Primer encuentro de pastoral de la carretera para toda Latinoamérica

En Bogotá (Colombia) del 19 al 24 de octubre

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CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 15 de octubre de 2008 (ZENIT.org).- El próximo 19 de octubre iniciará, en la sede de la Conferencia Episcopal Colombiana (Bogotá) el Primer Encuentro Continental Latinoamericano de Pastoral de la Carretera, promovido por el Consejo Pontificio de la Pastoral con Migrantes e Itinerantes, en colaboración con el Sector de Movilidad Humana del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM).

En el encuentro, con el lema “Jesús en persona se acercó y caminaba con ellos (Lc 24,15). Pastoral de la Carretera: un camino juntos”, participarán cerca de 50 personas, procedentes de 13 países.

Este acontecimiento, explica un comunicado recibido por ZENIT, es el primer congreso sobre este tema, y comprende cuatro categorías distintas de pastoral de la carretera: “los usuarios de la carretera (automovilistas, conductores de camiones, etc) y los de las ferrovías, quienes trabajan en los diversos servicios relacionados, las mujeres y los niños de la calle, y los transeúntes”.

Sobre la primera categoría, el dicasterio explica que “como consecuencia de las transgresiones y de la negligencia, cada año, en las carreteras de todo el mundo, mueren 1,2 millones de personas, mientras que los heridos son 50 millones. Es estima que en el continente Latinoamericano las víctimas son cerca de 122.000, con entre 30 y 50 heridos por cada muerte”.

Las consecuencias a causa de las lesiones provocadas por los accidentes “agravan la pobreza de muchas familias e influyen negativamente en el futuro de las naciones”, sobre todo cuando afecta a los jóvenes.

Sobre las mujeres de la calle, cuyo número “ha crecido dramáticamente en el mundo”, es importante “reconocer que la explotación sexual, la prostitución y el tráfico de seres humanos son actos de violencia y, como tales, constituyen una ofensa a la dignidad femenina y una grave violación de derechos humanos fundamentales”.

Junto a ellas, los chicos de la calle constituyen “indudablemente uno de los desafíos más comprometedores e inquietantes de nuestro tiempo, también para la Iglesia, además de para la sociedad civil y política”.

Según las estimaciones de Amnistía Internacional, se trata de 100 millones de jóvenes, mientras que la Organización Internacional del Trabajo los estima en 150 millones. 50 millones de ellos “viven o trabajan en las calles del Continente Latinoamericano y el Caribe”, y el fenómeno “está creciendo casi en todas partes”, representando “una auténtica emergencia social, además de pastoral”.

En cuanto a los transeúntes, constituyen “una realidad compleja, no uniforme, compuesta por personas de edades, trayectorias y situaciones muy distintas”.

Se calcula que hay más de mil millones de personas “sin techo”, incluyendo aquellos que están sin domicilio fijo, y que cada alrededor de 50.000 personas, mayormente mujeres y niños, mueren a causa de la miseria de sus refugios, por agua contaminada o por condiciones sanitarias inadecuadas.

En América Latina y el Caribe, las personas que no tienen casa o que viven en poblados de chabolas son cerca de 127 millones.

Frente a este dramático panorama, la Iglesia “no puede no intervenir”, y de hecho existen ya “muchas iniciativas específicas eclesiales y acuerdos de colaboración con organismos civiles y estatales para responder a las nuevas y cambiantes necesidades de las personas transeúntes, de los niños y mujeres de la calle, de los automovilistas y de los usuarios de las carreteras”.

En sintonía con las”Orientaciones para la Pastoral de la Carretera”, publicadas por este Consejo Pontificio en el año 2007, en encuentro de Bogotá “pretende no sólo estudiar la respuesta eclesial a las necesidades primarias de estas personas, sino también a desarrollar nuevas estrategias para la promoción de la dignidad y del valor de toda persona, y de su evangelización”.

El congreso tiene varios objetivos: “ofrecer a los distintos operadores pastorales la oportunidad de compartir sus experiencias, metodologías, éxitos y dificultades”, “estudiar las diferentes realidades, a nivel global y local, de las personas que viven en la calle”, “señalar nuevas vías para promover la dignidad de toda persona, aunque viva en la calle”, y “encontrar nuevas estrategias de colaboración con los organismos estatales y civiles del voluntariado”.

[Por Roberta Sciamplicotti, traducción de Inma Álvarez]

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ZENIT Staff

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