Mensaje vaticano a los budistas

Cristianos y budistas: Miremos juntos a los niños, futuro de la humanidad

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CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 30 abril 2004 (ZENIT.org).- Publicamos el mensaje del arzobispo Michael L. Fitzgerald, presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, ha dirigido a los budistas con motivo de «Vesakh», su fiesta más importante

Cristianos y budistas:
Miremos juntos a los niños, futuro de la humanidad

Queridos amigos budistas:

1. Os escribo de nuevo este año para expresaros mi más fervientes felicitaciones con ocasión de vuestra fiesta de «Vesakh». Rezo para que cada uno de vosotros pueda transcurrir una fiesta gozosa y pacífica. «Vesakh» nos ofrece a los cristianos la oportunidad de visitar a nuestros amigos y vecinos budistas para intercambiar las felicitaciones, y esto contribuye a reforzar los lazos de amistad que ya existen y a crear otros nuevos. Deseo que estos lazos cordiales sigan creciendo de generación en generación, y que podamos compartir nuestras alegrías, nuestras esperanzas, nuestros dolores, y nuestras preocupaciones.

2. Con esta esperanza, mis pensamientos se dirigen inmediatamente hacia nuestros niños, los protagonistas del futuro. Como escribió un poeta: «El niño es el padre del Hombre»; los niños son el arquetipo de todo ser viviente. Los niños, además, pueden ser un ejemplo para todos los que buscan ser sinceramente religiosos. A causa de su sencillez y pureza de corazón, de su sinceridad y espontaneidad, de su capacidad para maravillarse y de su confianza, los niños nos ofrecen un particular motivo de inspiración. Nuestras Escrituras cristianas hablan de los niños en diferentes pasajes, y nos alientan a desarrollar un espíritu de niño. Yo creo que algo parecido se da también en los textos del budismo.

3. Pero los niños, al ser pequeños y vulnerables, tienen necesidad de ser protegidos, amados y educados. Este es el motivo por el que los niños y la familia tienen que caminar siempre juntos. La familia es el primer lugar en el que los niños son alimentados con ese amor y esa atención que ellos, a su vez, manifestarán a los demás. De este modo, toda la humanidad se convierte en una sola familia sobre el planeta. Es un motivo de alegría el que haya innumerables padres que con gusto se asumen la responsabilidad de la vida familiar. Esperamos que haya muchos madres y padres que realicen todo esfuerzo posible por transmitir a sus hijos esos valores auténticos humanos y religiosos que dan un auténtico significado a la vida.

4. Por desgracia, muchos niños en nuestro mundo están privados en medidas diferentes de una familia estable, tan fundamental para la sociedad. Hay niños que no han conocido nunca a una familia o que han sido abandonados por sus familias. Hay niños que han sido obligados a soportar el trauma causado por los litigios entre padres o por la disgregación de la familia. O, peor aún, hay pequeños que han sido duramente golpeados por la violencia de los adultos a través de los abusos sexuales, de la prostitución, de la mendicidad forzada, de la implicación en la venta y consumo de drogas, del reclutamiento, etc. Y, ¿qué se puede decir de la tragedia del sida? Cada año centenares de miles de niños son infectados por el virus VIH y muchos mueren a causa del sida, que con frecuencia contraen desde el momento del nacimiento. Si bien son inocentes, sólo conocen el sufrimiento y después la muerte.

5. Nosotros, cristianos y budistas, no podemos cerrar los ojos antes estas trágicas situaciones. En cuanto creyentes, tenemos que fijar la mirada en las necesidades de los niños, ya sea en nuestras familias o en toda la sociedad. Tenemos que movilizar todas nuestras fuerzas y recursos para aliviar los sufrimientos de los niños, en especial de los que viven en los países más pobres. Los gobiernos, las autoridades civiles y todas las personas de buena voluntad, pueden ser estimulados por nuestro mismo ejemplo a comprometerse más aún a favor del bienestar de todos los niños.

6. Queridos amigos budistas: siento gran admiración y respeto por todos aquellos que ya están comprometidos en la ayuda de los niños necesitados. Alentados por una generosidad tan grande, decidámonos a ayudar a los niños, pues son el futuro de la humanidad. Una vez más os deseo a vosotros y a vuestras familias una pacífica y gozosa fiesta de «Vesakh».

Arzobispo Michael L. Fitzgerald
Presidente
[Traducción del original inglés realizada por Zenit]

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ZENIT Staff

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