La Santa Sede ante «puntos calientes» del planeta: Rusia y Tierra Santa

Entrevista con el hombre del Papa para las relaciones con los Estados

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ROMA, 23 abril 2002 (ZENIT.orgAvvenire).- Cuando se inició el pontificado de Juan Pablo II, la Santa Sede mantenía relaciones con 84 países. Hoy son 172. Y otros dos, cuyos nombres son por el momento «top secret», están preparados para añadirse a la lista.

Estos números son suficientes para darse cuenta de la amplitud de la acción diplomática de la Santa Sede. El arzobispo Jean-Louis Tauran, secretario de la Santa Sede para las Relaciones con los Estados, (conocido impropiamente por los medios de comunicación como el «ministro de Asuntos Exteriores» vaticano), habló del argumento este martes en la Universidad Católica de Milán.

En esta entrevista, explica los «puntos calientes»» de la actividad diplomática vaticana.

–¿Qué iniciativas concretas han tomado frente a las expulsiones de Rusia de monseñor Jezy Mazur, obispo de la diócesis de San José de Irkutsk (Siberia Oriental), y del padre Stefano Caprio párroco del Santo Rosario en Vladimir y en Ivanovo?

–Monseñor Tauran: Hemos expresado nuestra protesta a las autoridades rusas para las que Mazur y Caprio son «personas no deseadas». ¿Por qué? Esta es una violación de compromisos internacionales en el plano de la libertad religiosa hechos propios también por Rusia.

–Las dos expulsiones han sido decretadas por la autoridad pública. Sin embargo, es difícil no colocarlas en el marco de las relaciones críticas entre la Iglesia prtodoxa rusa y la Iglesia católica. Si es así ¿qué hacer?

–Monseñor Tauran: Nuestra protesta y nuestra amargura no disminuyen la medida y la profundidad de nuestra comprensión. Sabemos bien lo que ha sufrido la Iglesia ortodoxa en los largos años del régimen soviético. Aislamiento, opresión, martirio… Son padecimientos que, en especial, han marcado profundamente la Ortodoxia rusa. Por esto digo: la Santa Sede no tiene ninguna animosidad hacia la Iglesia ortodoxa. Al contrario, nos sentimos felices de poderla ayudar a crecer.

–Otro frente caliente es Tierra Santa. ¿Cuál es la posición de la Santa Sede?

–Monseñor Tauran: Repito: hay dos pueblos con iguales derechos. Los israelíes, el derecho a la seguridad; los palestinos, a una tierra y a un estado. Ningún derecho debe prevalecer sobre el otro. Es absolutamente necesario que la fuerza de la ley prevalezca sobre la ley de la fuerza; lo repito con gran convicción en estos días, en los que una vez más el desprecio de la vida y la violencia armada están llevando a toda una región –y quizá más allá de sus fronteras– hacia el abismo.

–¿Qué pasos habría que dar para volver a unir paz y justicia en Tierra Santa?

–Monseñor Tauran: El retiro de los territorios ocupados, el respeto de las resoluciones de la ONU, la implicación de la comunidad internacional y el reconocimiento de un estatuto jurídico internacional para los lugares santos.

–Un tema, este último, que vuelve a ser de gran actualidad, tras la irrupción de doscientos palestinos en la basílica de la Natividad, en Belén.

–Monseñor Tauran: La entrada de aquellos hombres armados representa la violación de un lugar santo. Pero el problema no se resolverá con la fuerza. La Santa Sede ha propuesto la institución de una comisión bilateral israelo-palestina para afrontar la cuestión. Más en general, se puede observar, nos lo enseña la historia, que las garantías disminuyen cuando la protección de los lugares santos se confía a una sola autoridad nacional. Por esto volvemos a pedir que sea la comunidad internacional la que se haga garante de lugares amados por judíos, musulmanes y cristianos. Amados por fieles de todo el planeta.

–En su conferencia, en Milán, explicó este martes que la defensa de la vida y de la familia es uno de los nuevos campos de acción internacional de la Santa Sede. ¿Cómo se integra este compromiso en la construcción de la Unión Europea, donde hay estados, como por ejemplo Holanda, que legalizan prácticas como la eutanasia?

–Monseñor Tauran: Animamos a los episcopados europeos para que sepan ayudar a los pueblos a tomar conciencia de los desafíos y a los responsables políticos a asumir las decisiones justas, en las perspectiva de un proyecto de sociedad respetuoso de la dignidad y libertad humana y de la moral natural.

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ZENIT Staff

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