Juan Pablo II: «Mientras tenga voz, gritaré: "¡Paz en el nombre de Dios"»

Encuentro con los líderes religiosos, políticos y culturales de Azerbaiyán

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BAKÚ, 22 mayo 2002 (ZENIT.org).- Juan Pablo II se presentó como «embajador de paz» al encontrarse en su primer día de visita en Azerbaiyán con los líderes religiosos, políticos, culturales, y artísticos del país.

«He venido a Azerbaiyán como embajador de paz –dijo en su último encuentro público de este miércoles– Mientras tenga voz, gritaré: «¡Paz en el nombre de Dios»».

«Y si a una palabra se le une otra la palabra –añadió–, nacerá un coro, una sinfonía que contagiará los espíritus, extinguirá el odio, desarmará los corazones».

«Paz» fue la palabra que repitió en más ocasiones el obispo de Roma en su primer día de estancia en esta República ex soviética, que alcanzó la independencia hace once años, con algo menos de ocho millones de habitantes, en su mayoría musulmanes.

El encuentro del pontífice con los líderes azeríes de las diferentes facetas de la vida social tuvo lugar después de ser recibido por el presidente de Azerbaiyán, Heidar Aliev, antiguo comunista soviético, quien había pedido durante años que el obispo de Roma visitara Bakú.

En el mismo palacio presidencial, el Papa recibió a los máximos exponentes de la vida del país, y tras un breve saludo, para evitar un ulterior cansancio, pidió a uno de sus colaboradores que les leyera el discurso que había preparado en ruso para la ocasión.

«Desde este país que ha conocido y conoce la tolerancia como valor preliminar de toda convivencia civil sana, queremos gritar al mundo: ¡Basta con la guerra en nombre de Dios! ¡Basta con la profanación de su Nombre santo!», afirmaba el Santo Padre en el texto.

Identidad y búsqueda de la belleza
Ante la crisis de identidad actual que impulsa a algunos a optar por el fundamentalismo o la violencia, el sucesor de Pedro consideró que es indispensable la aportación del mundo cultural y artístico.

«La belleza es luz del espíritu –dijo citando en varias ocasiones al poeta persa Nizami, nacido en el actual Azerbaiyán en el siglo XII–. El alma, cuando está serena y reconciliada, cuando vive en armonía con Dios y el universo, emana una luz que ya de por sí es belleza».

«La santidad no es más que la belleza plena, en cuanto refleja, como sabe y puede, la sublime belleza del Creador», añadió.

Por eso, consideró que el desafío actual consiste en «volver a dar el gusto de la belleza. Como nos enseñan los antiguos, la belleza, la verdad y la bondad están unidas por un lazo indisoluble».

Transparencia política
El Papa Karol Wojtyla dedicó una parte especial de su discurso a los políticos azeríes, consciente de que se mueven en «un ámbito lleno de peligros». De hecho, en este país la corrupción es una realidad omnipresente.

«La política tiene necesidad de honestidad y transparencia», de lo contrario podrían surgir «peligrosas añoranzas del pasado».

Por primera vez un Papa en un hotel
El viaje internacional número 96 de los casi 24 años de este pontificado ha reservado una pequeña novedad. Al no haber en el país una nunciatura apostólica ni una sede episcopal, por primera vez un Papa fue acogido en un hotel.

El Hotel Irshad, de 13 habitaciones, es un albergue modesto, algo alejado de Bakú. El gobierno azerí le concedió durante las horas de estancia del pontífice el estatuto de extraterritorialidad, régimen del que en el mundo gozan las embajadas.

Este jueves, Juan Pablo II celebrará la eucaristía en el Palacio de los Deportes de Bakú, y luego almorzará con la comunidad salesiana en el país, que anima y dirige este territorio de misión.

Tras encontrarse con los líderes de las religiones monoteístas (con el líder de los musulmanes del Cáucaso, con el obispo ortodoxo de Bakú, y con el presidente de la comunidad judía), volará a Sofía, capital de Bulgaria, país en el que permanecerá hasta el próximo domingo, 26 de mayo.

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ZENIT Staff

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