Secuestrado en Irak, habla el padre Hanna tras su liberación: «Dios estaba conmigo»

BAGDAD, miércoles, 13 septiembre 2006 (ZENIT.org).- Consciente de la protección de Dios durante casi un mes de secuestro en Irak: es el testimonio del padre Saad Sirup Hanna, sacerdote caldeo en Bagdad, a las pocas horas de su liberación.

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Tiene 34 años, atiende la iglesia de St. Jacob en Dora -uno de los distritos más peligrosos de Bagdad-, es responsable de la sección teológica del «Babel College» -que dirige la Iglesia católica en Bagdad (única Universidad Teológica Cristiana en el país)- y a inicios de este mes tenía programado trasladarse a Roma por razones de estudio –con el apoyo de «Ayuda a la Iglesia Necesitada» (AIN)-.

El lunes sus captores le soltaron en las calles de la capital iraquí tras 28 días de secuestro, un suceso que suscitó una enorme movilización y la petición de Benedicto XVI a favor de su liberación (Zenit, 12 septiembre 2006).

A las pocas horas de su puesta en libertad, el padre Hanna relató profundamente emocionado a AIN su fuerte experiencia, y difundió por ese medio el perdón hacia sus secuestradores y el agradecimiento por la movilización y la oración de intercesión de todas partes del mundo.

En un comunicado del organismo de Derecho Pontificio, recibido este miércoles en Zenit, se confirma que el sacerdote caldeo telefoneó a sus familiares y amigos al instante de su liberación. El encuentro con sus seres queridos fue un «momento muy grande», reconoció.

Recalcó cómo la oración por su liberación ha «unido» a amplios sectores de Irak en un momento de ambiente de guerra civil. «Quiero dar las gracias a todas las personas que me han ayudado con sus oraciones. Ha sido realmente un milagro para mí», manifestó a AIN.

«Desde el momento en que fui secuestrado, sentí que Dios estaba conmigo -reconoció-. Empecé a decir: “Dios, eres mi protector. Estarás conmigo en mi dolor”».

El sacerdote caldeo expresó a la asociación internacional su disposición de perdón hacia a sus secuestradores. «No les odio. Rezo por ellos. Sigo rezando por ellos», afirmó.

Relató también que, cuando iba a ser liberado, pidió a sus captores que retrasaran tal momento al percatarse de que ser abandonado en las calles de Bagdad después del atardecer le ponía en peligro de acciones criminales.

Su hermano le recogió y le llevó a que se encontrara con su madre y otros miembros de la familia.

Se le ha aconsejado que no revele detalles de su cautiverio por temor a la represalias.

De acuerdo con AIN, la liberación del padre Hanna significa que ya puede realizar los estudios que tenía previstos en Roma, en Filosofía. Fuera del país tal vez podrá apuntar otros extremos de este suceso.

La desaparición del sacerdote caldeo hizo cundir una creciente alarma en la comunidad cristiana, pues los secuestros que en el país han involucrado a religiosos habían tenido hasta el momento tenido una duración muy corta.

El secuestro del padre Hanna se perpetró en medio de un repentino deterioro de la vida de los cristianos en Irak –habían sido asesinados recientemente algunos laicos-. Dos semanas antes había sido secuestrado otro sacerdote caldeo, el padre Raad Washan, si bien fue liberado a los tres días.

La reciente peripecia del padre Washan sumió más aún a los cristianos en la preocupación por la seguridad del padre Hanna, pues aquel sacerdote caldeo fue torturado el tiempo que estuvo retenido, confirma AIN.

En aquellos días, el arzobispo Louis Sako –de Kirkuk, norte de Irak- apuntó a la organización internacional que los secuestradores habían pedido un rescate de un millón de dólares por el padre Hanna, y que querían «echar a los cristianos de Irak».

Monseñor Phillipe Najim, representante del Patriarcado caldeo de Bagdad ante la Santa Sede, ha confirmado a la agencia misionera «Misna» que se ha dado una «pequeña suma» a los secuestradores del padre Hanna. La cantidad fue entregada por el hermano del sacerdote en el momento de su liberación.

Es una suma reducida -«calderilla»-, ni mucho menos «lo que habían pedido los secuestradores en el momento de la captura», precisa monseñor Najim cifrando el rescate inicialmente pedido en 800.000 dólares.

«Misna» estima que la liberación se produjo después de una negociación telefónica entre los secuestradores y el patriarca de Babilonia de los Caldeos, Su Beatitud Emmanuel III Delly.

La comunidad católica caldea es la mayor comunidad cristiana en Irak.

Se calcula que desde 2002, hasta la mitad de los 1,2 millones de cristianos de Irak han abandonado el país en busca de refugio en Turquía, Jordania y Siria.

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ZENIT Staff

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