La preparación al matrimonio, clave en uniones conyugales mixtas y de disparidad de culto

Advierten los episcopados del sudeste europeo

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ORADEA, martes, 6 marzo 2007 (ZENIT.org).- Los desafíos que plantean los matrimonios mixtos y de disparidad de culto marcan la prioridad de los episcopados del sudeste europeo de promover lo más posible la preparación al matrimonio, el crecimiento en la fe y la conciencia de la dignidad de la persona.

Es una de las conclusiones del VII Encuentro de los presidentes de las Conferencias Episcopales del sudeste de Europa, celebrado del 1 al 4 de marzo en Oradea (Rumanía), bajo la promoción del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa (CCEE).

Este organismo, en un comunicado difundido este martes, recuerda el tema de gran actualidad –no sólo para la citada región de Europa, sino para todo el continente- que ha centrado la convocatoria: los matrimonios mixtos y la familia en Europa.

Realidad particularmente viva en el sudeste europeo, donde conviven católicos, ortodoxos, y musulmanes, «los matrimonios «mixtos» (entre un católico y un bautizado de otra confesión cristiana) y los matrimonios con «disparidad de culto» (entre un católico y un no bautizado)» se están difundiendo en todas las naciones europeas, dado el fuerte fenómeno migratorio que está cambiando los rasgos de varios países.

Analizando este hecho, respecto a los matrimonios interrituales (entre católicos de ritos distintos, por ejemplo católicos latinos y greco-católicos) los prelados no han apreciado problemas especiales.

Por otro lado, en cuanto a los matrimonios entre católicos y ortodoxos, de acuerdo con los prelados existe la base fundamental de una fe común, pero no es compartida la misma visión teológica sobre la sacramentalidad del matrimonio y en consecuencia es divergente también la perspectiva del valor y estabilidad del vínculo matrimonial y del divorcio.

Las consecuencias de ello se hacen sentir fuertemente tanto en la praxis de la vida sacramental como en los criterios de los tribunales eclesiásticos.

Otro capítulo lo constituyen las iglesias de la Reforma, con las que –siguiendo a los episcopados del sudeste europeo- el diálogo parece más avanzado en la búsqueda de soluciones a esta problemática, aunque las divergencias teológicas son más acusadas. Es necesario que el contrayente católico sea rebautizado porque no se reconoce la validez de su bautismo.

Por su parte, los matrimonios con «disparidad de culto» crecen cada vez más, en primera línea con los musulmanes, constatan los prelados.

En este ámbito las experiencias son muy diversas; en cualquier caso coinciden en que complica la situación el hecho de que frecuentemente la diferencia de religión se entremezcla con la diversidad de pertenencia étnica, y esta última diferencia termina siendo a menudo la decisiva y más problemática.

Y si bien existen resultados positivos, los presidentes de las Conferencias Episcopales del sudeste de Europa no han callado las grandes dificultades y riesgos que salen al paso de estos matrimonios: desde el indiferentismo religioso a separaciones, dependencia de las familias, imposiciones que caen frecuentemente sobre la mujer, aislamiento del propio grupo étnico, pérdida de identidad y dificultades para la educación de los hijos.

Como se ha recordado en el encuentro de los prelados, la tradición de la Iglesia católica privilegia el matrimonio entre dos católicos, no sólo con vistas a la conservación y transmisión de la fe, sino sobre todo en el interés de la propia comunidad conyugal.

Con todo, por causas justas y razonables, permite la celebración de matrimonios mixtos y de disparidad de culto si existe la disponibilidad clara de alejar los peligros de abandonar la fe y el compromiso de hacer cuanto sea posible por que los hijos sean bautizados y educados en la Iglesia católica.

Todas estas situaciones han llevado a los obispos a afirmar su intención prioritaria de promover lo más posible la preparación al matrimonio, el crecimiento en la fe y la conciencia de la dignidad de la persona.

De hecho, el encuentro del año que viene, fijado en Sofía (Bulgaria) del 28 de febrero al 2 de marzo, se dedicará al tema de la preparación de los novios y al acompañamiento espiritual de las parejas mixtas.

Y como instrumento pastoral, se propondrá, por parte de las Conferencias Episcopales del sudeste de Europa, una especie de vademécum para sacerdotes y agentes de pastoral dedicado a cuestiones de matrimonios «mixtos» y de «disparidad de culto».

Además de evidenciar el deseo de que el tema de los matrimonios mixtos se afronte pronto a nivel ecuménico en las comisiones y órganos de diálogo existentes, el tema del matrimonio se retomará en la asamblea plenaria del CCEE a inicios del próximo octubre en Fátima (Portugal).

Y es que el recién celebrado encuentro de Rumanía amplió su vista a la situación de la familia en Europa, que muestra datos preocupantes respecto a la crisis demográfica, el aumento de los abortos (uno cada treinta segundos), la caída en el numero de matrimonios y el aumento de los divorcios.

Han participado en el encuentro de Oradea, acompañados de expertos, los presidentes/delegados de las Conferencias Episcopales de Albania, Bosnia y Herzegovina, Bulgaria, Grecia, Rumanía, la Conferencia Episcopal Internacional de los Santos Cirilo y Metodio (Serbia, Montenegro, Macedonia) y Turquía.

Igualmente estuvieron presentes los nuncios apostólicos en Rumanía y ante la Unión Europea, algunos obispos de la Conferencia Episcopal de Rumanía y el secretario general de la comisión de los Episcopados de la Unión Europea (COMECE), todos ellos bajo la moderación del presidente del CCEE, el cardenal Péter Erdö, y del cardenal Vinko Puljic, arzobispo de Sarajevo.

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ZENIT Staff

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