«¿Por qué tanto miedo a la presencia de Jesucristo en la escuela?»

Carta pastoral de los obispos de Aragón

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MADRID, 11 mayo 2003 (ZENIT.org-VERITAS).- Aprovechando un tiempo del calendario escolar en el que muchos centros educativos comienzan a configurar sus programaciones para el próximo curso, los obispos de Aragón han querido dirigir una carta sobre «La enseñanza de la Religión en la escuela» con el objeto de «exhortar a todas las familias y a toda la comunidad cristiana a reflexionar sobre su responsabilidad en relación con la educación cristiana de sus hijos en la escuela».

La carta fechada el 20 de abril está firmada por los obispos Elías Yanes, arzobispo de Zaragoza; Antonio Algora, obispo de Teruel y Albarracín, electo para la diócesis de Ciudad Real; Carmelo Borobia, obispo de Tarazona; Juan José Omella, obispo de Barbastro y Monzón y AA. de Huesca y Jaca; y Alfonso Milián, obispo Auxiliar de Zaragoza.

Los obispos recuerdan «que la enseñanza y educación religiosa de los niños, adolescentes y jóvenes en la escuela es un derecho humano Fundamental».

«No es un privilegio, ni una mera concesión benévola del poder político. Es un derecho expresamente reconocido y garantizado en las Declaraciones y Pactos internacionales. Los textos jurídicos internacionales que según la Constitución Española se deben respetar también en España y en Aragón, establecen que los padres tienen derecho prioritario para elegir el tipo de educación para sus hijos, de manera especial en el orden moral y religioso», afirman.

Según los obispo «la formación cristiana en la escuela, como parte integrante del plan educativo del centro escolar, realizada con seriedad académica, respetando siempre el principio de libertad religiosa, es elemento esencial de la educación integral de las personas».

«Ante la justificada inquietud de muchos manifestantes por la pérdida de valores morales de las generaciones más jóvenes, ante la violencia y la delincuencia juvenil, es más urgente que nunca ofrecer a los niños adolescentes y jóvenes, una adecuada educación en los valores morales y religiosos», sostienen los obispos.

«Pero más allá de estas consideraciones añaden es obligación de todos ayudar a los niños a los adolescentes y jóvenes, a crecer como personas llamadas a madurar en libertad y responsabilidad, y esto supone preguntarse por el sentido último de la vida […] Para descubrir nuestra vocación y nuestra misión como personas, es decisivo el encuentro gozoso con Jesucristo».

«A la luz del misterio de Cristo se percibe la vocación, la dignidad y el destino trascendente de la persona, fundamento último de los derechos humanos. La meditación del Evangelio permite liberarse de la presión social contra los valores fundamentales de la vida humana, adquirir una conciencia crítica frente a todo aquello que degrada y envilece la dignidad humana, desarrollar actitudes de solidaridad fraterna, de diálogo, de convivencia pacífica. Cristo es para todo hombre el Camino, la Verdad y la Vida».

Los obispos de Aragón creen que estos propósitos pueden cumplirse también a través de la enseñanza religiosa en la escuela «dentro del horario escolar, y con los métodos propios de una enseñanza académica, en diálogo con la cultura y la ciencia modernas».

Los prelados advierten en su carta que «los padres de alumnos en edad escolar así como los poderes públicos y los educadores tienen una especial responsabilidad» aunque «toda la comunidad cristiana debe sentirse interpelada por los problemas de la escuela y de la enseñanza religiosa escolar».

Finalmente dicen: «Ayudad a los niños, a los adolescentes y jóvenes en edad escolar a que no elijan lo que les resulta más fácil y cómodo. Ayudadles, a través de un diálogo cordial, a que se decidan a conocer más profundamente a Jesucristo y a seguir sus enseñanzas. Es Él quien nos dice: La verdad os hará libres».

«¿Por qué tantas dificultades para que el Evangelio sea anunciado en la
escuela? […] ¿Por qué tanto miedo a la presencia de Jesucristo en la escuela?» se preguntan para concluir.

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ZENIT Staff

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