Los discapacitados mentales, comunicadores del Evangelio

Según la responsable del servicio con los discapacitados de San Egidio

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ROMA, 17 febrero 2003 (ZENIT.org).- Hacen catequesis «con» los discapacitados, no «para» los discapacitados. La preposición no es irrelevante, ya que comporta la filosofía de participación de la Asociación «Gli Amici» (Los amigos), una ala de la Comunidad de San Egidio en Italia que prepara desde hace veinte años itinerarios catequéticos con personas que tienen algún tipo de discapacidad mental.

Estos días están presentando en Italia el libro «Gesù per amico» (Jesús como amigo), en el que se explica su experiencia al lado de estas personas.

Antonella Antezza, responsable del servicio con los discapacitados de la Comunidad de San Egidio (http://www.santegidio.org/it/amici) explica a Zenit cómo los discapacitados son protagonistas de la evangelización, personas sensibles a los problemas de los demás, comprometidas, y con una intensa vida de oración.

–¿Cómo se acercan a Jesús los discapacitados mentales?

–Antezza: Por la vía del corazón. El Evangelio es para todos, igualmente como el encuentro con Jesús. Nuestra experiencia de catequesis con los discapacitados mentales nace de esta convicción profunda.

Al centro de este itinerario está el corazón, que según la Biblia es el centro del hombre y de la mujer.

No es la mente o la psique, sino el corazón. En los discapacitados mentales hay una inteligencia del corazón que es tan importante como la comprensión intelectual.

El libro «Gesù per amico» explica bien que el primer modo para encontrar a Jesús es ser amigo suyo y reconocerlo como «El Amigo».

El mismo Jesús dice en el Evangelio de Juan que «no os llamo más siervos, sino que os he llamado amigos».

–El libro no quiere ser un catecismo sino un itinerario común. Empezasteis «catequizando» a los discapacitados y ahora hacéis el camino con ellos. ¿Cómo se dio el cambio?

–Antezza: Al principio, las catequesis estaban dirigidas a algunos discapacitados adultos que todavía no habían recibido el sacramento de la comunión y/o de la confirmación.

Pero enseguida nos dimos cuenta de que este itinerario podía dirigirse a todo el mundo; no solamente hacer catequesis a los discapacitados sino con los discapacitados.

De este modo, ellos no son sólo los destinatarios de la catequesis sino que al mismo tiempo se convierten en comunicadores del Evangelio (es suficiente leer sus intervenciones al final de los encuentros para darse cuenta).

Estos encuentros tienen lugar siempre los domingos, ligados a la liturgia eucarística.

Los momentos más significativos están ligados al año litúrgico y a las grandes fiestas-acontecimientos de la vida de Jesús: así, iniciamos con el Aviento y Navidad, Via Crucis, Pascua de Resurrección como acontecimiento central y Pentecostés, con la donación el Espíritu Santo y de la misión de la Iglesia .

Un momento importante, y muy bonito, es cuando el Evangelio se convierte en vivencia, y la Palabra se conecta con la vida.

En las catequesis hemos privilegiado la comunicación verbal en todo caso, con palabras simples y profundas, al lado de dibujos, gestos y cantos. Ayudan a la identificación y a la implicación de todos, y nos sentimos parte de la historia de la salvación al centro de la cual está Jesucristo.

–¿Ofrece la Iglesia suficiente atención a los discapacitados mentales?

–Antezza: A partir de los años ochenta, en la Iglesia católica se ha desarrollado un amplio debate sobre la admisión de los minusválidos mentales a los sacramentos, en particular a la comunión y a la confirmación, y sobre su participación en la vida litúrgica de la comunidad eclesial.

Pensamos que hoy hay más sensibilidad que en un pasado, y más acogida, pero todavía hay algunos prejuicios que superar.

Se da la idea, por ejemplo, de que «ellos» ya son buenos porque sufren y no necesitan los sacramentos (incluida la confesión) o que, dado que no hay comprensión intelectual (como se explica en el Código de Derecho Canónico) no pueden ser admitidos a los sacramentos.

Nosotros estamos convencidos que los discapacitados mentales son como todo el mundo y que como todos tienen la necesidad de convertir su vida según el Evangelio.

No les podemos negar nada de la Buena Nueva ni de la vida cristiana. De este modo les consideramos realmente personas.

Este camino evangélico con los discapacitados ha comportado para ellos un cambio muy importante. Han mostrado energías y capacidad de comprensión y de adhesión al mensaje evangélico, de oración, de sensibilidad a los grandes problemas del mundo y de compromiso a favor de los otros.

Los discapacitados se han convertido en testigos y comunicadores del Evangelio con eficacia y profundidad, un ejemplo para la comunidad cristiana.

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ZENIT Staff

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