SOFIA, 30 mayo 2002 (ZENIT.org–Avvenire).- La visita de Juan Pablo II ha ido «más allá de las expectativas», explica el profesor ortodoxo Gueorgi Bacalov, filósofo y teólogo, profesor de la Universidad de Sofía.
«Tenemos que considerar que en los Balcanes la Ortodoxia es un factor ligado estrechamente a la identidad, ya sea a causa de la presencia musulmana o porque los pueblos miran a la Ortodoxia también como un factor étnico-nacional», explica el intelectual.
«Nuestros fieles hoy se preguntan quién, entre el clero, ha formado parte de los servicios secretos y hay una postura de desconfianza hacia nuestra Iglesia en lugar que de atención a su visión espiritual», añade.
«Por esto –aclara Bacalov–, ha impresionado el mensaje del Papa: se ha situado a un nivel cristiano, sin descender al apoyo a uno u otro alineamiento político».
Y también la respuesta inicialmente fría, cambió. No es casualidad, indica el profesor ortodoxo, «que el hegúmeno Joan, superior del Monasterio de San Juan de Rila, afirmara que los muros entre católicos y ortodoxos son construidos por los hombres y los hombres los pueden abatir».
Es también inesperado para la mentalidad ortodoxa escuchar a un líder religioso que habla de política en el sentido amplio del término, es decir de temas como los derechos humanos, libertad religiosa, democracia, añade.
«La política aquí, entre nosotros –precisa el profesor Bacalov–, tiene un significado sucio, porque quiere decir siempre alinearse con alguien y contra alguien. No tiene una dimensión universal porque funciona según los esquemas del cesaropapismo y los religiosos, en Oriente, no han sido nunca independientes».
«Los patriarcas ecuménicos en los últimos tiempos han sido elegidos por el poder musulmán y los patriarcas de las Iglesia nacionales eran elegidos por los gobiernos. En este momento, la Iglesia Ortodoxa no puede incidir en la sociedad», aclara.
Por último, el profesor recuerda el encuentro del Papa con los jóvenes el domingo en Plovdiv: «Fue conmovedor», afirma.
