No hay paz personal o social sin conversión; asegura el Papa

La Cuaresma, período de entrenamiento para vencer al mal con el bien

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CIUDAD DEL VATICANO, 9 marzo 2003 (ZENIT.org).- La justicia y la paz, tanto en el ámbito personal como social, exigen la conversión del corazón, afirmó Juan Pablo II este domingo, al subrayar la actualidad de la Cuaresma.

El período litúrgico de preparación a la celebración de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, comenzado el miércoles pasado con la imposición de las cenizas, constituye un período de entrenamiento privilegiado para aprender a «combatir al mal con el bien», añadió.

Al rezar la oración mariana del «Angelus» junto a varios miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano, el pontífice consideró que «en el contexto internacional actual se experimenta intensamente la exigencia de purificar la conciencia y de convertir el corazón a la auténtica paz».

«En este sentido, es particularmente elocuente la imagen de Cristo que desenmascara y vence las mentiras de Satanás con la fuerza de la verdad, contenida en la Palabra de Dios», añadió.

«En lo íntimo de toda persona –explicó el Santo Padre–, resuenan la voz de Dios y la voz insidiosa del maligno. Esta última trata de engañar al hombre seduciéndolo con la perspectiva de falsos bienes para alejarle del auténtico bien, que cosiste precisamente en cumplir la voluntad divina».

«Pero la oración humilde y confiada, reforzada por el ayuno –subrayó–, permite superar también las pruebas más duras, e infunde la valentía necesaria para combatir al mal con el bien. La Cuaresma se convierte de este modo en un tiempo fecundo de entrenamiento del espíritu».

«Se trata de una lucha interior de la que depende el planteamiento concreto de la vida –aclaró el Papa–. Del corazón del hombre surgen, de hecho, sus intenciones y acciones; y, por tanto, sólo se puede preparar el camino de la justicia y de la paz, tanto a nivel personal como en el ámbito social, purificando la conciencia».

Antes de despedirse de los peregrinos, el Papa pidió sus oraciones para la semana de ejercicios espirituales que comenzaba en ese día, en la que no mantendrá audiencias públicas.

«Durante esta semana de silencio y de oración tendré presentes las necesidades de la Iglesia y las preocupaciones de toda la humanidad, en especial, todo lo que se refiere a la paz en Irak y en Tierra Santa», concluyó.

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ZENIT Staff

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