«La caridad de Cristo nos urge»: Mensaje de los obispos de Venezuela

Al concluir su XXX Asamblea Extraordinaria

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

CARACAS, 7 mayo 2003 (ZENIT.org).- Publicamos a continuación el texto íntegro del documento que el episcopado venezolano difundió el miércoles pasado al término de la XXX Asamblea Extraordinaria.

* * *

MENSAJE DEL EPISCOPADO VENEZOLANO
XXX ASAMBLEA EXTRAORDINARIA
30 de abril de 2003

“La caridad de Cristo nos urge” (2 Corintios 5,14)

1.- Los Arzobispos y Obispos de Venezuela, como pastores y guías de nuestro pueblo, reunidos en la XXX Asamblea Extraordinaria, nos sentimos urgidos por el mandato de velar por la dignidad de la persona humana y el bien común. Ello nos lleva a compartir con todos los hijos de la Iglesia, así como con los hombres y mujeres de buena voluntad, una serie de inquietudes que percibimos y de reflexiones que hacemos en nuestro permanente contacto con la gente. Prueba de ello han sido nuestras reiteradas intervenciones y pronunciamientos.

2.- “La caridad de Cristo nos urge” hoy, más que nunca, ya que, como sucesores de los apóstoles, los Obispos tenemos la obligación de evangelizar, santificar y conducir a todos los creyentes en el seguimiento de Cristo; tenemos, también, el mandato de llamar a la conciencia, a la búsqueda y respeto de la verdad, y a la serenidad de espíritu, convencidos de la necesidad de defender, de manera coherente y trasparente, con valentía y fortaleza, los valores de la libertad, de la justicia, de la convivencia fraterna. Con ello pretendemos cultivar el entusiasmo, para no desfallecer en la tarea de construir una sociedad democrática, en la que todos tengamos cabida.

3.- En este momento de tantas angustias de la mayoría de los venezolanos, compartimos sus penas y sufrimientos. La pobreza, el desempleo, la ocupación informal, la desesperación de quienes no encuentran futuro cierto, no nos permiten quedarnos con los brazos cruzados. ¿Podemos consentir que el odio y la descalificación, la intolerancia y el desprecio, prevalezcan sobre el respeto del otro, la sensatez, el sano pluralismo? El aumento de las muertes violentas, el secuestro y el chantaje, el armar a la población civil, no pueden inhibirnos en buscar respuestas, ni incapacitarnos para encontrar soluciones.

4.- Las descalificaciones, difamaciones y calumnias que sufre la Iglesia Católica como institución, tanto en sus obispos como en sus sacerdotes y laicos, no deben ser ocasión para el desaliento. Reafirmamos nuestra voluntad de seguir al lado del pueblo, con nuestras obras de servicio y fraternidad, con la acogida sincera en la oración, en las expresiones auténticas de nuestra fe y religiosidad; con la predicación de la verdad, con las armas del Espíritu Santo que nos invita a asirnos a la fuerza transformadora de Cristo Resucitado. El vigor de la fe y la experiencia milenaria de la Iglesia son ejemplos que nos animan. El bien y la verdad triunfan siempre sobre la arbitrariedad y la imposición.

5.- Vastos sectores del pueblo venezolano ven con preocupación los esfuerzos por implantar lo que, sucesivamente, se ha ido denominando “proceso de cambios”, “proyecto” y “revolución”, con progresiva vocación totalizante, política, socio-económica e ideológico-cultural. El pueblo no logra entender cuál es su base constitucional y su legitimidad democrática. A este respecto, reiteramos que “es importante impulsar la profunda necesidad de cambio en una dirección correcta para que dotemos al país de un proyecto compartido con todos”, porque “está bien claro que no se trata de volver hacia épocas anteriores, sino de corregir sus deficiencias y afianzar cuanto favorezca la auténtica participación de los que hasta ahora han sido excluidos”(CEV. “El camino hacia la paz”, n. 9 y 11, 11 de enero 2002).

6. Muchos hombres y mujeres de buena voluntad se preguntan sobre el propósito de las leyes que se están discutiendo en la Asamblea Nacional, particularmente las que se refieren a la participación popular, la estructuración social, la organización económica, el sistema educativo, la creación cultural, la actividad de los medios de comunicación social, el terrorismo. ¿Por qué se busca implantar por las vías legal y administrativa como un proyecto impuesto, lo que debe ser un proyecto compartido?.

7.- No hay patria sin virtud. La virtud compromete toda la vida de quien está ante un valor inalienable que hay que defender con valentía, lucidez y responsabilidad. “La Buena Noticia, de la que somos responsables y que debemos llevar a los otros, es una palabra de liberación. No es un mensaje utópico, sino real; no es para mañana, sino para hoy. Este mensaje, más que una revolución, anuncia una redención. Ahora bien, nosotros no participamos en la lucha por la redención con las mismas armas con las que se participa en una revolución. En esta lucha, no podemos equivocarnos de armas. Debemos
hacerlo con las ‘armas` de la paz, que son las del Espíritu. Nosotros combatimos con el amor, el perdón y la reconciliación. Son instrumentos `temibles` e `invencibles`, porque son los de Dios. Son armas que nadie nos debe quitar” (Nuncio Apostólico, 28-4-03. Ver también, CEV, Entendámonos para sobrevivir. 18-10-02).

8.- Ante la existencia de posiciones tan antagónicas que nos podrían llevar a un verdadero colapso nacional, se impone, con urgencia, la necesidad de una consulta popular, es decir, de una respuesta pacífica, democrática, constitucional y electoral al actual estado de cosas, de modo que se restituya la confianza y la tranquilidad al país, y se refuercen la institucionalidad y la legitimidad. Para ello existe en el ordenamiento jurídico actual la posibilidad de una salida constitucional: el referéndum revocatorio. Ahora bien, el cabal ejercicio de este derecho exige respeto a las reglas de juego, un cronograma claro y preciso, los recursos financieros y logísticos y, muy en particular, la transparencia en el proceso electoral. En el momento presente, y como premisa ineludible, la designación de un Consejo Nacional Electoral, imparcial y eficaz, es una prueba de autenticidad para la democracia. En este sentido hacemos un llamado a los poderes públicos, conscientes de que dilaciones y entorpecimientos producen en el pueblo desconfianza, inconformidad y rechazo.

9.- La proximidad del primero de mayo, fiesta de los Trabajadores, es una invitación a la reflexión y a la solidaridad. Hoy, en nuestro país, está resultando un privilegio tener un empleo estable. En efecto, cada día se cierran más y más fuentes de trabajo con la desaparición de empresas; se producen despidos masivos y arbitrarios, tanto en el ámbito civil: -la industria petrolera, la marina mercante, los empleados públicos-, como en el militar. La ocupación informal o la búsqueda individual de la supervivencia no pueden ser la solución definitiva y equitativa. También aquí se impone el respeto de la legalidad establecida y la concertación, no la eliminación de la organización que los mismos actores sociales se han dado.

10.- Nuestra fe en Jesucristo nos lleva a “esperar contra toda esperanza” (Rom 5, 18); a creer en las personas y en su capacidad de conversión; a estar convencidos de que el amor vence al odio, la bondad al mal, la generosidad al egoísmo, la sinceridad a la intriga. Jesucristo nos enseña, con su palabra y ejemplo, que, aunque hay que pasar por el sacrificio de la cruz, el triunfo de la resurrección es el horizonte que nos espera. Queremos que toda la Iglesia en Venezuela renueve esta fe, consolide la esperanza y se afiance en construir la civilización del amor.

11.- Como Obispos seguiremos acompañando a nuestro pueblo en la renovación moral y económica del país que queremos, de la cultura cristiana que nos enorgullece y de la construcción del futuro que anhelamos. Nuestra patrona nacional, la Virgen de Coromoto, cuya imagen peregrina por todo el país, y que en los próximos días estará e
n Caracas, nos una y nos bendiga, para seguir aportando, con ilusión y esperanza, lo mejor de nosotros mismos, a fin de que Venezuela sea la casa común de todos.

Con nuestra bendición.

Firman los Arzobispos y Obispos de Venezuela.

Caracas, 30 de Abril, 2003.

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

ZENIT Staff

Apoye a ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación