Los monasterios se han convertido en frontera de testimonio cristiano

El Papa recibió a los abades y abadesas benedictinos

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CIUDAD DEL VATICANO, 8 sep (ZENIT.org).- Recibiendo en audiencia esta mañana a los abades y abadesas de la Orden Benedictina, presentes en Roma con motivo de su encuentro mundial, Juan Pablo II ha dicho: «En Oriente y en Occidente, la vida monástica constituye para la Iglesia un patrimonio de inestimable valor. Los monasterios han sido y son todavía, en el corazón de la Iglesia, un elocuente signo de comunión, una acogedora morada para quienes buscan a Dios y las cosas del espíritu, escuelas de fe y verdaderos laboratorios de estudio, de diálogo y de cultura para la edificación de la vida eclesial y de la misma ciudad terrena, en espera de la celestial».

El Papa ha recordado que «el monaquismo occidental se ha inspirado sobre todo en San Benito en su regla, que ha formado a generaciones de hombres y mujeres llamados a dejar el mundo para dedicarse enteramente a Dios, poniendo el amor de Cristo en el centro y sobre todo».

Luego ha subrayado que «con la fuerza de esta misión, la Orden Benedictina no cesado de contribuir a la actividad apostólica de la Iglesia. Con esta misma fuerza, actúa para la nueva evangelización. Son testigos quienes, jóvenes y adultos, cristianos y no cristianos, creyentes y no creyentes, encuentran en vosotros y en vuestros monasterios puntos de referencia, como pozos de los que sacar el «agua viva» de Cristo, que es la única que puede saciar la sed de los hombres».

«¿Y cómo no subrayar –se preguntó el Papa– que la característica de no pocas de vuestras casas es hoy la de estar «en las fronteras del cristianismo», en lugares donde el cristianismo está en minoría? En ocasiones el testimonio de algunos miembros de la Orden Benedictina ha sido coronado con el martirio. No obstante, seguís en aquellas tierras, sin temer peligros y dificultades. Desarrollando una significativa actividad ecuménica y de paciente diálogo interreligioso ofrecéis un servicio precioso al Evangelio. Testimoniáis que sólo Dios basta».

El Santo Padre ha concluido explicando que «vuestro Congreso, además de ser una peregrinación jubilar, constituye un fuerte momento de reflexión y confrontación, en el umbral del nuevo milenio. Como responsables de la Orden, os proponéis considerar el papel mismo del abad en la comunidad. Además, es vuestra intención examinar, en la escucha y en el intercambio de las ricas y diferentes experiencias, cual es la «misión» del monasterio en el mundo actual».

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ZENIT Staff

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