Obispo indonesio: La vida humana impulsó la lucha a favor de los tres católicos

Indicios de ensañamiento en los cuerpos de los ejecutados

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MAUMERE/PALU, miércoles, 27 septiembre 2006 (ZENIT.org).- «Hemos gritado y hemos realizado una campaña no sólo por los tres católicos, sino por la vida humana, y la continuaremos en el futuro, junto a nuestros hermanos musulmanes», confirma el obispo de Maumere, isla indonesia de Flores, de donde era originario uno de los tres católicos recién ejecutados.

Fabianus Tibo, Dominggus da Silva y Marinus Riwu, considerados responsables de las violencias de Poso (Indonesia), en 2000, fueron condenados a muerte en medio de procesos judiciales plagados de irregularidades. El triple fusilamiento se llevó a cabo a la 1.10 del viernes -hora local- en Palu.

Muchas voces se elevaron constantemente de todo el mundo pidiendo auténtica justicia para los detenidos.

Por su parte, la Secretaría de Estado del Vaticano intervino repetidamente ante las autoridades indonesias para pedir, en nombre del Santo Padre, un gesto de clemencia a favor de los tres condenados.

«Estamos muy tristes por cómo ha acabado el caso de los tres católicos indonesios», reconoció el obispo Vincentius Sensi Potokota –de Maumere, diócesis de la isla de Flores, localidad natal de Dominggus da Silva- al órgano informativo «Fides» del dicasterio misionero.

«En los meses pasados hemos alzado la voz y hemos hecho de todo para convencer al gobierno de que cambiara de idea. Pero nuestro empeño no dependía del hecho de que los tres fueran católicos: es una batalla contra la pena de muerte, a favor de todo hombre», subraya.

Las autoridades gubernamentales devolvieron el cuerpo de da Silva a la comunidad local, que finalmente celebró las exequias en la catedral llena de fieles.

«¿Por qué el gobierno les ajustició tan rápidamente, mientras hay otros muchos prisioneros condenados a muerte, en espera de ejecución? Percibimos la injusticia –alerta el prelado-: por esto hemos sensibilizado a la comunidad internacional». En su opinión, «el gobierno ha parecido débil en este caso y aparenta haber cedido a las presiones de los fundamentalistas».

«En la campaña abolicionista, llevada adelante en mi diócesis y en toda Indonesia, hemos involucrado a los musulmanes y todos los líderes religiosos se han manifestado con nosotros», confirma el obispo de Maumere.

Y es que «la campaña ni puede ni debe tener un color o una connotación religiosa: es de todos y quiere salvar la vida de todos los hombres», concluye.

En repetidas ocasiones, por su parte, la agencia del Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras «AsiaNews.it» alertó de que los tres católicos, juzgados responsables de una masacre de musulmanes ocurrida durante los enfrentamientos interreligiosos de Poso en el 2000, fueron sometidos a un proceso «caracterizado por fuertes presiones de los extremistas islámicos, por casos de intentos de corrupción y procedimientos ilegales», pues no se tuvieron en cuenta pruebas y testimonios a favor de los tres acusados.

Por aquellos sangrientos sucesos de Poso han sido procesadas unas 150 personas; de ellas, unas ochenta –sólo pocas de credo musulmán- están en la cárcel, todas con penas de reclusión no superiores a 15 años.

Indicios de ensañamiento

Este miércoles la agencia del PIME confirma que los familiares de los tres fallecidos y sus abogados han pedido al fiscal y a la policía poder realizar una segunda autopsia para comprobar si Fabianus Tibo, Dominggus da Silva y Marinus Riwu fueron objeto de otras violencias antes o después de la ejecución.

La policía y las autoridades judiciales niegan abuso alguno, pero los abogados del «Padma» (una agrupación interreligiosa de abogados que ha estado defendiendo a los tres acusados) denuncian la presencia, en los cuerpos, de lesiones que no responden propiamente al fusilamiento.

Los indicios –referidos por médicos cristianos que han examinados los cuerpos- apuntan a que Tibo tiene dos costillas fracturadas y cicatrices en el rostro, mientras que el corazón de da Silva fue atravesado por algo similar a un puñal. Además los tres tienen señales de cinco disparos en el lado izquierdo del pecho, en lugar de sólo uno.

Por ello será necesaria la exhumación de Tibo y Riwu, sepultados respectivamente en Beteleme y Morowali.

Igualmente habrá que hacer de nuevo con el cuerpo de da Silva, que descansa en la isla de Flores. Y es que había sido enterrado por las autoridades en Palu; regresó a su hogar el domingo después de las firmes reclamaciones de sus familiares, a fin de que se les entregara su cuerpo.

De acuerdo con la agencia del PIME, en su reclamación los familiares fueron apoyados por la Comisión de la ONU para los Derechos Humanos y por la Unión Europea.

Añade que el hecho de que el fiscal de Palu quisiera dar sepultura a Tibo y a sus compañeros a toda prisa, sin autorizar siquiera los funerales religiosos, da mayor credibilidad a la hipótesis de que el fusilamiento no se realizó siguiendo procedimientos legales.

«Nunca nos habríamos esperado una cosa así; ahora hay que aclararlo. Podríamos estar frente a violaciones no sólo de la ley nacional, que reglamenta los fusilamientos, sino también de la ley internacional», declaró Stephen Roy Rening, uno de los abogados del «Padma».

«Al no tener ya confianza en el sistema judicial indonesio, no nos queda sino denunciar el caso a los organismos internacionales competentes», concluyó.

Algunos miembros del «Padma» tienen como destino de viaje inmediato Europa y los Estados Unidos, apunta «AsiaNews.it».

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ZENIT Staff

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