La Iglesia ortodoxa rusa se prepara para canonizar al último zar

Con él, serán elevados a los altares centenares de mártires del comunismo

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MOSCU, 10 agosto (ZENIT.org).- Unos quinientos mártires del comunismo asesinados entre 1917 y 1937 serán canonizados por la Iglesia ortodoxa rusa. Entre ellos se encuentra el último zar de Rusia, Nicolás II.

¿San Nicolás II?
La decisión debería ser adoptada durante una reunión excepcional que celebrará el concilio del episcopado ruso, en Moscú, del 13 al 19 de agosto. Junto a Nicolás II, la Iglesia ortodoxa rusa debería declarar también la santidad de la familia imperial, asesinada junto al último de los Romanov en la noche del 16 al 17 de julio de 1918, en Ekaterinburgo: la zarina Alejandra Feodorovna y sus cinco hijos, Alejo, Olga, Tatiana, María y Anastasia.

Su nombre quedará asociado para siempre al de los mártires ortodoxos rusos del comunismo. Nicolas II no será canonizado por la manera en que administró los asuntos de Estado. «El último zar rechazó el exilio. Permaneció hasta el final fiel a su patria. Sus cartas testimonian que estaba dispuesto a morir como cristiano», explica en el monasterio de San Daniel, sede del patriarcado ruso, el padre Hilarión Alfeyev.

La Iglesia ortodoxa se recupera
Si bien la práctica religiosa en Rusia sigue siendo bajísima, el 80 por ciento de la población sigue considerándose ortodoxo. Tras la caída del comunismo, se han vuelto a abrir diez mil parroquias e iglesias, y se han restaurado centenares de monasterios. Se han reconstruido, además, las dos academias de formación para el alto clero (en Serguei Possad, ex Zagorsk y en San Petersburgo), así como unos veinte seminarios y escuelas teológicas. En estos momentos, la Iglesia espera obtener del gobierno la posibilidad de ofrecer clases de religión en las escuelas y seguir disfrutando de su régimen de exención fiscal. «Putin necesita a Alejo II y Alejo II necesita a Putin», se dice en Moscú, sintetizando bastante bien un entendimiento que era muy típico en los países ortodoxos antes de la llegada del comunismo. El patriarca Alejo II considera que la Ortodoxia es la defensora de la identidad rusa y aparece con mucha frecuencia en las ceremonias oficiales más importantes.

Martirologio ortodoxo ruso
La Iglesia ortodoxa pagó un terrible tributo a los setenta años de comunismo. Según un autorizado estudio de historiadores y teólogos citados por el diario parisino «Le Monde» (29 de julio de 2000), 600 obispos, 40 mil sacerdotes, 120 mil monjes y monjas fueron martirizados en defensa de la fe cristiana en tiempos de la Unión Soviética. Tras realizar un examen sobre los veinte años que separan a 1917 de 1937, la Iglesia ortodoxa rusa parece decidida a canonizar a unos quinientos mártires rusos(«cuyos nombres han sido identificados, aunque todavía no han sido revelados al mundo», explica la convocación del concilio).

Las historias de estos mártires han sido reconstruidas con un largo trabajo de investigación en los archivos del ex KGB, en unas veinte diócesis, y en centenares de parroquias, desde Kazajstán, hasta Ucrania, desde Siberia hasta el Cáucaso.

Amplia definición de «mártir»
Teólogos ortodoxos explican que la definición de «mártir» es más «amplia» en su Iglesia que en el catolicismo. Puede llegar a englobar a «quienes han sufrido como Cristo en el momento de su pasión» y gozan de veneración popular.

Un fenómeno de masas
Aleksandr Kirlezhev, periodista y escritor, colaborador durante muchos años de los metropolitanos Filaret y Pitirim, uno de los egresados más brillantes en su año de la Academia teológica de Serguei Possad, explica: «El patriarca y los obispos no sentían la necesidad de proclamar esta canonización, y de hecho la han atrasado lo más posible. Es un hecho incontestable, sin embargo, que desde hace tiempo existe un creciente culto de masa por el zar. Es un fenómeno de religiosidad popular, de orientación conservadora, que el Santo Sínodo no podía dejar de recibir. Para resolver el problema, el Sínodo recurrió al ejemplo de Boris y Gleb, hijos del príncipe Vladimir de Kiev, los primeros santos nacionales rusos, que en 1015 aceptaron ser asesinados por su hermano Svjatopolk para evitar una guerra civil. Un ejemplo que se adapta a Nicolás II, quien rechazó la hipótesis del exilio y aceptó el riesgo de la persecución».

Algunos sectores rusos acusan al concilio ortodoxo de tomar la decisión de la canonización del zar con el objetivo de ganarse el apoyo de los sectores nacionalistas en auge. El patriarcado responde con una aclaración: la Iglesia ortodoxa rusa en el extranjero ha canonizado al zar como ejemplo máximo de todos los mártires, para la Iglesia ortodoxa rusa, sin embargo, es un mártir como muchos otros del martirologio ruso del siglo XX.

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ZENIT Staff

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