Intervenciones en el Sínodo en la tarde del 10 de octubre

CIUDAD DEL VATICANO, sábado 11 de octubre de 2008 (ZENIT.org).- Publicamos la síntesis de las intervenciones que se pronunciaron en el Sínodo de los Obispos durante la novena congregación general que se celebró en la tarde del viernes, 10 de octubre.

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En esta Novena Congregación General han intervenido los siguientes Padres:

– S. Em. R. Mons. Cornelius Fontem ESUA, Arzobispo de Bamenda (CAMERÚN)
– S. Em. R. Mons. Francis DENIAU, Obispo de Nevers (FRANCIA)
– S. Em. R. Mons. Antonio MENEGAZZO, M.C.C.J., Obispo titular de Mesarfelta, El Obeid (SUDÁN)
– S. Em. R. Mons. Raymondo DAMASCENO ASSIS, Arzobispo de Aparecida, Presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (C.E.L.AM.) (BRASIL)
– S. Em. R. Mons. Lucio Andrice MUANDULA, Obispo de Xai-Xai (MOZAMBIQUE)
– S. Em. R. Mons. Ramzi GARMOU, Arzobispo de Teherán de los Caldeos, Presidente de la Conferencia Episcopal Administrador Patriarcal de Ahwaz de los Caldeos (IRÁN)
– S. Em. R. Mons. Fidèle AGBATCHI, Arzobispo de Parakou (BENÍN)
– S. Em. R. Mons. Dionisio LACHOVICZ, O.S.B.M., Obispo titular de Egnazia, Obispo de curia de Kyiv-Halyč (UCRANIA)
– S. Em. R. Mons. Berhaneyesus Demerew SOURAPHIEL, C.M., Arzobispo Metropolitano de Addis Abeba, Presidente de la Conferencia Episcopal, Presidente del Consejo de la Iglesia (ETIOPIA)

A continuación damos los resúmenes de las intervenciones:

– S. Em. R. Mons. Cornelius Fontem ESUA, Arzobispo de Bamenda (CAMERÚN)

La Iglesia en Camerún, como tantas otras jóvenes Iglesias de África, posee un alto índice de crecimiento. Se necesita urgentemente profundizar la fe de los neófitos, sobre todo de los jóvenes que están siendo víctimas del materialismo, de la secularización y del relativismo. Un cierto número de ellos ha vuelto a la prática de la Religión tradicional africana ya que el cristianismo parece no dar una respuesta a todas sus preguntas, especialmente en los tiempos de crisis. Más aún, se están derrumbando la Religión tradicional africana y la organización familiar tradicional en la que esta religión se funda. Algunos cristianos se refugian en las sociedades secretas, en las sectas y en los nuevos movimientos religiosos con la esperanza de encontrar seguridad y respuestas a los interrogantes más profundos de la vida.
Afortunadamente existen sed y hambre crecientes de la Palabra de Dios. Se necesita urgentemente poner las Sagradas Escrituras en manos de los fieles a fin de que se vuelvan vivas en sus profesiones, en sus familias y en las diferentes situaciones de la vida, así como fuente de inspiración para la vitalidad y las actividades de las Pequeñas comunidades cristianas. Urge además la inculturación de la fe cristiana y el diálogo con la Religión tradicional africana. Para una inculturación eficaz, la Palabra de Dios debe echar raíces profundas en los corazones de las personas y hacerse carne.
Sugerimos entonces que:
1. Las Conferencias Episcopales y las Diócesis den prioridad al Ministerio Bíblico Pastoral y nombren personas que lo promuevan y coordinen en los diferentes ámbitos, de manera que la Palabra de Dios sea el fundamento de todas nuestras actividades pastorales.
2. Sacerdotes, religiosos y laicos deben recibir una adecuada formación para convertirse en operadores del apostolado bíblico. Un curso sobre el ministerio de la Pastoral bíblica debería introducirse en la curricula de los seminarios y de los centros de formación que preparan los futuros sacerdotes y religiosos a este ministerio.
3. Se imparta una formación bíblica general de todos los fieles, sobre todo de los jóvenes, no sólo en los institutos especializados, sino además con conferencias y congresos bíblicos regulares con la finalidad de hacerles más conscientes de la importancia de la Palabra de Dios en sus vidas.
4. Ya que la familia cristiana es una Iglesia doméstica y el lugar en el que se inicia toda la instrucción y la formación en la fe, la Biblia debería reinar en todas las casas cristianas para su lectura, oración, estudio y veneración. Las mujeres deberían recibir una formación bíblica adecuada para promover la escucha de Palabra de Dios en la familia.
5. La Biblia debería traducirse en la lengua local como primer paso hacia una inculturación, con la finalidad de hacer que la Palabra de Dios sea más accesible a los fieles. Cada cristiano debería tener una Biblia, leerla y hacer que se convierta en un documento de referencia o «vademecum».
6. Como dice el apóstol Pablo: «la fe viene de la predicación» (Rm 10, 17). Los pueblos de África creen vigorosamente en el poder de la palabra, especialmente de la palabra hablada. Muchos de ellos no tienen acceso a los textos porque son demasiado costosos o porque la mayor parte de ellos no sabe ni leer ni escribir. Es necesario presentarle las Escrituras en forma audiovisual.
7. Debería darse gran importancia a la Palabra de Dios en la celebración de los Sacramentos, de manera especial, en la Eucaristía y en los Sacramentales.
8. Siguiendo el ejemplo de los Padres de la Iglesia de los orígenes, la formación cristiana debería centrarse en la Palabra de Dios y las homilías deberían tener un contexto mayormente bíblico para nutrir a los fieles con la Palabra de Dios.
9. En África debería existir un Instituto Bíblico con la finalidad de promover la investigación bíblica en el contexto de la Iglesia en África.
10. Para terminar, se debería instituir un Consejo Pontificio para la promoción de la Dei Verbum, sobre todo, de su capítulo 6.

[00074-04.03] [INO40] [Texto original: inglés]

– S. Em. R. Mons. Francis DENIAU, Obispo de Nevers (FRANCIA)

Escrutando el propio misterio, la Iglesia hace referencia al pueblo judío (Nostra aetate 4). No se trata de una realidad externa, el diálogo entre judíos y cristianos no es una categoría del diálogo interreligioso. Concierne al corazón de la Iglesia y del misterio de la fe.La Nostra aetate nos invita a un diálogo bíblico. Los cristianos tienen siempre la tentación de hablar de los judíos en pasado. Juan Pablo II, definiendo el pueblo judío como nuestro hermano mayor, nos considera hermanos, pertenecientes a la misma generación. Somos «co-herederos» (Jean-Marie Lustiger) de una misma herencia, el Antiguo Testamento. Lo leemos de manera diferente: los judíos, a través de la Torah oral (puesta por escrito en el Talmud, pero que sigue prestándose a múltiples interpretaciones); nosotros a través del Nuevo Testamento y de la Tradición cristiana (sin olvidar que también para nosotros, la tradición oral precede a la escrita), insistiendo en la unidad de los dos Testamentos, que gira alrededor de la figura de Jesús Cristo. La lectura del Judaísmo farisaico y la lectura cristiana se han desarrollado contemporáneamente. La lectura judía, para nosotros cristianos es profundamente diferente a la nuestra, pero igualmente posible y legítima y podemos aprender mucho de ella (PCB, El pueblo judío y sus Sagradas Escrituras en la Biblia cristiana). Puntos centrales: que nuestra lectura del A.T. deje espacio a la lectura judía; que nuestra lectura del N. T. no genere antisemitismo; hablar de los judíos no en pasado sino en presente; rever la noción de cumplimiento (PCB 21); subrayar la dimensión de espera escatológica común, aunque diferente, a judíos y cristianos; prestar atención a la misión universal presente en la tradición judía; aunque el «no» de los judíos a Jesús nos lastima, tratar de comprender su fidelidad a Dios y a la propia vocación; intensificar el estudio de Romanos 9, 11; favorecer el diálogo, más allá de los expertos, en las parroquias y en los movimientos.

[00065-04.02] [IN061] [Texto original: francés]

– S. Em. R. Mons. Antonio MENEGAZZO, M.C.C.J., Obispo titular de Mesarfelta, El Obeid (SUDÁN)

En Sudán hay un gran deseo y hambre de la Palabra de Dios y esto lo demuestra el gran número de cristianos que piden la Biblia.Nuestros cristianos esperan de esta Asamblea una ayuda para alcanzar lo más fácilmente posible la Palabra de Dios: hacer que la Biblia sea más accesible a todas las clases de la población, sobre todo con la traducción en las lenguas de las diferentes tribus.Sacerdotes, religiosos y religiosas se han comprometido a difund
ir, a rezar la Biblia con los grupos de fieles y a guiar a estos grupos para que comprendan, de modo correcto, la Palabra de Dios. Pero se les pide un mayor compromiso y esfuerzo.
La Palabra de Dios no ha penetrado profundamente en el corazón y en la mente de muchos de nuestros cristianos: aún no han logrado cambiar su mentalidad: su cultura no fue completamente purificada por la Palabra de Dios. Muchas veces son incapaces de encontrar una solución a sus problemas y recurren, aún con cierta facilidad, a sus antiguas usanzas.
La ignorancia es más bien elevada, y muchas veces Dios les habla en una lengua no comprensible. La Biblia, además, fue traducida sólo a pocas lenguas de las numerosas tribus existentes. Nosotros esperamos un mayor esfuerzo por parte de la Iglesia y de las Organizaciones católicas para ayudar en las traducciones y preparar expertos para estas traducciones.
La Palabra de Dios es el centro de la vida cristiana y, por lo tanto, debería ser también el centro en la preparación de los catecúmenos del Bautismo. En Sudán la mayoría de los catecúmenos no sabe leer ni escribir: por ello, para prepararlos bien al Bautismo, los catequistas deberían ser capaces de explicar la Palabra con carteles, dibujos y con su propia palabra.
Y aquí existe un gran dilema: catequistas poco capacitados porque tienen poca instrucción y catecúmenos que desean convertirse en discípulos de Cristo: aprenden el catecismo y las verdades de la santa fe de memoria, con un pobre conocimiento de las Sagradas Escrituras. ¿Qué hacer? ¿Pueden ser bautizados? No debemos olvidar que la Gracia de Dios obra en estos nuevos humildes cristianos.
Tenemos otro gran reto: la Justicia y la Paz, el perdón y la reconciliación, después de 21 años de guerra civil entre el Norte y el Sur del país, después de tanto odio, injusticias y sufrimientos. Aún después del acuerdo de paz entre Norte y Sur, la situación no es en absoluto clara ni alentadora. No olvidemos además la guerra en el Darfur que continúa sin ningún signo de mejoría de la situación. Estamos convencidos de que la solución para un futuro de paz se puede encontrar solamente en la fidelidad a Dios y a su Palabra.
Eucaristía y Palabra de Dios, el binomio que puede traer paz y serenidad en todos los corazones: pero ¿qué podemos hacer cuando las distancias son enormes y la inseguridad por las guerras y el bandidaje hace que sea muy difícil y peligroso el contacto de los sacerdotes con los fieles? La escasez de sacerdotes es otro factor negativo. Muchos cristianos pueden recibir la Palabra de Dios y la Eucaristía esporádicamente o incluso sólo alguna que otra vez al año. Haría falta más espíritu misionero entre el clero y más generosidad en los países ricos en clero para ayudar a quienes se encuentran en grave necesidad.

[00081-04.03] [IN047] [Texto original: italiano]

– S. Em. R. Mons. Raymondo DAMASCENO ASSIS, Arzobispo de Aparecida, Presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (C.E.L.AM.) (BRASIL)

El Concilio Vaticano II hizo una afirmación que parecía obvia pero que en la prática no lo era tanto, y así abrió un gran horizonte. Afirmó que la Sagrada Escritura, Palabra de Dios escrita «bajo la inspiración del Espíritu Santo» (DV Il), es «como el alma de la Teología» (DV 24), así como el «apoyo y vigor de la Iglesia, y fortaleza de la fe para sus hijos, alimento del alma, fuente pura y perenne de la vida espiritual» (DV 21).
Esta última afirmación ha tomado cuerpo en la V Conferencia General de los Obispos de América Latina y el Caribe en Aparecida realizada el año pasado, al proponer explícitamente un cambio de enfoque, que consiste en pasar de una pastoral bíblica a una «animación bíblica de toda la pastoral» (DA 248). Pues bien, estas indicaciones tienen repercusión directa en la formación de los futuros presbíteros. La formación presbiteral en los tiempos actuales· debe poner la Palabra de Dios en el lugar central, como bien nos recordó S.S. Benedicto XVI en su discurso inauguraI en Aparecida: «Al iniciar la nueva etapa que la Iglesia misionera de América Latina y El Caribe se dispone a emprender […], es condición indispensable el conocimiento profundo y vivencial de la Palabra de Dios». Y señaló también la urgente necesidad de «fundamentar nuestro compromiso misionero y toda nuestra vida en la roca de la Palabra de Dios».(DA 247
En el contexto actual de la Iglesia en América Latina y el Caribe es necesario y urgente que el proyecto formativo y el currículo de los seminarios, además de destacar la formación académica en la Sagrada Escritura, ponga un mayor cuidado en la capacitación de los formandos en una espiritualidad bíblica sólida, haciendo uso creativo de todos los medios al alcance, dando una especial reievancia a la Lectio Divina. El reto es lograr que los futuros presbíteros, ya desde su formación inicial, aprendan a confrontar sus vidas en el espejo de la Palabra de Dios y alcancen el conocimiento de Dios en la fuente viva de su Palabra. Para ello es necesario que aprendan a estar en un permanente y profundo contacto con la Palabra de Dios. Pero no sólo por razones funcionales, es decir por motivos académicos o pastorales, sino como un elemento constitutivo vertebral que moldee su proyecto de vida durante la formación inicial y pueda continuarlo ya siendo presbítero.
Por otra parte, sin perder nunca el alto nivel del estudio bíblico que se requiere para un futuro pastor, no podemos olvidar que su desempeño será ante todo en medio de la comunidad eclesial. Esto hace necesaria y urgente también una esmerada preparación para realizar una adecuada «animación bíblica de la pastoral», sin perder de vista que el munus de la Palabra profética, por naturaleza, requiere· ministros pedagogos en la fe, que sepan colocar «en el principio» de toda actividad de la Iglesia la semilla viviente y vivificante de la Santa Palabra.
En fin, es necesario que los futuros presbíteros aprendan a nutrirse cada día con el Pan de la Palabra ya encontrar a Cristo en la Sagrada Escritura. Sólo así podran forjar una recia y sólida espiritualidad, nutrida del Evangelio; y serán capaces de hacer que la Palabra de Dios sea realmente el «alma de la evangelización y del anuncio de Jesús a todos» (DA 248).

[00068-04.03] [IN066] [Texto original: español]

– S. Em. R. Mons. Lucio Andrice MUANDULA, Obispo de Xai-Xai (MOZAMBIQUE)

Retomando el diligente llamamiento de JUAN PABLO II a la humanidad: «¡Pueblos todos, abrid las puertas a Cristo! Su Evangelio no resta nada a la libertad humana, al debido respeto de las culturas, a cuanto hay de bueno en cada religión» (RM 3) y considerando que «el objetivo primario del Sínodo es dedicarse al tema de la Palabra con la cual «Dios invisible (cf. Col 1, 15; 1 Tim 1, 17) movido de amor, habla a los hombres como amigos (cf. Ex 33, 11; Jn 15, 14-15), trata con ellos (cf. Ba 3, 38) para invitarlos y recibirlos en su compañía» (DV 2)», nos parece que la mayor contribución que esta Asamblea Sinodal podría ofrecer a la Iglesia es recuperar la importancia de la Palabra de Dios en la vida y la misión de la Iglesia.
No todos los fieles conocen la Palabra de Dios, y es urgente que sean iniciados y animados a la lectura y la meditación más frecuentes de la Biblia. De hecho, la escucha de la Palabra de Dios en el ámbito de las celebraciones eucarísticas no logra satisfacer lo que la Dei Verbum recomienda intensamente: «Es conveniente que los cristianos tengan amplio acceso ala Sagrada Escritura» (DV 22).
Es preciso, por lo tanto, que toda la Iglesia se comprometa en una pastoral bíblica de conjunto, llevada a cabo de tal manera que cada familia cristiana, además de tener la Palabra de Dios traducida en su propio idioma, pueda acceder a su significado más elemental, y poder así transmitir a sus hijos, de generación en generación, el verdadero contenido de la Palabra Salvífica de Dios, Jesucristo el Verbo encarnado.

[00090-04.03] [IN068] [Texto original: italiano]

– S. Em. R. Mons. Ramzi G
ARMOU, Arzobispo de Teherán de los Caldeos, Presidente de la Conferencia Episcopal Administrador Patriarcal de Ahwaz de los Caldeos (IRÁN)

Toda la Biblia, desde el libro del Génesis hasta el Apocalipsis, nos dice que la fidelidad a la Palabra de Dios conduce a la persecución. El primer perseguido, por excelencia, es el mismo Jesucristo, que vivió la persecución desde los primeros días de su nacimiento hasta su muerte en la cruz. Según el Evangelio, la persecución se considera el signo más elocuente de la fidelidad a la Palabra de Dios. El crecimiento de la Iglesia y su avance en el camino de la evangelización de los pueblos son fruto de la persecución que ha sufrido en cada lugar y en cada tiempo. Jesús, en el Evangelio, nos habla muy claramente de la persecución (Lc 21, 12-19). Recemos al Espíritu Santo a fin de que conceda a la Iglesia del tercer milenio, en este Año Paulino, la gracia y la alegría de hacer una experiencia auténtica de la persecución a causa de su fidelidad a la Palabra de Dios.

[00096-04.03] [IN075] [Texto original: francés]

– S. Em. R. Mons. Fidèle AGBATCHI, Arzobispo de Parakou (BENÍN)

Es bello que el Santo Sínodo mantenga unida la estrecha identificación entre la Palabra de Dios y la Persona de Jesucristo, de manera que todo lo que se dice sobre el devenir de la Palabra se afirme también para el ciclo del Verbo Encarnado. Sobre esta base, el ciclo del Verbo, en las diferentes faces que conoce su encuentro con la cultura humana, podría ser resumido de esta forma:
-Cuando el Verbo se hace carne, entra en la cultura humana, se incultura. Haciendo esto, actúa por libre decisión, fundada en el Amor que nos valdrá la salvación de Dios. La inculturación no inicia, por lo tanto, solamente a partir de una práctica del apostolado o la liturgia, sino sobretodo de una iniciativa de amor de Dios por salvar al hombre caído en el pecado. El primero que realiza la inculturación en su forma más perfecta es, por lo tanto, Jesucristo, la inculturación hecha persona.
– Inculturándose, el Verbo se acultura; Él, que es no-cultura acepta unirse a una – que además está manchada por el pecado – y a padecer su influencia.
– Inculturándose el Verbo acultura. La cultura humana no puede dejar de experimentar la influencia del Verbo que va hacia ella. El Verbo propone e imprime su influencia divina, lo que presupone que la cultura se abra para acoger dicha influencia y adquirir algo de la divinidad.
En todo este proceso, el Verbo decultura. Como el viñador poda la viña, así el Verbo intenta erradicar de la cultura los elementos no acordes con su imagen. Es lo que hace Jahvé cuando intima a Israel a no decir más en su tierra: «Los padres comieron el agraz, y los dientes de sus hijos sufren la dentera?».Es la misma lucha que llevó a cabo Jesucristo tratando de erradicar de la cultura, el pecado y sus consecuencias. Ahora bien, Jesús lleva adelante esta lucha hasta la destrucción de ese Templo que se propone reconstruir en tres días. Y como el Templo de su Cuerpo resurge del sepulcro, así la cultura deculturizada adquiere la promesa de vida a través de la resurrección de Cristo.
A esta compleja aventura pascual está invitado el proceso de inculturación, del que hay que discernir en manera adecuada y simultánea todas las fases, para no correr el riesgo de caer en derivaciones deplorables en la práctica.
Como la Encarnación es el futuro del mundo, así también la inculturación es el futuro de toda forma de apostolado, ya sea éste bíblico, Kerigmático o sacramental. En este sentido me permito formular algunas sugerencias:
– Que el Kerigma vuelva hoy a revestirse con el mismo tono escatológico que tenía en los comienzos de la Iglesia. El futuro de la fe está en el cielo pero el cielo está ya sobre la tierra con la salvación en Jesucristo.¡ Que esto sea enseñado y vivido!
– Que el método de la inculturación se inscriba en la línea suscitada por el impulso ardiente del Verbo en la Encarnación, por Aquél que hemos definido la Inculturación hecha persona. [00097-04.03] [IN076] [Texto original: francés]

– S. Em. R. Mons. Dionisio LACHOVICZ, O.S.B.M., Obispo titular de Egnazia, Obispo de curia de Kyiv-Halyč (UCRANIA)

La primera observación se refiere a la unidad entre Palabra y Bautismo, y de éstas con la Eucaristía: En el Documento de trabajo se dice que «son dos las realidades que unen a los cristianos entre sí: la Palabra de Dios y el Bautismo» (IL 54). Habría que profundizar en este tema, porque tal como está parece una media-unidad, ya que en el número 35 está escrito que existe también una íntima unidad entre Palabra y Eucaristía, con el apoyo de las citas de la Tradición de la Iglesia: «Corpus Christi intelligitur etiam Scriptura Dei «, o bien de las palabras de San Jerónimo: «En efecto, la Palabra de Dios es verdadero alimento y verdadera bebida, que se alcanza a través del conocimiento de las Escrituras». También el Concilio Vaticano II afirma que Palabra y Eucaristía son «un solo acto de culto» (SC 56).
En síntesis, se afirma la íntima unidad entre Palabra y Bautismo, al igual que entre Palabra y Eucaristía.
En estos términos, es difícil entender, desde el punto de vista del ecumenismo, porqué no se puede concelebrar el sacramento de la Eucaristía con los Ortodoxos (por ejemplo), mientras que se puede celebrar con ellos el sacramento de la Palabra de Dios y tener el Bautismo en común. Si existe esta unidad entre Palabra, Bautismo y Eucaristía, ¿por qué negar la comunión eucarística?
Por otra parte, con la misma lógica de unidad, pero a la inversa, como dijo un Arzobispo ortodoxo (Agustín de Lviv, de la Comisión teológica del Patriarcado de Moscú), cuando no existe la comunión eucarística, no se puede celebrar siquiera la Palabra juntos, ni rezar el «Padre Nuestro» junto con los católicos. Así, con esta lógica, por parte de los ortodoxos no se admitirá como válido el Bautismo de los católicos, como se ha afirmado alguna vez en los encuentros ecuménicos. Y tampoco es posible llamarse unos a otros «hermanos».
Una segunda observación relativa al «Ecumenismo y Palabra de Dios»: ¿Cómo podemos leer y comentar la Palabra de Dios con las otras confesiones, por ejemplo, el pasaje «para que todos sean uno» (Jn 17, 20), si no podemos encarnar esta Palabra? La Palabra se vuelve estéril. Si no eres capaz o no quieres encarnar esta Palabra, entonces ¿para qué leerla? El Papa Benedicto XVI dice, precisamente, que el mundo espera una «respuesta a la escucha de la Palabra» (IL 54).
Tenemos una cierta impresión de que todo lo que se dice sobre el ecumenismo, es para los otros, para un «tercero», en el momento del decir ausente. Como si esta Palabra pudiera hacer un milagro, pero nosotros nos quedamos igual.
Un ejemplo: en Ucrania, hemos realizado una traducción ecuménica de la Biblia, con la colaboración de ortodoxos y protestantes, pero no podemos rezar ni celebrar junto con ellos.
Y la tercera observación: De la misma manera, me parece que se corra también el peligro de instrumentalizar la Palabra de Dios. Se puede convertir en un «instrumento» de discusión, de estudio, de diálogo, de encuentro, incluso de oración común, pero es superficial, no tiene la fuerza para cambiar, no lleva al misterio común de la celebración de la Palabra, no se convierte en carne-sarx, es decir, no se encarna en la vida de la persona y de la Iglesia. Podemos saber de memoria toda la Biblia, discutir sobre ella con competencia, pero quedar fuera de ella, sin alimentarnos de ella, sin ser incorporados a Cristo, sin ser bautizados en Cristo.
Quizás esta distancia entre la Palabra y la vida es el verdadero obstáculo para la unidad de los cristianos. Las Iglesias profieren las palabras, pero no dan a la Palabra de Dios el testimonio de estas palabras. Quizás la Palabra está demasiado «canonizada», esterilizada, e impide la diaconía, la koinonia, y también la martiria.Por lo tanto, hace falta una responsabilidad ante la Palabra de Dios. Sin duda, se habl
a mucho de la responsabilidad de llevar la Palabra a los demás, de la predicación de la Palabra, pero tal vez se habla menos de la responsabilidad de la persona que la predica, de la misma Iglesia y de las Iglesias ante la Palabra de Dios. ¿Cómo se puede entender, entonces, el dicho de que la Palabra de Dios se lee en la Iglesia, con la Iglesia, para la Iglesia? Quizás hay que tomarse más en serio la admonición de San Pablo: «Que el catecúmeno comparta sus bienes con el catequista. No os engañéis; de Dios nadie se burla» (Gal 6, 6s).

[00099-04.04] [IN078] [Texto original: italiano]

– S. Em. R. Mons. Berhaneyesus Demerew SOURAPHIEL, C.M., Arzobispo Metropolitano de Addis Abeba, Presidente de la Conferencia Episcopal, Presidente del Consejo de la Iglesia (ETIOPIA)

1) La Palabra de Dios fue la fuente de la literatura etíope. La Biblia fue traducida al etíope entre los siglos IV y VI.
2) Algunos libros se conservan en su integridad sólo en etíope clásico y algunas partes del canon bíblico etíope tienen un gran valor para los estudios bíblicos.
El Libro de Enoc y el Libro de los Jubileos son obras importantes para comprender el contexto del judaísmo en la época del Segundo Templo, Qumrán y los orígenes del cristianismo. Son importantes también para el estudio de la literatura apocalíptica.
3) La Sociedad Bíblica etíope está haciendo mucho para que la Biblia se traduzca a las lenguas locales y regionales (incluidos casetes, CD, un aparato llamado «Proclaimer», que incluso funciona con energía solar).
Los miembros de la comisión de la Sociedad Bíblica son 24: 8 de la Iglesia ortodoxa etíope de Tewahedo, 8 de la Iglesia católica y 8 de la Iglesia evangélica. Éste es un buen ejemplo de cooperación ecuménica. Actualmente preside la comisión un católico.
4) Existe el proyecto de una edición católica de la Biblia en amárico, la lengua oficial de Etiopía (cercana a la New Revised Standard Version y la Biblia de Jerusalén), que necesita urgentemente financiación.
5) Curso bíblico a distancia, organizado por la archidiócesis de Addis Abeba. Cerca de 3.500 fieles de Addis Abeba y alrededores participan en este curso. La archidiócesis propone también un curso bíblico anual, que se lleva a cabo todos los sábados en la catedral de la Natividad de Nuestra Señora en Addis Abeba.

[00103-04.03] [IN082] [Texto original: inglés]
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ZENIT Staff

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