus palabras, el Santo Padre elogió el esfuerzo del IFAD –una agencia especializada de las Naciones Unidas–, cuya tarea específica es proporcionar recursos financieros a «los más pobres de entre los pobres» para el desarrollo agrícola de los países con carencias alimentarias.

El organismo inició su andadura en 1974 con el objetivo declarado de «transformar a los trabajadores agrícolas en artífices responsables de su producción y de su progreso», según palabras de Pablo VI, quien alentó la constitución del IFAD.

El empeño solidario del Fondo recuerda que para afrontar el hambre y la malnutrición es necesaria una programación eficaz capaz de favorecer la circulación de las técnicas en el sector agrícola, así como una distribución de los recursos financieros disponibles.

Con su tarea, la organización «ha identificado un modo concreto de alcanzar la seguridad alimentaria –afirmó el Papa–, desvinculándola de las consideraciones ligadas a la disponibilidad de mercancías para el consumo, sino estimulando múltiples recursos, empezando por los de los trabajadores y las comunidades rurales».

Según Juan Pablo II, se trata de una aproximación positiva en un momento en que «la centralidad de la persona humana y de sus exigencias primarias» debe ser la base de una urgente acción internacional.

Al mismo tiempo el pontífice constató que en el panorama internacional se da contraposición de intereses y el deseo de prevalecer.

Estas actitudes, según el Papa, conducen al abandono de las negociaciones y al aislamiento, cosa que impide a la actividad de cooperación dar respuesta a las necesidades con la eficacia debida.

Es una realidad que «pone en serio peligro la supervivencia de millones de personas» a pesar de que el mundo «vive un desarrollo y un progreso sin precedentes en la historia y es consciente de la disponibilidad de recursos a nivel global», afirmó el Santo Padre.

El riesgo afecta especialmente a las víctimas de conflictos y de graves violaciones de derechos fundamentales, a refugiados y desplazados y a todos aquellos que sufren enfermedades y epidemias.

Son situaciones, explicó el Papa, que «amenazan la convivencia ordenada de personas y comunidades, ponen en grave peligro la vida humana y tienen también evidentes repercusiones en la seguridad alimentaria y, en general, en la vida de las áreas rurales».

«No se puede olvidar –recalcó– la triste resignación que parece haber apagado el deseo de vivir de poblaciones enteras a las que el hambre y la desnutrición sitúan al margen de la comunidad de naciones, lejos de condiciones de vida realmente respetuosas con la dignidad humana».

Por ello, el papa alentó al IFAD a dar respuestas «a millones de personas que se interrogan sobre su esperanza de vida», concluyó el Santo Padre.

En estos 25 años de vida, el IFAD ha destinado 7,7 mil millones de dólares a 628 proyectos de desarrollo rural en 115 países del mundo.

Además, 250 millones de pequeños agricultores y de minorías indígenas se han beneficiado de las ayudas de este Fondo de la ONU orientado a promover el desarrollo agrícola para combatir el hambre de las poblaciones más pobres del mundo.

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ZENIT Staff

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